Hace unos días murió la pionera de la aviación Margot Duhalde, a la edad de 97 años, en Santiago de Chile.
La vida de Margot Duhalde es ejemplo de que cuando una mujer se empeña, y tiene claro lo que quiere, lo consigue, ahora y antes también, pese a los obstáculos, familiares y profesionales que tuvo que afrontar que por haber nacido en una época en que no era normal que las mujeres tuvieran aspiraciones como las suyas. Esto, sin duda provocaría asombro e incluso rechazo. A pesar de que una mujer consiguiera incluso el reconocimiento a su trabajo, era difícil que hubiera un apoyo real y efectivo hacia ella. A pesar de haber recibido la condecoración de la Legión de Honor francesa, Margot tuvo que volver a Chile después de la guerra porque no encontraba trabajo.
Nació en 1920 en Rio Bueno (Chile). Cuando tenía 16 años, ya quería ser aviadora. Sus padres contaban que se subía al tejado para ver pasar a los aviones cuando era pequeña. Además de enfrentarse a su familia, mintió sobre su edad para poder hacer el curso de aviación e ingresar como socia en el Club Aéreo de Chile, graduándose como piloto civil antes de cumplir 18 años.
Aunque, en principio parecía que iba a tener pocas posibilidades, en 1940, y ante la llamada Charles de Gaulle, aprovechó su ascendencia vasco-francesa para unirse a las fuerzas aéreas francesas, llegando a ser la primera piloto chilena de la guerra que formaba parte de la Real Fuerza Aérea Británica. Destinada en Londres, ingresó en la Royal Air Force, en la división Air Transport Auxiliary, con la misión de transportar aviones, desde las fábricas, hacia las bases aéreas. De esta manera se convirtió en la única representante femenina de un país que se mantuvo neutral, formando parte del grupo de 165 mujeres que participaron en la contienda como auxiliares de vuelo.
Llegó a volar más de cien tipos de aviones, desde cazas, como el Spitfire, hasta bombardeos ligeros.
Al acabar la Segunda Guerra Mundial, fue condecorada en 1946 como caballero de la Legión de Honor francesa, por el valor en la lucha contra los nazis, colaborando con la Francia Libre, tal y como De Gaulle denominó al Gobierno francés en el exilio.
Su desempeño también le valió un homenaje posterior de la RAF en 1999 y al año siguiente su historia fue incluida en el ala Charles de Gaulle del Museo de Los Inválidos de París.
Su valentía seguirá siendo reconocida años más tarde cuando en el año 2009, el Gobierno de Reino Unido la premió con la Insignia de Veteranos por su trabajo como auxiliar de Transporte Aéreo.
Los hombres estaban convencidos de que ellos eran los únicos que podían hacer las cosas
Cuando terminó la guerra, continuó trabajando para la Fuerza Aérea francesa, viviendo en Londres y más tarde en Mequinez (Marruecos).
Entre los años 1945 y 1946 realizó una gira por América Latina, con el objeto de realizar demostraciones de aviones franceses, visitando Argentina, Brasil, Uruguay y Chile, donde regresó en 1947 para trabajar como piloto particular y comercial posteriormente.
Durante más de 40 años trabajó como jefe de torre de control en la Fuerza Aérea Chilena, además de ser instructora de vuelo y fundar una escuela que lleva su nombre.
En Chile consiguió el grado de Coronel de Aviación, en el escalafón de Honor, de las Fuerzas Aéreas de su país.
Con tanto movimiento es fácil comprender que su vida sentimental no fuera muy estable ya que tuvo tres maridos y solamente un hijo.
Entre todo esto, tuvo tiempo para escribir un libro, titulado Margot Duhalde. Mujer alada, publicado por la Fundación Arturo Merino Benítez.7 y en 1991 fue publicado un libro sobre su vida Margot Duhalde: aviadora escrito por Magdalena Silva. En 2010 participó en el documental británico Spitfire Women,9 donde se narra la historia de las mujeres piloto de la división Air Transport Auxiliary, y en 2011 en Air Transport Auxiliary, un documental sobre la organización y sus integrantes.10
Su vida fue muy interesante y arriesgada siempre, celebró su 80 cumpleaños saltando en paracaídas a 3.660 mts. y tuvo la suerte de que la salud la permitió llegar a casi el siglo de vida.
No culpaba a los hombres de la actitud o los problemas a los que tuvo que hacer frente, en una reciente entrevista de televisión decía que a comienzos de su carrera “los hombres estaban convencidos de que ellos eran los únicos que podían hacer las cosas. Los criaron así, no es culpa de ellos tampoco”. “A nosotras las mujeres siempre nos miraron en menos y ahora, recientemente, se están dando cuenta que somos iguales o incluso mejores».
Se dice que el tiempo va poniendo las cosas en su sitio, y en esta ocasión, va poniendo a la mujer en su sitio. La historia y el esfuerzo de estas mujeres han demostrado que se podía hacer, abriendo el abanico de posibilidades, y haciendo el camino más fácil a las generaciones que hemos venido después.
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