Educación Pública: estatal, privada, concertada… Una vez más, educar, lo que se dice educar, se convierte en la asignatura suspensa de la política española y un quebradero de cabeza para los padres e hijos de nuestro país. El Estado ha de garantizar la educación universal y en plena libertad de elección. Sin embargo, se dispone a castigar o a premiar a las familias según sea la preferencia de los padres y madres a la hora de educar a sus hijos.
Día tras día padecemos la oleada propagandística del Gobierno de España, esta vez le ha tocado a la Ministra de Educación, Isabel Celaá: “No nos parece adecuado el tratamiento de la religión en nuestra legislación vigente, teniendo en cuenta el principio de aconfesionalidad del Estado. A cambio, proponemos una asignatura computable de valores cívicos y éticos.”
Una vez más, educar, lo que se dice educar, se convierte en la asignatura suspensa de España y un quebradero de cabeza para los padres e hijos de nuestro país.
Totalmente de acuerdo con la Ministra de Educación cuando afirma que hoy el Estado español es aconfesional. ¿Y el día de mañana? Porque como Francia pudiera ser un Estado laico, o confesional, como antaño lo fue España. No es lo mismo aconfesional, que laico, que confesional. Como no es lo mismo educación estatal, que educación privada, que educación concertada, todas son educación pública, porque todas sirven a un mismo objetivo: educar y servir al bien común en la sociedad.
El Estado es aconfesional, sí, pero no las personas que conforman la sociedad española, quienes sí son confesionales en su mayoría; agnósticas en una proporción menor y ateas en un minúsculo porcentaje. Guste o no, la religión, o el hecho religioso atraviesa la historia y la vida de las personas, Jesucristo vino y la partió en dos.
Este nuevo sello del Gobierno socialista, -experto en el uso de las redes sociales, eficaz para lo accidental pero carente de prioridades a la hora de servir a España-, quedó expresado en los pobres argumentos de la Ministra Celaá: Fuera la religión como asignatura computable; A ver qué hacemos con la educación concertada porque en realidad roban alumnos de las escuelas estatales; además, existen escuelas concertadas que en algunas etapas del desarrollo escolar separan a niños de las niñas ¡Qué escándalo! Etc. Y metamos todo en el saco de los “valores cívicos y la ética”.
La realidad es simple. Este Gobierno y sus aliados han determinado porque sí, acabar con todo destello de cristianismo en España, sea a través de la educación; de la televisión pública; del silenciamiento mediático de la Iglesia católica, salvo para criticarla, etc. Lo que sea, pero hay que acabar con la huella cristiana, y concretamente con la católica. Lo intentarán, pero no lo lograrán.
Qué diferencia con el líder de la vecina Francia, Emmanuel Macron, quien demuestra bastante más claridad, normalidad y responsabilidad que nuestro Presidente Sánchez. Hay personas que han comprendido que la ideología no ha de empapar toda la realidad, y que la ideología personal ha de quedar al margen de muchos asuntos, particularmente aquellos que más contribuyen al bien común, como es la educación pública, sea estatal, privada o concertada. Macron lo ha comprendido, Sánchez no.
Hay personas que han comprendido que la ideología no ha de empapar toda la realidad, y que la ideología personal ha de quedar al margen de muchos asuntos, particularmente aquellos que más contribuyen al bien común, como es la educación. Macron, demuestra bastante más claridad, normalidad y responsabilidad que nuestro Presidente Sánchez
La mirada sobre la realidad social del republicano francés, dista mucho de la del populista español. Lo demuestra sin complejos cuando pronuncia estas palabras: “Un Presidente de la República que pretenda desinteresarse de la Iglesia y de los católicos, faltaría a su deber”.
Emmanuel Macron, consciente de que es el Presidente de una República constituida en Estado laico, manifestó el pasado 9 de abril ante obispos, empresarios y personalidades católicas de su país: “No pretendo un credo republicano, ni cegarme voluntariamente a la dimensión espiritual que los católicos invierten en su vida moral, intelectual, familiar, profesional, social, sería condenarme a tener una visión parcial de Francia; sería desconocer al país; su historia, sus ciudadanos y, generando la indiferencia, derogaría mi misión. Y no tengo indiferencia respecto a ninguna de las confesiones que están en nuestro país”.
El propio Macron evocó aquel mismo 9 de abril en su discurso al héroe nacional Arnaud Beltrame, fallecido semanas atrás, valorando el hecho de que sabía que era un hombre convertido al catolicismo y aunó como tantos otros franceses el amor total por su país y por el prójimo. El Teniente Coronel de la Gendarmería dio su vida a cambio de rehenes en manos de yihadistas.
Este hecho del gendarme heroico me recuerda a un anciano narrando con auténtico dramatismo, el momento en el que se vio cara a cara con un enemigo durante la I Guerra Mundial. En un momento inesperado se hallaron el uno frente al otro, él con el arma lista y el otro no. “En un instante, -dijo-: Me vino el no matarás, le miré y le dejé ir, no pude matarle, tengo tan íntimamente grabado en mi ser que la vida es sagrada, que no pude matarle.” Este testimonio lo vi en uno de esos magníficos documentales históricos de las Guerras Mundiales del Siglo XX.
Me sirve esta historia del soldado inglés para afirmar que la fe religiosa y la educación recibida provocan las actitudes fundamentales de cualquier persona, en cualquier situación, límite o extraordinaria, al igual que la del gendarme francés al intercambiar su vida por rehenes.
¿Qué provocó esa reacción en aquel soldado? ¿La ética o la religión? ¿Su fe religiosa o su humanidad capaz de ver al enemigo como a un igual bajo el sol? ¿Quién le enseñó el “No matarás”? ¿Forma parte de la ética y de los valores cívicos el “no matarás” o de la religión?
De la ética se dice que es la disciplina filosófica que estudia el bien y el mal y sus relaciones con la moral y el comportamiento humano. O bien, el conjunto de costumbres y normas que dirigen o valoran el comportamiento humano en una comunidad.
Recordemos lo del huevo y la gallina, ¿Qué es antes la ética o la religión? ¿Está quizá la ética supeditada a la religión? ¿O la religión a la ética? ¿Es ético que desaparezca la religión como asignatura de la educación española? Muchos tenemos clara la respuesta, no se contradicen, se complementan, una enseña la trascendencia y afirma la existencia de Dios, otra el comportamiento recto entre personas.
Este nuevo Gobierno de España demuestra vivir ajeno a la realidad de las personas y de la historia de nuestro país, busca a toda costa desechar todo rastro de catolicismo y cristianismo de nuestra sociedad.
Un primer paso supone sesgar la educación pública como servicio al bien común. Confundir a los padres y madres sobre los fines comunes de la educación estatal, privada o concertada atacando única y exclusivamente a la religión católica.
Lo intentarán, pero no lo lograrán.
Educación Pública
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