Los monarcas a lo largo de la historia han sufrido todo tipo de humillaciones, como cualquier persona. Isabel II de Inglaterra y Felipe VI reflejan la impecabilidad en el ejercicio de sus funciones. España y Reino Unido representan como pocas naciones la historia del mundo y de Europa. Esenciales diferencias nos distinguen. En el Reino Unido la democracia salvaguarda a la Corona, y la Corona defiende a la democracia. En España aún está por ver.
Una mención a la serie británica “The Crown” amenizó la conversación de una noche de verano. Un amigo,-más movido por el dolor que por la razón,- espetó: “El Rey acabará abdicando algún día, no puede ser que se permita que sea humillado continuamente. Seguimos hablando del asunto y en un momento dado otro comentó: “Lo que está claro es que un Rey puede ser humillado, pero precisamente por ser Rey nunca humillará, y en ese camino de espinas, nos va ganando y haciéndose valer como lo que es, el Rey”.
“The Crown”, sintetiza los primeros años del reinado de Isabel II de Inglaterra al hilo de los acontecimientos políticos del momento. Y no ahorra hechos verídicos bochornosos y humillantes para la joven Reina. A medida que avanzaban capítulos, personajes, historias de la Historia, aumentaba mi sorpresa y admiración por la perfecta armonía entre Monarquía y democracia cuajada en Reino Unido.
En el Reino Unido, la democracia salvaguarda a la Corona, y la Corona defiende a la democracia. En España aún está por ver, con la salvedad de que no por parte de la Corona, con sus luces y sus sombras.
Las comparaciones son inevitables, el Reino de España no ha cuajado definitivamente aún ni una, ni otra. Matizo, la sociedad española en general, y los políticos actuales en particular, no han consolidado aún ni una, ni otra: Ni monarquía, ni democracia. Sin embargo, nuestro Rey Felipe VI sí lo armoniza perfectamente en fondo y forma. Nos ha demostrado mucho en poco tiempo.
“Lo que está claro es que un Rey puede ser humillado, pero precisamente por ser Rey nunca humillará”. Si España, con su Gobierno y personal político a la cabeza supieran realmente qué es una democracia y el valor real de la Monarquía, hechos deplorables como el rechazo a los Reyes para asistir a la entrega de los Premios Príncipe de Viana en Navarra; o el bochorno de tener que celebrar la entrega de los Premios Fundación Princesa de Gerona en los jardines de un restaurante; o presenciar en el centro de Barcelona una pancarta gigante con la imagen del Rey boca abajo, no hubieran ocurrido si los representantes del Estado se hubieran puesto como escudo protector del Símbolo de la Nación, que es el Rey.
Estas situaciones resultan impensables en el Reino Unido y en otros países de nuestro entorno, sea en forma de República o de Monarquía.
Y esta España del Siglo XXI deja escapar las oportunidades de crecimiento. Contamos con la madurez absoluta de un joven Monarca frente a la más absoluta decadencia política y social que sobrevuela España desde los últimos 30 años.
La serie británica “The Crown” se realizó a raíz del 60 aniversario de la Reina Isabel II en el trono. Las comparaciones son inevitables. Nuestro joven Rey Felipe VI no es comparable con Isabel II, cada uno nace en momentos distintos de la historia. Sin embargo, ambas figuran destacan por su lealtad inquebrantable a sus funciones, la conciencia y libre determinación para asumir lo que el destino o más bien, la Providencia les ha confiado. Ambos han padecido humillaciones de todo tipo, sin embargo, Isabel, no por ser ella, sino por lo que representa ha sido cuidada, mimada, exigida, querida por ciudadanos y representantes políticos. Nuestro Rey Felipe VI de España, aún no, tristemente, aún no.
Se podría resumir madurez frente a inmadurez de dos de las naciones más importantes de la historia de la humanidad.
Definitivamente sí, envidio la armonía en lo esencial del Reino Unido.
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