Mucho se habla de quienes fueron las primeras feministas, y del tiempo que hace en que la mujer empezó a reivindicar sus derechos. Podemos decir que fue Concepción Arenal una, sino la primera, feminista española. Pese a que nuestras hijas oyen de forma casi permanente que la mujer no podía hacer nada a lo largo de la historia, hay muchos ejemplos de mujeres que se lanzaban a la piscina y nadie las podía parar. Pero con profesionalidad, ejemplos muy alejados de lo que se llama a niveles gubernamentales feminismo.
Pese a que nuestras hijas oyen de forma casi permanente que la mujer no podía hacer nada a lo largo de la historia, hay muchos ejemplos de mujeres que se lanzaban a la piscina y nadie las podía parar.
En 1841, Concepción empieza en la facultad de derecho en la universidad central, como oyente, pero vestida con ropa masculina, consiguiendo entrar y ser admitida incluso después de haber sido descubierta, gracias a una ausencia de regulación.
Uno de sus logros fue ser la primera mujer premiada por la Academia de las Ciencias Morales y Políticas. A pesar de que su escrito se presentó, en principio, bajo el nombre de uno de sus dos hijos, Fernando, que entonces tenía 10 años.
Aunque es una autora poco leída, su obra literaria es bastante abundante, publicando numerosos artículos, incluso libros de poesía y Ensayo, como “Oda a la Esclavitud” en 1866.
Asiste a tertulias de intelectuales de la época, siempre vestida con ropa masculina y se casa con un abogado que fue compañero en la universidad. Trabaja en revistas, funda la rama femenina de las conferencias de San Vicente de Paúl, queda viuda y empieza otro periplo.
Su preocupación por los presos, “hombres y mujeres” la lleva a ser la primera mujer en recibir el cargo de Visitadora de Cárceles, siendo nombrada en 1868 inspectora de Casas de corrección de mujeres, como las llamaban en esa época, lo que dio lugar a una serie de Televisión Española. Su amor ante los necesitados hizo que diera su vida y obra para ayudar a mejorar estas situaciones.
También fue intermediaria de la Reina María Victoria, quien desde el exilio, envió ayuda a muchos españoles necesitados. Funda también una Constructora benéfica que hacía casas baratas para obreros…escribe varios libros, colabora con la Cruz Roja atendiendo a soldados en la guerra carlista, y dirigiendo un hospital de campaña etc.
Creo que no la quedaba nada por hacer, nada productivo sin duda. Luchó por tener educación y formación, y actuó para dársela a los demás. Con una especial preocupación del cuidado hacia el otro, por defender a las personas y ayudar.
En 1884 redactó «La mujer del porvenir«, un libro que recomiendo leer a las mujeres ¿Qué contaba esta mujer a sus contemporáneos? En él hace una defensa del derecho de la mujer a la educación, justificándolo como garantía de un futuro mejor para todos, es decir, para la mujer, para el hombre, y para la sociedad, otorgando a la educación y formación de la mujer un papel fundamental, pues en su época, la única salida de la mayoría de las mujeres era el matrimonio. Sin embargo reconocía claramente el gran papel de la mujer por su aportación a la sociedad y que dentro de la familia era la más considerada y respetada. El poder que otorga la maternidad.
Es por ello que, en base a toda su obra literaria, y a como decidió vivir su vida, se la considera la primera feminista española, postura que fue resultado de sus convicciones religiosas: “Dios nos creó como compañeras del hombre, y como sus compañeras deberíamos estar al mismo nivel”, argumentaba.
“Dios nos creó como compañeras del hombre, y como sus compañeras deberíamos estar al mismo nivel”, argumentaba.
En un mundo de incongruencias, la mujer podía ser Jefe de Estado, pero no podía trabajar en puestos intermedios.
En «La mujer del porvenir» destaca todas las cualidades femeninas que aportan al mundo una visión diferente, más humana y de mayor empatía, lo que se llama ahora «liderazgo femenino».
Sus razonamientos, de hace más de cien años, cerrarían la boca a todas esas feministas que gritan derechos que no son derechos y no tienen más argumento que el de que quieren hacer con su cuerpo lo que quieran, rebajándolo a un simple objeto, destruyendo el cuerpo de la mujer de múltiples formas, e incluso su alma, pretendiendo eliminar la esencia femenina de muchas niñas, o incitándolas a matar a sus propios hijos y aireando, de esta forma, la ausencia de capacidad de raciocinio. La naturaleza o la biología, nunca podrá ser ideología.
Ella, por el contrario, siempre resaltó las cualidades innatas y esenciales de la mujer, que son precisamente las que la diferenciaban, basadas en el amor, en la entrega. Pero este amor podía llegar a más, y era según ella, el que hacía que pudiese hacer cosas incluso mejor que el hombre. Pensaba que si tenemos más paciencia (esto no siempre es cierto), si damos más, y si sabemos más, podemos utilizarlo todo mejor.
Ella, católica y madre, demostró con valentía, tener las ideas muy claras en una época muy complicada para cualquier mujer con inquietudes.
Su formación y fe la llevaron a trabajar para los pobres, y los marginados, fundando junto a su marido las «Conferencias de San Vicente de Paul”, siendo así precursores de la actividad que hoy día realiza Cáritas.
Con lo que ella no contaba es que la formación no es una garantía para ser mejores personas, por el contrario, si no es la correcta, puede incluso hacernos peores. La mujer está más formada que nunca y sin embargo las reivindicaciones feministas no son más coherentes, sino más absurdas. Estas, por desgracia, se reducen a un cuerpo. El intelecto no importa, ya que incluso nos tienen que garantizar cuotas por si no llegamos al nivel. No veo, ni oigo a las entidades feministas, ni a los valientes artistas españoles, denunciar los abusos y situaciones de tantas niñas y mujeres en países islámicos.
Creo que si Concepción levantase la cabeza sentiría una gran frustración e indignación por lo que se ha convertido en muchas ocasiones la lucha por los “falsos y manipulados derechos” de la mujer.
El lema de su vida fue su epitafio:
“A la virtud, a una vida, a la ciencia”.
Lo que no sabemos es, en qué punto del rumbo que ha tomado este mundo se nos ha despistado la virtud… que ella puso en primer lugar.