Todos o casi todos hemos conocido esas aceiteras que se usaban para engrasar las máquinas. Es un sencillo artilugio que apretándole en la base, aparece una gota en el extremo, que lubricando la maquinaria, hace que en unos segundos funcione a la perfección.
¿Verdad que parece un milagro? ¡Una sola gota basta para que todo quede arreglado!
Pues bien, eso es lo que yo os propongo hoy. Que seamos esa gota de aceite que lubrique nuestros pensamientos de una forma alegre y positiva.
Cuando veamos que algo se oxida dentro de nosotros, por la tristeza, por un pensamiento negativo, por una contrariedad… apliquemos una gota de aceite a nuestras ideas.
Utilicemos frases de nuestra propia cosecha o de la de los demás que en otras ocasiones no han ayudado a salir del mal momento que estábamos pasando. Por ejemplo: «Todo pasará», o «Yo puedo», o esta otra para darnos valor: «No voy a permitir que esta situación pueda conmigo».
Todo vale. Una frase, una oración, una jaculatoria… Cualquier cosa que nos haga salir del bache por el que estamos atravesando.
Probadlo y veréis que efectivo es. Nunca falla.
Elegid la frase que más os guste y tenedla preparada, por si llega el momento. En cuanto eso ocurra, repetid hasta la saciedad vuestra «gota de aceite», y veréis como funciona.
No se trata de sugestión, no. Solo es que damos un pequeño empujón a nuestros pensamientos un tanto negativos, para que a partir de esos momentos, y después de convencernos de que lo podemos hacer, ocurra el milagro el milagro de ver las cosas de un modo distinto.
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