Con frecuencia me preguntan por las razones últimas que mueven la moda. Ciertamente es una cuestión práctica y a la vez enigmática. A todos nos gusta conocer el porqué de lo que ocurre, también de los vaivenes de la indumentaria o lo que hoy se podría denominar “Moda líquida”.
Una moda que se adapta, cambia y se transforma en función de los diferentes perfiles del consumidor. Ya lo decía Shakespeare: “la moda marea” a quien la sigue, por lo que supone de cambio y variación.
A la vez, advierto cierto malestar cuando doy motivaciones que pasan por el pensamiento, la filosofía, la sociología y el conocimiento científico. Dado que el consumo y la mejora moral dependen del conocimiento.
A mayor conocimiento, mayor ejercicio de la libertad. Nunca como ahora, hay que estar atentos al influjo de la modernidad . Este tiene como único fundamento el racionalismo, impregnado esta última de relativismo y escepticismo. ¡Menudo cóctel!
Seguramente, hemos oído hablar sobre el trans-humanismo, que considera la no existencia de un solo tipo de felicidad (Echarte, 2018), y como consecuencia, las formas de concebir y manifestar la belleza son variadísimas.
Los aspectos expuestos anteriormente pueden servir para clarificar la cuestión que preocupa a tantos consumidores: ¡hoy día no hay una moda concreta, se lleva todo! Esto no hay quien lo entienda ¡Qué lío!
Con frecuencia me gusta responder: “lío, ninguno”. Todo está clarísimo: la moda que impera es simple reflejo de la corrientes del momento. Aunque esto último presente muchas resistencias.
La moda y el Relativismo
Las posturas relativistas y escépticas en el ámbito de la moda son muy bienvenidas, ya que multiplican la oferta de cara al consumo. A nadie se le oculta que al fin y al cabo todo se mide por la rentabilidad, también las ideas. Solo prosperan las que son rentables, esta afirmación se puede comprobar con la sola observación como se puede ver a través del Gráfico 1.
Sostenibilidad y Moda líquida
Por ejemplo, la corriente sostenible en moda se va imponiendo muy lentamente, a pesar de ser una propuesta altamente beneficiosa tanto para el ser humano como para el medio ambiente ¿Por qué si es tan buena no toma más cuerpo como tendencia? ¿Por qué dado el volumen y la efectividad de las comunicaciones y las redes sociales no se divulga y asume con más rapidez? Por lo que respecta al consumidor, la respuesta cae por sí sola:
- Conlleva cierto esfuerzo de detenerse a pensar de forma racional.
- Invita a la reflexión.
- Limita el consumo. Ejercer la voluntad
Los factores señalados en el párrafo anterior están destinados al fracaso en una cultura como la nuestra, donde las marcas buscan precisamente el lado más inconsciente del consumidor y explotar la vulnerabilidad de la irreflexión, precisamente para favorecer el consumo.
A duras penas, el sector del lujo y algunos emprendedores idealistas están siendo capaces de sacar adelante proyectos que intentan reflejar algunos de los aspectos que hacen que la moda sea un poco más sostenible. La artesanía, el movimiento Slow Fashion, el empleo de fibras naturales y orgánicas, son algunos de los emblemas que han logrado abrirse paso, después de una ardua tarea de información están logrando cambiar los hábitos de algunos consumidores y captarlos como clientes (Gardetti & Delgado Luque, 2018).
Qué duda cabe, la moda tiene por delante el gran reto de conseguir la reducción de este tipo de consumo. Disminución de consumo y rentabilidad son imposibles de conciliar desde los parámetros económicos que rigen nuestra economía. Si el consumo genera empleo e incrementa la riqueza, nos cuestionamos así, en última instancia, en que consiste el bienestar económico.
Un nuevo modelo
La generación de conocimiento debe plantearse seriamente la necesidad de nuevos modelos que permitan, al menos, equilibrar las demandas que el medio ambiente está pidiendo a gritos expuestas a través del Gráfico 2:
Aprovecho este espacio para animar a docentes, investigadores, diseñadores, y emprendedores que forman parte de una u otra forma en el sistema de la moda, a propiciar buenos hábitos en el consumo de moda. Un buen punto de partida pueden ser las tres R’: reciclar, reutilizar, reparar.
¿Por cuál vas a empezar?
Referencias
Echarte, L. (2018). Consumo y mejora moral. En El consumidor de moda (pp. 249-288). Pamplona: Eunsa.
Gardetti, M. Á., & Delgado Luque, M. L. (2018). Vestir un mundo sostenible. Buenos Aires: LID Editorial Empresarial, S.R.L.
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