La mala pata de Rafa Nadal ocurrió antes de la operación de tobillo. El asesinato del periodista árabe Jamal Khashoggi, sometió a nuestro campeón a una presión mediática sin precedentes. Khashoggi denunciaba la ausencia de Derechos humanos en su país.
Al saberse que Nadal había firmado un contrato para participar en un Torneo de exhibición, en diciembre en Arabia Saudí, las alarmas saltaron y comenzó una presión mediática implacable. Sin apenas darle respiro.
Si Khashoggi no hubiera sido asesinado, Rafael Nadal y Novak Đoković, jugarían sin presiones el Torneo en Yeda
Noticias como el asesinato del periodista, provocan reacciones y dilemas morales, no fácil de resolver para gobernantes, comerciantes y deportistas. Todo lo relacionado con Oriente Medio, países como Arabia Saudí, Irán, Qatar, Yemen, Pakistán; o de África y Asia, apesta contra los Derechos humanos. No seamos ingenuos, también en Europa, pero avalado por leyes…
Se suceden reacciones en cadena donde reluce la hipocresía tanto de Occidente como de los países ricos asiáticos, aquellos que anteponen al dios economía a la dignidad humana.
Ruido y pocas nueces, no sólo nada cambia, sino que empeora. No hay más que leer las estadísticas del aumento de trata de seres humanos, compra – venta de mujeres, por ejemplo.
Y aquí en España, nuestros políticos en «aras del empleo», sucumben al fin que justifica cualquier medio, cualquier contrato y se permiten dirimir la diferencia entre «deberes políticos» y «nuestro deber de denunciar donde no se respetan los derechos humanos» (Inés Arrimadas).
Lo cierto es que, «Además de la libertad, el desarrollo humano integral como vocación exige también que se respete la verdad». (Caritas in Veritate, 18)
La deportista ucraniana que perdió 160.000 dólares
Anna Muzychuk, se hizo viral al anunciar por redes su negativa a participar en el Mundial de Irán en 2016, por obligarla a ponerse velo.
Se convirtió así en un icono del sentido común y plantarle cara al mal bañado en petrodólares. Y ahora, allí donde sabe que los gobiernos no aplican los derechos humanos, no acude.
Insisto en el sentido común de esta deportista, porque ella misma en una entrevista afirmaba, que tras recibir la invitación para participar en el Mundial de Irán, se informó sobre un país al que no conocía. Una vez informada y formada, concluyó, «no acudo». Fin de la historia.
«Es triste perder títulos, pero mucho más tu dignidad»
La campeona de ‘ajedrez rápido’, modalidad deportiva ignorada para la mayoría de los mortales, se rebeló ante la obligación de ponerse velo y hoy, además de competir, imparte conferencias sobre igualdad entre hombres y mujeres.
La FIFA y Qatar 2022
No seré yo quien diga ¡Noooo! No debemos participar en nada con esos países que nadan en el petrodólar, piensan y actúan como antes de la Edad Media y quebrantan contínuamente los Derechos humanos.
Pero sólo por un motivo, porque los deportistas y el deporte enseñan y destacan lo más noble del ser humano y porque al estar en el punto de mira se ven obligados a mejorar algo.
Sin embargo, todos sabemos que en torno al Fútbol y tantos otros deportes, prima el rédito económico. Por eso es tan difícil desenredar la madeja y exigir coherencia total, aunque deberíamos como sociedad.
El mundo occidental, sin duda, presiona a Qatar. Se vislumbran algunos resultados, al menos, con vistas al Mundial van dando ligeros pasos de «aquí no se impone nada, las mujeres podrán vestir como quieran«.
Donde no existen los Derechos humanos
Cabe preguntarse pero, ¿y la pena de muerte? Las penas de cárcel para homosexuales, y personas que cometen adulterio, existen. Sobre la compra – venta de mujeres para servicio doméstico, silencio mediático. ¿Y robar documentación personal, pasaporte, a trabajadores extranjeros por si quisieran irse sin permiso de su «empleador»? Quien previamente les ha robado toda posibilidad de identificación.
La lucha porque los Derechos humanos sean respetados por todos los Gobiernos del mundo, supone una tarea sin descanso. Requiere enardecer el alma, el corazón y no permitir que la economía dictamine nuestro porvenir como humanidad.
Y sobretodo requiere redescubrir el bien común, el bien mayor, frente al individualismo que devora nuestras sociedades.
¿Deben o no deben los deportistas implicarse más en favor de los Derechos humanos?
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