2 de diciembre de 2018
La trata de personas, la explotación sexual, el trabajo infantil, el matrimonio forzado y el reclutamiento de niños son algunos de los tipos de esclavitud que busca y exige erradicar el Día Internacional por la abolición de esta pandemia, y que se recuerda cada 2 de diciembre desde 1949.
En países como el nuestro, observamos estas crueles realidades desde la distancia. Sin embargo, sí existe una esclavitud que debería avergonzarnos como nación: la prostitución.
España es el ‘burdel’ de Europa. Líder en el tránsito de esclavas de la prostitución y trata de personas. Cuyo máximo exponente es la Junquera, pueblo fronterizo con Francia.
Esclava es la mujer explotada y usada como un paquete de correos en días del ‘Black Friday‘, por las mafias y la connivencia de intereses políticos y económicos.
Mientras otros países europeos han regulado el tema de la prostitución, al constatar el comercio de personas como macabro telón de fondo, en España la negligencia para reformar la legislación, donde el putero sale inmune, resulta escandalosa.
La mujer, una vez más, es la principal víctima de la perversidad humana.
El consumidor de sexo: amo y esclavo a la vez
Esclavo es el libre consumidor de sexo, convertido en amo y esclavo a la vez. Estos esclavos modernos han matado el alma, y son incapaces de mirar con amor al prójimo. El dinero todo lo puede.
Esclavos de deseos, amos por dinero
Todo aquello que denigra al ser humano, porque otras personas se sienten superiores o dueñas, genera esclavitud. Esclavos, fueron los judíos exterminados en los campos de concentración, por el deseo y locura de unos pocos hombres. Pero en la actualidad existen otros cómplices de situaciones de esclavitud, aunque no quieran reconocerlo. Mirar para otro lado sale gratis.
Los nuevos amos producen esclavos de los deseos. Los nuevos tipos de esclavitud social. Afectan a quienes no asumen la limitación que la propia naturaleza impone, y anteponen sus deseos por encima de todo.
Quienes exigen legislaciones nuevas, o directamente las vulneran, tanto de la Ley Natural, como de la Ley positiva. El negocio internacional de la compra-venta de mujeres, por ejemplo, para alquilar sus vientres, degradante y perverso negocio, con el fin de satisfacer los deseos de otros. ¡Nueva esclavitud!
En la escala de amoralidad más absoluta, como las clínicas abortistas, vientres de alquiler, o la compra – venta de servicio doméstico, extendido en Norte de África a Oriente Medio.
Y luego, en esa escala aparecen múltiples nuevos tipos de esclavitud, llamados adicciones: al sexo, a la pornografía, drogas, al juego, a las apuestas, a las redes sociales, etc.
El juego y las apuestas, por ejemplo, bien subvencionados y apoyado por los Gobiernos de España. Anuncios que antes no salían por la televisión promoviendo estas adicciones, ahora sí, con un mediocre «Para mayores de edad«, como justificación.
Esclavitudes a adicciones camufladas porque directamente no se ataca o explota a otra persona, pero sí a la propia alma…
Datos estremecedores
Aunque tengamos la fortuna de no sufrir de cerca ninguna de estas abominaciones, el Día Internacional de la abolición de la esclavitud, ha de servir para tomar conciencia del nuevo tipo de esclavitudes. Incluso para mover nuestra voluntad hacia alguna organización y hacer voluntariado.
Aunque ocurra fuera de nuestras fronteras, desde aquí se puede contribuir para acabar con este cáncer mundial.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), más de 40 millones de personas en todo el mundo son víctimas de la esclavitud moderna. Las mujeres y las niñas se ven afectadas de manera desproporcionada por esta lacra, representando el 71 por ciento del total, casi 29 millones.
Del total de víctimas, un 25 % son niños, alrededor de 10 millones.
Matrimonio forzado, trabajo infantil, trabajo forzado a salarios miserables, reclutamiento de niños para guerras, etc. Siempre estamos a tiempo de agrandar nuestra capacidad de compasión a tantas víctimas de un sufrimiento atroz, personas como nosotros. Exáctamente iguales.
¿Y por qué no? A tiempo para elevar una oración por tantos esclavos, que incomprensiblemente contempla el Siglo XXI.
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