Sabrina González Pasterski obtuvo a los 23 años un privilegio especial: investigar y avanzar en sus estudios, ¡sin la supervisión de profesores! Algo al alcance de un colectivo minoritario: el de los genios.
Ese privilegio se denomina libertad académica, tras demostrar la excelencia, originalidad e innovación, el investigador puede elegir sobre qué y cómo investigar los temas, sin interferencia de profesores.
Radiografía de una mente brillante
Pasterski aún no es doctora, estudia su doctorado en Harvard investigando sobre «Física teórica«, pero la realidad de sus avances en la investigación provoca que se la considere como tal.
Sabrina nació en Chicago en 1993, de madre cubana y padre estadounidense, llama la atención que su primer apellido sea el de su madre, ‘González’, habría que preguntarle si por algún tipo de reivindicación de su origen hispano.
A los 21 años publicó un trabajo sobre el efecto del origen de las ondas gravitacionales, que supuso su lanzamiento en el universo de los grandes científicos. Stephen Hawking lo aplaudió y puso en valor, así comenzó a ser conocida como «la nueva Einstein». Ella se desvincula de la comparación.
Es una mujer con chispa cuando habla, aunque lo haga a la velocidad del sonido, por lo que entenderla con claridad no resulta fácil y menos aún cuando se adentra en materias científicas.
Sabrina González en su forma de presentarse denota simpatía, pasión, seguridad personal y una mirada franca, la propia del buscador. Comentaba en una entrevista que su relación con la física es algo así como una historia de amor, «la física se fijó en mí y yo la elegí a ella.»
Llama la atención en ella, que el verbo «aprender» es recurrente. Se considera aprendiz de todo, con la mirada puesta en lo que aún queda por descubrir.
Muestra esa fascinación de los que viven en un universo al alcance de pocos, absortos en dar con las respuestas a sus preguntas. Incansable.
Su blog,-Physics Girl-, refleja una personalidad que va a lo esencial, pragmática, muestra de su trabajo, no de sí misma. Aparecen dos columnas con vídeos, trabajos publicados, lugares a los que acude como invitada especial, menciones en prensa, premios, etc.
De hecho, el blog no es particularmente atractivo. Prescinde de lo accidental, como si se dijera, «me veo obligada a que conozcan mi trabajo, pues se publica», pero de una manera accesible, la estética… queda arrinconada.
Un parecido razonable
Su personalidad posee cierta similitud con la de Hanna Arendt, (la «Condición humana», «Teoría de la banalidad del mal» etc.). ¿En qué sentido? Cuando le preguntan a Sabrina, ¿cómo se relaja usted, no todo será estar pensando en la física…? De una forma muy sencilla y al mismo tiempo pensando en cómo responder afirma: «Bueno… cuando no pienso… canto, tarareo, duermo y descanso, en realidad estoy siempre pensando en la física».
El parecido con Arendt es llamativo, quienes la trataron de cerca confirman que era algo habitual verla tumbada en un sillón, fumando y en silencio. Arendt… pensaba todo el tiempo. Igual sucede con Sabrina, pero delante de un ordenador y una pizarra.
«Ave raris»
«Pasterski admite que no participa en redes sociales, al contrario que la mayoría de los jóvenes de su edad, nunca ha tenido novio, ni fumado un cigarro, ni tomado alcohol o emborrachado.
Por el contrario, ella pasa su tiempo libre explorando conceptos sobre la gravedad cuántica, los agujeros negros, y el espacio-tiempo, el modelo matemático que combina el espacio y el tiempo como una unidad de continuidad.» (Extracto del artículo: «Harvard ha descubierto a la nueva Einstein, de Kart Mert).
A los 14 años voló con su avioneta que ella sola construyó en dos años. Un profesor suyo la fue grabando y finalmente publicó un vídeo con la increíble hazaña de su alumna.
A partir de ahí su desarrollo académico y científico es un no parar.
Un hecho llamativo fue cuando a los 9 años voló en avioneta y comentó en clase su maravillosa experiencia. La profesora le dijo: «muy bien, pero ¿últimamente qué has hecho?»
Aquella maestra sin saberlo provocó en la pequeña una especie de reacción en cadena, comenzó a hacerse preguntas para obtener respuestas, «volar me encantaba pero descubrí que me gustaba aún más averiguar qué hacía volar.»
Lo cierto es que Estados Unidos posee un tesoro y la humanidad también. ¿Cómo y cuándo el trabajo de esta joven repercutirá en nuestra vida? No lo sabemos.
Poder acceder a la actividad de Sabrina González Pasterski de un modo tan abierto, al menos a simple vista, provoca ilusión y esperanza. Y con eso nos quedamos, le seguiremos la pista.
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