Hace unos días, leíamos la noticia del nacimiento de Esperanza, hija de una niña de 12 años, que supuestamente había sido violada, en Argentina.
Los medios y muchas mujeres, se pusieron como locos a denunciar el derecho a abortar de esta niña a la que, pese a haberlo pedido, se la había obligado a traer a su hija al mundo por una cesárea practicada en la semana 24 de gestación, erigiéndose de esta forma en defensores de los derechos de la mujer.
¿Medias verdades o absolutas mentiras?
Un reconocido periódico español, incluso llegaba a cuestionar que hubiera sido una violación al decir que, tanto si fuera violación o no, en una menor de 15 años, se consideraba así en ese país.
La primera ecografía fue realizada en la semana 23 y media, específica el medio, solicitando la abuela de Esperanza y la madre, de tan solo 12 años y por tanto, sin saber lo que pedía, el aborto.
Pero a Esperanza sólo se le dio una oportunidad para vivir, y fue en la semana 24 de su gestación. Poca diferencia había entre el aborto demandado y la forma y momento en que Esperanza vino al mundo, forzada, arrancada, muriendo unos días después.
Sin embargo todo esto ha traído como consecuencia la verdad.
Si hubiera abortado, el silencio habría sido el cómplice de la prostitución a la que se sometía a una niña de 12 años, por parte de su madre. Sin embargo, los medios ya no han vuelto a decir más. Es más útil buscar una víctima para defender el aborto, que defender la verdad.
Que no se deje abortar a una niña de 12 años, es noticia, pero no lo ha sido cuando se descubre que estaba embarazada porque su madre la prostituía, pasando a ser el embarazo una consecuencia desgraciadamente lógica de la prostitución. Siendo terriblemente dramática la realidad de que una madre haga esto con una hija de 12 años, para la que solicitaba el aborto.
Sin embargo no pudo tapar su culpa culpando a otros.
Pero Esperanza murió, como todo pronóstico indicaba, no podía sobrevivir. Traerla al mundo en ese momento del embarazo no podía tener otro final, como fue también terrible el pronóstico de Julen.
Dos niños que, en distintas circunstancias, han muerto con pocos días de diferencia.
Julen
Julen movió montañas de corazones que se han unido en el esfuerzo y con la esperanza remota de encontrarle. Este esfuerzo, nos ha recordado el valor de toda vida, incluso aunque no hubiera esperanza, y que ha merecido la pena luchar por la posibilidad de que pudiera estar vivo.
El valor, esfuerzo e implicación de tanta gente, de tantas personas que se han implicado, han recordado el valor que tenía la vida de este pequeñín.
Ante todo este gran despliegue de buena voluntad, de incluso llegar a poner en riesgo otras vidas por intentar salvar una, que finalmente ya era incierta, es curioso pensar el poco valor que se le da a la vida de otros niños.
De tantos niños indefensos, como Julen, pero con menos meses de existencia y encerrados, en estos casos, en los vientres de sus madres, por los que nadie lucha.
Julen nos ha unido en la lucha por la vida incierta, y ha demostrado que merece la pena tener corazón y defender una causa noble.
Esperanza ha muerto, por decisión de ciertas personas, pero su muerte ha servido para salvar a su madre. La ha rescatado sacando a la luz la terrible situación a la que su propia madre la sometía. Se ha salvado una vida.
Nueva York, la evidencia del mal
El pasado día 22 de enero, en el incompatible marco de la mal llamada de Salud sexual reproductiva, se aprobó en Nueva York la legalización del aborto durante todo el embarazo y sin la obligatoriedad de que sea un médico quien lo practique. Habilita la posibilidad de practicar el aborto en cualquier momento, en “caso de inviabilidad fetal o cuando sea necesario para proteger la vida o la salud del paciente”.
Este supuesto “gran paso” para los defensores de la muerte, se dio el día del aniversario del fallo del juicio Roe vs Wade por el que se legalizó el aborto en EEUU en 1973 , y cuya protagonista años más tarde arrepentida de sus mentiras y de lo que consiguió, decía en un anuncio en televisión: «El aborto ha matado a 50 millones de bebés inocentes solo en Estados Unidos desde 1973. El aborto deja cicatrices en un número incalculable de madres, padres y familias también».
La macabra ley se ha celebrado en el Senado y se iluminaron varios edificios de la ciudad, llegándose a publicar en la web del estado de Nueva York una declaración el propio gobernador de esta ciudad afirmando que «esta decisión es una victoria histórica para los neoyorquinos”, como si una película de Gotham se tratara.
Mientras que unos niños reciben todo el amor del mundo y se despliegan grandes medios por ellos, otros no tienen ni siquiera derecho a nacer.
Me quedo con la movilización de corazones de Julen, con la lucha por la vida aunque que quede una única y remota esperanza, con la entrega de tantas personas…y con Esperanza en este mundo.
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