Con casi 94 años, la artista japonesa es considerada una de las artistas vivas con más éxito del mundo. Su amplísima obra abarca desde pintura, instalaciones, esculturas y artes escénicas hasta video, cine, literatura y moda.
Obsesionada con lunares durante 80 años, los ha convertido en su marca personal … ¡y en su psicoterapia! Artista veterana del Arte Pop abrió su propio museo en Tokio en 2017. Hoy se ha convertido en una pieza clave de nuestra época, una artista total, pionera de movimientos como el Arte Pop, Abstracto y Minimalismo.
Una vida de película
Kusama llamó la atención internacional en la década de los años 60 en Nueva York por sus creaciones de todo tipo, pues probó todas las expresiones artísticas. Fue a partir de los años 70 cuando empieza a vivir en un centro siquiátrico en Tokio, y desde allí continua trabajando de forma prolífica mientras goza de un inmenso reconocimiento internacional.
Yayoi Kusama nació el 22 de marzo de 1929 en Matsumoto, Nagano, Japón. Se crió en el seno de una familia de comerciantes acomodados. Su infancia y adolescencia se vieron perturbadas por un padre mujeriego y a una madre temperamental y abusadora, que la obligaba a espiar los devaneos amorosos de su padre. A causa de esto último, la niña desarrolló un profundo desprecio por el sexo masculino, lo que la llevó a desahogarse a través del arte.
Con sólo 10 años, tuvo su primer contacto con puntos y lunares, puesto que sufría alucinaciones pobladas por círculos sin fin. De ahí que comenzara a pintar lunares y pinturas fantásticas en acuarelas, pasteles y óleos. Experimentaba a menudo visiones de luces, puntos y flores que le hablaban. También veía imaginarios patrones de tela que cobraban vida, multiplicándose y envolviéndola, trasladando estas visiones a la pintura ….
Durante la Segunda Guerra Mundial, y con solo 13 años, fue movilizada y obligada a trabajar en una fábrica de defensa cosiendo pa
racaídas para el ejército japonés. En 1948, con 19 años y a pesar de la oposición de sus padres, se matriculó en la Universidad de Arte de Kioto. Allí aprendió el estilo de pintura tradicional japonesa «Nihonga», pero frustrada con las restricciones y límites de este estilo, se interesó por la vanguardia artística y el impresionismo abstracto europeo y norteamericano. Desde muy joven, participó en varias exposiciones de pintura en Tokio, Kioto, Osaka y Matsumoto.
Estilo y técnicas
En 1950, Yayoi pronto desarrolló su propio estilo y probaba todas las técnicas: acuarela, óleo y gouache, principalmente sobre papel. Además, comenzó a usar sus característicos lunares en todo tipo de superficies, objetos domésticos, e incluso en los cuerpos de modelos.
“Desde mi infancia, siempre he realizado obras con lunares. La tierra, la luna, el sol y los seres humanos representan puntos: somos una sola partícula entre miles de millones”. Yayoi
Influenciada por los hippies y otros movimientos de protesta comenzó a organizar festivales de pintura corporal y diversos eventos públicos en Nueva York, entre 1967 y 1968, contra la Guerra de Vietnam y a favor de la liberación femenina. En 1968 creó un club de pintura, el Kusama Homophile Kompany.
Desarrolló una gran producción, aunque no logró rentabilizarla. Por otro lado, tenía que ser hospitalizada regularmente por un lado debido a sus alucinaciones, y por otro debido a su agotamiento por exceso de trabajo: pintaba más de diez horas diarias.
“Desde los cinco o 10 años he estado pintando desde la mañana hasta la noche. Incluso hoy, no hay un solo día en que no pinte”.
Estuvo íntimamente relacionada con Joseph Cornell, pintor y escultor estadounidense, veintiséis años mayor que ella. Mantuvieron una extraña relación platónica, sin contacto físico, retratándose uno al otro en la casa que el artista compartía con su madre en Queens. Él la ayudaba a sobrevivir con obras que le regalaba y que ella después vendía. Nunca tuvo otra pareja.
Tras el fallecimiento de Cornell en 1972, Yayoi, con 49 años, regresó a Japón. Allí organizó un espectáculo artístico, una Performance que causó tal escándalo que fue arrestada. Desilusionada, tras pasar unos meses en Tokio, volvió a Estados Unidos, en 1973. Finalmente, años mas tarde, cuando se sintió mas enferma, regresó definitivamente a su país natal.
En 1977, decidió ingresar por petición propia, en el hospital psiquiátrico Seiwa de Tokio, para dedicarse exclusivamente a crear, pintar se convirtió en su salvación personal que la alejaba de sus traumas. Ya no quiso salir nunca más de allí excepto para acudir cada día a su estudio o a algún evento especial como las inauguraciones de sus exposiciones. Al volver a Japón, fue olvidada en el mundo cultural durante años. Sorprendentemente, resurgió el interés por sus obras gracias a varias exposiciones retrospectivas, la primera de ellas realizada en 1989, en el Center for International Contemporary Arts de Nueva York.
Entre el infinito y la nada sólo hay deseo. En concreto la obsesión por crear de Yayoi Kusama, que es inmensa.
En sus primeras obras representativas de Kusama, como “Lingering Dream”, creada en 1949, los espectadores pueden observar colores oscuros pero surrealistas. Sin embargo, después de mudarse a Estados Unidos en 1957, se embarcó en nuevas expresiones artísticas, eligiendo esquemas con tonos ascéticos en busca de un efecto de «autodestrucción». Creó pinturas con patrones repetidos, como redes monocromáticas y obras tridimensionales donde superficies enteras se llenaron de un solo color. En los collages y dibujos de las pequeñas obras realizadas en la década de 1970 a su regreso a Japón, surgió un uso rico y poético del colorido. Al mismo tiempo, en sus pinturas en red, comenzó a producir muchas variaciones en el contraste entre el color del fondo y las líneas dibujadas. Esta expresión evolucionó hacia representaciones de tonos mas intensos, algunas de las cuales provocaban vértigo óptico, a lo largo de las décadas de 1980 y 1990. Su desarrollo se amplificó aún más en sus obras tridimensionales y piezas de instalación inmersivas.
En los últimos años, las pinturas de Yayoi Kusama han presentado una diversa gama de contrastes de color, como el cobre con el azul claro en líneas que representan todo el universo, sorprendiendo al espectador con sus novedosas expresiones.
Sus últimas exposiciones en museos muestran series representativas desde sus inicios hasta el presente, rastreando la evolución de las expresiones de color distintivas de Kusama a lo largo de su carrera artística.
En sus obras mas recientes, si bien algunas son pinturas vibrantes y optimistas llenas de colores primarios y esperanza, también hay piezas que emplean mucho negro, lo que parece reflejar pensamientos suicidas.
Estas diversas expresiones de color parecen parpadear y transformarse rápidamente, como si contrastaran la luz y la sombra del mundo interior de Yayoi Kusama.
Su gramática expresa un eterno retorno al gesto de su propia enfermedad mental: acumulativo, repetitivo, fragmentario. A lo largo de más de siete décadas de producción artística, este gesto se convirtió, una y otra vez, en su ritual. Yayoi Kusama busca curarse de sus alucinaciones y tendencias suicidas mediante ejercicios de arte-terapia radical.
Aunque reside voluntariamente en un centro de salud mental desde 1973, camina diariamente hasta su estudio cercano para trabajar nueve horas. Allí libra una batalla épica entre su mano y su pincel, pero también mental, luchando entre lo innecesario y lo prodigioso. Ha sabido buscar su propia terapia que, con esfuerzo y trabajo, la mantiene siempre activa a pesar incluso de su edad y los achaques físicos.
Cine, literatura y moda
Su filme de 1968, Kusama’s Self-Obliteration, producido y protagonizado por ella misma, ganó tres premios. Obtuvo el Primer lugar en el Concurso Internacional de Cine Experimental en Bélgica, y ganó los Segundos Premios en los Festivales de Cine de Maryland y de Ann Arbor.
La mayoría de sus eventos públicos estaban orientados a atraer la máxima publicidad, como Awaken the dead, celebrada en 1960 en el Sculpture Garden, del MOMA, Museum of Modern Art en Nueva York.
Kusama es autora de unos veinte libros de poesía, cuentos y novelas surrealistas, entre ellos Infinity Net, su autobiografía. En 1983, su novela The Hustlers Grotto of Christopher Street, ganó el Décimo Premio Literario para Nuevos Escritores de la revista mensual Yasei Jidai.
A los 93 años, desde el centro psiquiátrico donde vive actualmente, Kusama continúa buscando nuevas formas de expresión. Pinta sobre todo tipo de soportes: jarrones, paredes e incluso sobre cuerpos de personas…
El mundo es su lienzo favorito para transmitir conceptos como el infinito o la sexualidad a través de imágenes repetitivas.
La personalidad de Kusama se forjó en los traumas de la infancia: madre abusiva, padre infiel y una adolescencia en la oscuridad de una fábrica de paracaídas, bajo las bombas de la Segunda Guerra Mundial. A los 25 años, decidió que Japón era demasiado conservador y consiguió realizar su sueño de escapar a los Estados Unidos. En Nueva York se convirtió en la pintora que soñaba ser y recibió los aplausos que necesitaba. Allí, la archi famosa artista americana Georgia O’Keeffe, que amaba su arte, único y liberador, fue su gran aliada. Kusama se convirtió en ícono del Arte Pop.
Hoy, en una silla de ruedas, con plena creatividad, la creadora se siente feliz de tener su propio espacio en su país natal que, por fin, celebra su arte.
Exposiciones
La lista de la muestras de la artista, muchas de ellas en museos principales, es interminable. Su éxito hoy es mayor que nunca.
Con 27 años emigró a los Estados Unidos, y vivió en Seattle, donde realizó su primera exposición individual presentando sus pinturas en la Galería Zoe Dusanne. Durante 1955, participó en la Exposición Internacional de Acuarela, en la Bienal del Brooklyn Museum de Nueva York. Allí conoció a la pintora estadounidense Georgia O’Keefe y desde entonces mantuvieron correspondencia. En 1958, se mudó a Nueva York y expuso en la Galería Brata. Su creación, Infinity Nets, tuvo muy buenas críticas. En 1960 participó en su primera exposición europea, Monochrome Malerei, en el Städtisches Museum Schloss Morsbroich, en Leverkusen, Alemania.
En Nueva York, la japonesa trasladó su estudio al mismo edificio donde trabajaban sus amigos, el crítico y artista Donald Judd y la escultora de origen alemán Eva Hesse. Fue entonces cuando comenzó a pintar muebles, escaleras e incluso zapatos mostrando protuberancias blancas estilizadas. Participó en una de las primeras exposiciones del estilo Pop Art en la Green Gallery de Nueva York junto con el pintor Andy Warhol escultor Claes Oldenburg. Expuso su obra Infinity Nets en el Stedelijk Museum de Amsterdam en la exposición titulada Nul (Nada).
En 1963, exhibió su primera instalación, Aggregation: One Thousand Boats Show en Gertrude Stein Gallery (Nueva York). Al año siguiente, causó sensación en la Galería Richard Castellane (Nueva York) con Driving Image Show, una muestra de objetos con el suelo cubierto de macarrones. Kusama mostró allí su primera instalación de espejos en 1965, con Infinity Mirror Room.
Realizó su primera exposición individual en Europa presentando The Inner and Outer Space en el Moderna Museet de Estocolmo y participó por primera vez, en la prestigiosa Bienal de Venecia de 1966 con su Narcissus Garden. En 1982 mostró sus nuevas pinturas y esculturas de gran formato en la Fuji TV Gallery de Tokio, realizando además otra exposición individual en ese mismo año en la Galería Il Naviglio de Milán. En 1993 representó a Japón en la Bienal de Venecia con obras que abarcaban toda su carrera artística.
Recibió el Premio Asahi en 2001, la Medalla con Cinta Azul Marino Oscuro en 2002, la Ordre des Arts et des Lettres (Officier) francesa y el Premio del Gobernador de Nagano (Japón) en 2003. Un año después el Mori Art Museum de Tokio presentó su exposición, Kusamatrix, que incluía además Dots Obsession, una instalación realizada en un espacio inmenso. En 2009 comenzó su serie de 100 grandes lienzos titulada My Eternal Soul (My alma eterna).
2011 fue su gran año. Se mostró una gran retrospectiva de su obra que viajó a cuatro museos importantes: Museo Reina Sofia de Madrid, Centre Pompidou de París, Tate Modern de Londres y Whitney Museum of American Art de Nueva York.
Espejos infinitos
“Espejos Infinitos” es el título de diferentes instalaciones inmersivas que nos transportan a la visión única, resultado de las imaginaciones creadas por Kusama.
“Infinity Mirrored Room – Filled with the Brilliance of Life” es una de las instalaciones más grandes de Kusama. Fue realizada para su retrospectiva de 2012 en la Tate Modern de Londres. Se muestra junto a “Chandelier of Grief”, una sala que crea la ilusión de un universo ilimitado de candelabros de cristal giratorios. Una presentación de fotografías e imágenes en movimiento (algunas expuestas por primera vez) proporciona un contexto histórico para el fenómeno global en el que se han convertido hoy las habitaciones con espejos de Kusama.
La artista multidisciplinar escribió sus propias poesías, como explicación a sus “Espejos infinitos”, en caso de que alguien todavía no la entendiera.
Recientemente la japonesa ha imaginado juegos de espejos infinitos que expone gracias al patrocinio de marcas archi conocidas como Louis Vuitton, Coca-Cola o BMW.
Reconocimiento mundial
En 2014, una de sus piezas fue subastada por siete millones de dólares en Christie’s. Ese mismo año fue elegida como la artista favorita del mundo en una encuesta realizada entre visitantes a museos por una prestigiosa revista de arte.
El Hirshhorn Museum de Washington organizó en 2017 una retrospectiva de sus últimos 50 años que después viajó a otros cinco museos de Estados Unidos y Canadá. Uno de los hitos de su carrera fue cuando Japón le concedió su propio museo.
El Museo Yayoi Kusama de Tokio abrió en 2017 con entradas agotadas durante un año. Diseñado por el arquitecto japonés Kume Sekkei, es un edificio llamativo pero minimalista, donde !incluso las paredes de los baños están cubiertos de lunares!
Las instalaciones de Kusama son lugares mágicos, propuestas de matrimonios artísticos. La larga historia de Kusama, creadora de obras visualmente provocativas, abarca diversos medios: pintura, performance, cine, escultura, instalaciones… expuestas por todo el mundo. Actualmente su obra se exhibe en los principales museos con una afluencia de visitantes sin precedentes. Un libro retrospectivo de su obra, recién publicado por Phaidon Press, nos ayuda a entender su arte.
La última colaboración de la artista japonesa en 2023 ha sido con la marca de moda Louis Vuiton. Ocho proyectos presentan sus característicos lunares de colores: desde diseños de bolsos, ropa e incluso tablas de skate, hasta interiores y escaparates de sus tiendas en Londres, Paris, New York, Tokio, Abudabi…
Impresionantemente prolífica, tanto en obra física como impacto visual, su amplísima creación nos transmite la obsesión de toda una vida por el concepto de infinito. Sus obras nos invitan a la reflexión y redefinen las concepciones del tiempo y del espacio. Yayoi Kusama es un buen ejemplo del empleo de la pintura por parte del artista para lograr transmitir su visión personal de un universo alternativo e infinito.
Esta japonesa universal nos brinda a los amantes del arte, la oportunidad de interactuar con su mundo de alucinaciones donde se funden la realidad y la ilusión.
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