Es muy fácil arremeter contra Luz entre los océanos, tiene todo lo que se le exige a una película para ser destrozada por los críticos. En cierto modo, es el prototipo de carne de crítico. Un folletín en toda regla, un melodrama romántico que sigue las reglas de la mitad de las películas que podemos ver en televisión un domingo por la tarde. Y sin embargo, yo voy a defenderla. A mí me ha gustado esta película bastante episódica, con exceso de melodrama, actores guapos y conflictos morales casi irresolubles. Y me ha gustado, en resumen, porque la historia es interesante, porque los actores además de guapos son buenos intérpretes y porque, con tanta película de encefalograma moral plano, me resulta estimulante que alguien se plantee donde está el bien y donde el mal.
Luz entre los océanos es la historia de un hombre bueno y “tocado” por la guerra que decide solicitar el puesto de farero en una isla alejada de cualquier contacto humano. Al poco tiempo se enamorará de una joven y se casará con ella. La atractiva pareja será feliz hasta que tropiece con una maternidad fallida y un hallazgo que terminará por cambiarles la vida.
Gran parte del mérito de la película es que cuenta con una pareja de protagonistas tan carismática como Michael Fassbender y Alicia Vinkander que logran hacer creíbles sus intensos y sufrientes personajes. La historia, aunque como he dicho peca de episódica y acumula finales, consigue mantener el interés. Y eso porque los conflictos morales que plantea, aunque no son “cotidianos”, sí resultan cercanos al espectador. La película habla del conflicto entre la razón y el sentimiento, la necesidad de actuar en conciencia, la búsqueda de la verdad y la importancia del perdón. Y habla también del amor, un amor que primero lleva a renegar de la verdad y el bien para después ser capaz de dar la vida por la persona amada. El personaje de Michael Fassbender es un hombre bueno, con una conciencia recta pero con un amor apasionado y casi ciego por su mujer. Y es, cosa rarísima en el cine contemporáneo, un hombre que reza, que tiene un sentido claro de trascendencia. Los sucesos que vive durante los 120 minutos que dura la película pueden ser algo extremos y tienen una genética literaria clara. Pero también son interesantes, absorbentes e interrogantes. Un tipo de cine que ha desaparecido de las pantallas, que será masacrado por los críticos y que gustará a muchos espectadores.