Con motivo del estreno de The battle of sexes, recordamos lo que dio de sí aquella “Batalla de los sexos” y cómo ello ayudó a cambiar la imagen de la mujer.
Este otoño se estrena a nivel mundial The battle of sexes (“La batalla de los sexos”), una película dirigida por Jonathan Dayton y Valerie Faris, y escrita por Simon Beaufoy, que se centra en el mítico partido de tenis entre la estrella del tenis femenino Billie Jean King (Emma Stone) y el jugador retirado Bobby Riggs (Steve Carell).
El partido, uno de los enfrentamientos más recordados de la historia del tenis no por lo deportivo sino por la lucha de igualdad de género que había detrás, se disputó el 20 de septiembre de 1973 en el Astrodome de Houston (Texas) ante la asistencia de más de 30.000 espectadores en directo (la mayor hasta entonces en un partido de tenis) y una audiencia televisiva de 50 millones de espectadores (solamente en Estados Unidos).
Todo comienza con unas declaraciones en el mismo año de un tipo llamado Bobby Riggs, tenista retirado de 55 años que aseguró que a su edad podía vencer a cualquier tenista femenina fuera cual fuera su nivel y edad. Para apoyar su afirmación, decidió poner 5.000 dólares como premio para aquella que tuviese las agallas de competir contra él. Su única intención era demostrar definitivamente la presunta superioridad masculina en los deportes. Riggs pensó que su mejor rival era la mundialmente famosa tenista estadounidense Billie Jean King, de 29 años. La elección no era para nada inocente, pues King nunca dejó de reivindicar la igualdad de sexos en el deporte (impulsó la organización de la Women’s Tennis Association ese mismo año) y los derechos civiles de las mujeres.
En “La batalla de los sexos”, la protagonista femenina no está dispuesta a perder su identidad, tampoco tiene la necesidad de despreciar a los demás. Su único objetivo es ser reconocida tal y como es, demostrar lo que vale y lo poderosa que puede llegar a ser a través de su esfuerzo y trabajo.
Por desgracia (o no) para Riggs, King no aceptó la invitación, pero sí lo hizo la australiana Margaret Court, por aquel entonces, la número uno del tenis femenino. Pensando que sería algo muy sencillo derrotar al lenguaraz de Riggs, Court aceptó el duelo y fue literalmente humillada en menos de una hora (6-2, 6-1) en la llamada “Masacre del Día de la Madre”, ya que se jugó justo en ese día.
Aquello le dio a Bobby Riggs justo lo que quería, repercusión en los medios, una gran atención mediática y una victoria que hizo que insistiera aún más en sus convicciones. La activa Billie Jean King no tuvo más remedio que aceptar la invitación del retirado tenista para demostrar al mundo entero que las mujeres podían competir en destreza con los hombres. Y así lo hizo. Houston, Texas, 20 de septiembre de 1973: Billie Jean King se impone con facilidad con un juego preciso y elegante y derrota a Bobby Riggs: 6-4, 6-3, 6-3.
En “La batalla de los sexos”, la protagonista femenina no está dispuesta a perder su identidad, tampoco tiene la necesidad de despreciar a los demás. Su único objetivo es ser reconocida tal y como es, demostrar lo que vale y lo poderosa que puede llegar a ser a través de su esfuerzo y trabajo. Y de paso, demostrar al mundo entero que era capaz de darle la vuelta al marcador y hacerse con el partido.
A raíz de aquel encuentro, que se convirtió en un alegato a favor de la capacidad competitiva de la mujer, de su profesionalidad y dedicación, King consiguió demostrar que la mujer puede hacer grandes cosas no solo en el deporte, sino en todos los ámbitos de la vida pública.
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