Hace casi 20 años, Robert Rodríguez dirigió y escribió Spy kids una de esas películas que no pasarán a la Historia del cine pero que resultaba eficazmente divertida y simpática. Una cinta capaz de hacer las delicias de los chavales sin aburrir a los adultos. Spy kids contaba la historia de un matrimonio de espías secuestrados que tenían que ser rescatados por sus hijos en una peligrosa misión de espionaje.
Superniños cuenta una historia muy parecida. Lo único es que ahora, en lugar de espías son superhéroes los que caen en manos de unos malvados alienígenas. Pero los protagonistas de la misión vuelven a ser un grupo de niños con superpoderes, como sus progenitores.
A lo largo de hora y media larga, la película es una explosión de aventuras, fantasía y divertidos gags contados con un ritmo prodigioso –sin apenas caídas- y “cosido” con un guion ingenioso que sabe desarrollar tramas, subtramas e incluso hace evolucionar a los personajes.
Porque lo sorprendente de esta película no es su sobredosis de acción o su desbordante imaginación, que también, sino su cuidado libreto. Las películas familiares, no digamos las dirigidas a un pueblo infantil, excepto cuando en la liga juega Pixar o Dreamworks (y solemos hablar entonces de animación), suelen descuidar los guiones limitándose a presentar una sucesión de episodios más o menos entretenidos. En el guion de Superniños, por el contrario, además de sorprendentes puntos de giro y trabajo de personaje hay un mensaje de fondo muy positivo sobre la necesidad de colaborar con los demás, dejando el ego de lado, la importancia de la familia y de reforzar a los demás con una mirada alentadora y positiva.
En resumen, Netflix ha dado en el clavo con una apropiadísima película familiar para estos días de Navidad.
Eso sí, si pueden véanla en versión original subtitulada, porque el doblaje desmerece totalmente las interpretaciones de muchos de los niños, sobre todo la protagonista.
¿Qué te pareció este artículo? Deja tu opinión: