Os dieron un colchón y una manta por poco dinero y no os dio tiempo a comentar el día. Necesitabais esas horas de sueño después de treinta kilómetros a pie. Y al despertar, apareció un punto rojo en el cielo.
Doblasteis las mantas y de nuevo la mochila sobre los hombros. Ibais camino del lago Inle, el de las poblaciones flotantes. Y de pronto, sobre la barca, cambiaron las normas del Universo.
Las mujeres paseaban de lado a lado sobre las aguas, por puentes que parecían inestables pero aguantaban. Y los hombres pescaban haciendo equilibrio sobre un extremo de la barca. Remaban de una forma curiosa, enganchando la pierna al palo hundido.
Del lago podía surgir cualquier cosa: tomates, templos o un pueblo entero. Os lo explicó el guía, que medía metro y medio y era muy simpático. Este año quiere empezar la universidad y ha estado ahorrando mucho dinero, contaste.
Luego llegó la noche y había muchas estrellas. Todo el cielo era de estrellas. Una le daba la mano a la otra, y la otra a la otra, y así hasta el infinito. Porque en el monte, donde os tumbasteis, no había otra luz.
Blanca Rodríguez G-Guillamón
Ganadora V Edición Premio Excelencia Literaria
www.excelencialiteraria.com
¿Qué te pareció este artículo? Deja tu opinión: