En mi grupo de amigos nos ha llegado la edad reglamentaria para sacarnos el permiso de conducir. Varios están recibiendo las clases pertinentes para realizar los exámenes teórico y práctico.
Conozco a pocas personas que hayan logrado sacarse el permiso a la primera (yo no lo conseguí hasta el tercer intento del práctico). Parece que los exámenes de Tráfico existen para que los suspendamos. De hecho, una de mis amigas comprobó, con desesperación, que varios alumnos que se inscribieron en la autoescuela después de ella conducían a sus anchas con la flamante “L” en la luna del maletero. Es una frustración parecida a la que nos hunde si nos quedamos atrás en nuestros estudios universitarios, cuando tardamos más de la cuenta en obtener un título oficial en un idioma e, incluso, si lucimos el bolso de moda unos meses después de que haya inundado las calles del país. Este afán por querer ser los primeros en todo hace que situaciones que deberían producirnos satisfacción, acaben generándonos una sensación de fracaso y un estrés innecesario cuando no somos los más rápidos en conseguirlos.
Las prisas son el condimento para vivir insatisfechos. Incluso pueden llevarnos a pensar que nuestros logros solo serán válidos si superan a los de las personas que viven en nuestro entorno. Nada más lejos de la realidad. Cada cual somos distintos; por ello, es lógico que el tiempo necesario para culminar un objetivo sea distinto también. Además, lograrlo antes o después no tiene por qué sumarle o restarle valor. Una carrera universitaria es igual de positiva si se saca con esfuerzo y unas notas altas en cuatro años o en un año más. De hecho, a veces disfrutamos más de los logros que tardamos en alcanzar.
La vida no debería ser una carrera en la que compitamos con otras personas. Si vivimos preocupados por superar a los demás, dejaremos de disfrutar de nuestra propia experiencia y olvidaremos superarnos a nosotros mismos.
Volviendo a la conversación con mi amiga, le comenté que por tardar más en obtener el permiso de conducir iba a estar mejor preparada. Recibir algunas clases de más le servirá, sin duda, para conducir mejor. Y ahora que por fin está al volante, me da la razón.
Por: Coral Fernández-Palacios.
Ganadora de la XV Edición
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