El libro
Wisława Szymborska, llevó durante años en la revista Vida Literaria una especie de «consultorio de escritores». Entre líneas y con esa fina ironía que está presente en toda su obra, deja entrever su personal concepto de la literatura.
Correo literario es una recopilación de las mejores respuestas de la premio Nobel polaca a escritores principiantes.
La propia Szymborska definía así lo que hacían: «Es una vieja tradición de las revistas literarias. Siempre ha sido necesario responder a algunos autores, sobre todo principiantes, sin escribirles cartas directamente a ellos. Por regla general, se resolvía la cuestión con un breve “no se contempla” o “recomendamos trabajar un poco más el texto”. Consideramos que igual valía la pena en algunos casos justificar la decisión».
Y continuaba: «Yo intentaba que entendieran cosas elementales, les animaba a que reflexionaran sobre el texto recién escrito, a que fueran mínimamente críticos consigo mismos. Y, lo más importante, los animaba a leer libros. Igual soy una ilusa, pero espero que algunos de ellos hayan conservado esa maravillosa costumbre toda la vida».
«Algo único que había en ella era la mezcla de sentido de la tragedia y sentido del humor: sabía mirar la brutalidad del poder y también su ridículo, que tantas veces lo hace todavía más peligroso» (Antonio Muñoz Molina)
La autora
Wislawa Szymborska (Prowent, actual Kórnik, 1923 – Cracovia, 2012). Escritora polaca a la que se consideraba una de las voces más originales de la poesía contemporánea de su país. En 1996 recibió el Premio Nobel de Literatura por el conjunto de su obra.
Nació en un pueblo de la provincia de Pozman, trasladándose en 1931 a Cracovia junto con su familia.
A partir de 1956, se desarrolla en Polonia, como en otros países del área soviética, un sentimiento nacionalista en el que participan activamente muchos intelectuales que buscan una vía para condenar y superar todo lo que fue el periodo estalinista. Szymborska opta por una reflexión personal e intimista que le devuelva un equilibrio espiritual. En obras como Gran número (1976), Gente en el puente (1986) y Fin y principio (1993) aparece perfilado su estilo irónico, paisajístico y existencialista.
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