“La evolución es incesante, pero no habría que pensar en grandes diferencias en los próximos 10.000 años”
Los avances en ingeniería biomédica y en ingeniería genética podrían ser factores que permitirán la corrección de los dos grandes problemas que afectan a la humanidad y sus efectos: la enfermedad y el envejecimiento.
En el ámbito científico se habla ya del siglo XXI como “el siglo de la Biología”. Desde el punto de vista de la biología, los sistemas y procesos de regulación son cruciales para la supervivencia de las especies y se encuentran en todos los niveles de organización biológica: molecular, orgánica, social, ecológica…
La editorial Catarata, en su colección “Investigación y Debate” publica “La crisis de la sociedad actual y los riesgos de Involución”. Su autor, Emilio Muñoz, doctor en Farmacia, fue presidente del CSIC y secretario general del Plan Nacional de I+D. Actualmente es asesor de CIEMAT, profesor de investigación ad honorem del CSIC y presidente del Consejo Científico de ASEBIO.
Emilio Muñoz, autor de varios centenares de artículos sobre bioquímica, biotecnología y sus aspectos sociales y económicos, nos plantea en este libro si es posible que la especie humana involucione a pesar de que los productos tecnológicos que fabricamos evolucionen a un ritmo cada vez mayor. Darwin afirmaba que la selección natural explicaba la formación de nuevas especies, cuestión que sigue ocupando un puesto central en la biología evolutiva.
Pero a diferencia de Darwin, los biólogos modernos suelen adherirse al “concepto biológico” de especie, según la cual las especies están reproductivamente aisladas entre sí, evitando su constitución genética el intercambio de genes. Para los biólogos contemporáneos, la cuestión de si la selección natural dirige el origen de las especies se reduce a la pregunta de si la selección es responsable del aislamiento reproductivo. Durante la mayor parte del siglo XX, se creyó que la respuesta a esta pregunta era negativa.
En este interesante libro editado por Catarata se analiza la relación entre la evolución de nuestra especie y tres grandes enfoques como son la cultura, innovación social y la ética.
“ La necesaria oportunidad de educar y enculturar diversificando, con la búsqueda de la interdisciplinariedad y la integración de las humanidades en los estudios técnicos y de la técnica y sus aplicaciones en los estudios humanísticos, y, por ende, advertir de los riesgos de las especializaciones tempranas en la educación”.
El autor también argumenta que el nuevo contexto desde comienzos del siglo XXI se caracteriza por una serie de cambios en diferentes planos que se corresponden con sus respectivas evoluciones:
- Cambio social: evolución social
- Cambio geoestratégico: evolución política.
- Cambio en producción y gestión del conocimiento científico-técnico: evolución científica.
- Cambio en principios y valores: evolución ética.
De lo anterior se deduce que la evolución social determina la emergencia y el desarrollo de la evaluación social de la actividad científica y tecnológica y que tanto la evolución social como la política influyen en la evolución científica con la introducción de cambios éticos y nuevos conceptos para la acción.
Especialmente interesante la reflexión que aporta Emilio Muñoz entorno a la fragilidad de la especie humana: “Es verdad que somos una especie frágil, con la que la naturaleza no ha sido amable. Sin embargo, el gran avance para los hombres, “error” para la naturaleza, en este combate entre naturaleza y seres humanos es el desarrollo del cerebro, su número de neuronas que supera en un orden de magnitud al número que posee el chimpancé, unos 50.000 millones frente a los 5.000 millones. Este aumento del cerebro ha determinado que los humanos sean expulsados del claustro materno antes de haber alcanzado madurez, un mínimo de autonomía. De ahí, la importancia estratégica para la supervivencia de la crianza y los costes que comporta”.
Concluyendo: el objetivo esencial de la evolución biológica es la SUPERVIVENCIA y el mecanismo para ello es la ADAPTACIÓN.
Más que recomendable la lectura de este texto reflexivo y colmado de datos bibliográficos. Y un magnífico prólogo firmado por Federico Mayor Zaragoza: “El porvenir está por-hacer. Debe inventarse. La evolución implica que debe cambiarse lo que debe cambiarse y conservar lo que es imprescindible conservar. Ningún desafío se sitúa más allá de la capacidad creativa distintiva de la especie humana”.