Frente a la avalancha de publicaciones de género, muy ligadas al neofeminismo de los noventa del pasado siglo y que dejo a un lado por archiconocidas, destaca toda una nueva oleada cuyo estandarte es el “no al viejo feminismo y la ideología de género”. Quisiera hacer un breve comentario de alguna, comenzando por Feminismo sin complejos, de Alicia V. Rubio (Sekotia, 2021). Es la segunda entrega de esta logroñesa, activista y profesora de secundaria (1962), tras su explosivo Cuando nos prohibieron ser mujeres y os persiguieron por ser hombres. Para entender cómo nos afecta la ideología de género (2016).
Se trata de un libro más equilibrado, de divulgación, claro, bien escrito y muy bien documentado, que se presenta “sin complejos” como una alternativa a lo políticamente correcto en nueve breves capítulos que, arrancando del concepto de feminismo de la RAE, lo repasa desde sus comienzos de sesgo marxista: Engels, Beauvoir, Friedan, Millet, Firestone, MeToo, el feminismo segregador o separatista, el interseccional (que califica como sexista, racista y homófobo) y las teorías queer (Wittig, J. Butler, Beatriz Preciado, Manada de Lobxs). Pero no se queda solo en el devenir histórico, sino que dialoga con aquellos aspectos del feminismo que va describiendo y toma postura, respetuosa pero claramente. Hasta el punto de lanzar 18 acusaciones al feminismo actual que –según ella- ha perdido su sentido original porque “la lucha por los derechos y la igualdad, dignidad, oportunidades, voto… ya está ganada” (Rubio, 2021, 23). Ya no es el heredero del ilustrado liberal y sufragista, ni defiende a la mujer, sino que la utiliza para sus intereses. Se ha convertido en una ideología que victimiza a la mujer sin favorecer su liberación sino enfrentándola al varón opresor en un esquema heredero del marxismo (lucha de clases). Ya no es un movimiento popular sino impuesto institucionalmente desde arriba (NOW, Women´s Studies, organismos internacionales como la ONU y sus conferencias…), en una agenda de estado imparable y marcada por aborto, lesbianismo, homosexualidad…
El feminismo ya no es el heredero del ilustrado liberal y sufragista, ni defiende a la mujer, sino que la utiliza para sus intereses. Se ha convertido en una ideología que victimiza a la mujer.
Una vez así descrito y a partir del capítulo sexto aborda el feminismo disidente, término con el que define “el lento retorno al sentido común” a partir de 1990, con la finalidad de devolver al hombre su dignidad e igualdad (varón, mujer). Y lo hace comentando a Paglia, Sommers, Roiphe, Mac Donald y algunos más empeñados en la tarea de recuperar nuestro ser biológico y no quedarse en la mujer como construcción social (algo propio de la ideología de género imperante). Las TERF, feministas radicales o radfem… que militan contra los vientres de alquiler, la prostitución, la pornografía y otros… tienen cabida a la hora de estudiar las consecuencias de los feminismos queer y transfer. Se concluye subrayando las coincidencias del feminismo actual con los totalitarismos: todo vale en un mundo de mentiras, donde se sigue hablando de techos de cristal, política de cuotas y brechas (salarial, tecnológica y de estudios STEM, de muerte, vital, educativa, de la ONU…) cuestiones todas ellas a matizar.
La autora aborda el feminismo disidente, término con el que define “el lento retorno al sentido común” a partir de 1990, con la finalidad de devolver al hombre su dignidad e igualdad (varón, mujer).
La autora se dedica a la educación y por ello el último capítulo lleva por título “Feminismo y menores. Lo duro que es salir de Matrix”. No deja de ser inquietante que lo nefasto de esta ideología se lleve a las aulas con absoluta impunidad a través de decálogos (más bien bidecálogos, tienen casi 20 puntos) que se abren con el propósito de formar al profesorado de los centros en feminismo, paridad en todo, desheterosexualizar la escuela a base de impartir asignaturas específicas de educación sexual en ideología de género… Algo que desgraciadamente comienza a ser muy común.
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