Este libro es la última obra de su autor , José Jimenez Lozano (Premio Nacional de las Letras Españolas 1992 y Premio Cervantes 2002) , ha conseguido el V Premio Libros con Valores de la Fundación TROA .
La novela se desarrolla en la inmediata postguerra, y evoca la representación del Hamlet shakesperiano por artistas ambulantes y gentes de un pueblo de la meseta. El narrador se centra en la figura de Carolina Donat, una de sus maestras, quien en palabras del propio autor, es «el recuerdo constante de quien escribe de una maestra que tuvo», rindiendo homenaje al teatro en general («un mundo que siempre me ha subyugado», confiesa), y a los últimos cómicos de la legua en particular, compañías ambulantes que recorrían la España de la posguerra en condiciones inefables.
«Se llamaba Carolina» empieza con la llegada a un frío pueblo de la meseta castellana de una compañía ambulante, que pretende poner en escena el Miércoles de Ceniza en los salones del Ayuntamiento.
La avería de uno de los vehículos de la compañía y otras vicisitudes harán que los vecinos se vean obligados a hacer de extras, e incluso de actores y actrices principales, trastocando por completo la vida del lugar. Entonces entra en escena Carolina Donat, la maestra suplente, que regresó al pueblo tras vivir durante la guerra civil en Madrid, donde estudió para actriz, despertando todo tipo de habladurías y conjeturas entre los vecinos. Son los ojos de un niño enamorado de ella, quienes narrarán la historia.
En sus primeras páginas, la novela recuerda la llegada al pueblo del narrador del cinematógrafo, llamado a enterrar otras formas artísticas como el teatro.
El autor entrelaza diferentes mundos: el mundo de la realidad (la guerra), el de la realidad ficcional (la vida del pueblo) y el de la ficción total (el drama), que «se abren en un abanico de conexiones en todas las categorías literarias, y de modo especial en los personajes».
Ediciones Encuentro
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