Siempre fue un hombre muy viril, por lo que nadie que le conociera hubiera creído a donde le iba a llevar su enorme vocación política alentada por la decisiva influencia de su ambiciosa esposa.
Fernando Gutiérrez, Nano para los colegas del partido, fue un militante disciplinado que se había afiliado al partido socialista movido por su honda preocupación social e influido por el éxito alcanzado por un primo suyo, Paquito, con el que siempre mantuvo una rivalidad no del todo disimulada. Su esposa Mati se lo recordaba con frecuencia: Nano, tienes que pegarte más a tu primo, mira cómo él ha sabido progresar y ya es tercer secretario de la agrupación de su distrito y ha sonado repetidamente para formar parte de la candidatura de las municipales de su demarcación en un puesto seguro.
Fernando se había esforzado en colaborar generosamente en todas aquellas tareas que asumía su agrupación, incluso había procurado mantener en su vida una actitud íntegra, por no dudar de que cuanto mas destacara en su honradez, su consideración personal se vería revalorizada a los ojos del partido, contribuyendo a plasmar en la práctica el eslogan que tan beneficioso resultó para el partido su marchamo de cien años de honradez. Se lo había hecho notar a su primo, siempre que hubo ocasión: os estáis olvidando de exigir a nuestros candidatos que puedan acreditar una trayectoria impoluta. Paquito, que era un buen primo y soportaba el agobio de las presiones familiares correspondientes, había sugerido el nombre de Nano para que igualmente le incluyeran en la candidatura, al menos como suplente.
Nada, le espetó Julián, secretario del comité de elecciones, tipo duro donde los haya y que estaba dispuesto a confeccionar las listas siguiendo fielmente las instrucciones de los órganos superiores. Que no hay nada que hacer. Necesitamos muchas mujeres, porque el objetivo de cumplir con la cuota de sexo, ya lo hemos superado. El propio Sánchez ha marcado la senda al afirmar que tiene la intención de que su gobierno sea el más feminista de la historia. Así que estamos apañados. Nos han pillado de sorpresa los otros partidos y, como no es fácil recomponer una estructura de años, hemos llegado a esta crítica situación. Así que olvídate de tu primo que, por cierto, es una buena persona y se ha entregado con generosidad al partido siempre que se le ha buscado, pero no podemos echar mano de él en esta ocasión. Necesito que me ayudes a encontrar al menos tres mujeres que tengan cierto pedigrí progresista, ya sabes: divorciada, partidaria del aborto y, si me consiguieras una lesbiana, eso sería una bicoca que sabría agradecerte.
La conversación mantenida con Julián dejó a Paquito muy contrariado pues había albergado la esperanza de poder influir en la designación de su primo o, al menos, que le diera alguna esperanza. Sin embargo, su respuesta había sido categórica y, teniendo en cuenta la estrategia del partido a la que el secretario era tan fiel, no parecía que hubiera ningún resquicio para la esperanza. No iba a ser fácil explicar a la familia el fracaso de su intercesión y mucho menos, convencer al pobre Nano de que era necesario, una vez más, su sacrificio por el partido y que su actitud resignada iba a contribuir a incrementar el progresismo de éste, pues la discriminación positiva en beneficio de las mujeres se había impuesto claramente en el último congreso.
Así sucedió que, al poco de haber finalizado su conversación con Julián, sonó el móvil con la llamada anhelante de Nano. Paquito no tuvo valor para responderle con la rotunda negativa que le había dado Julián y le emplazó para una cita al día siguiente al objeto de explicarle detalladamente la conversación con Julián y el encargo que le había dado para él.
Con la mayor piedad y tacto trató al día siguiente de hacerle ver a Nano el crítico momento que atravesaba el partido por el acoso de la derecha de arrebatarle el marchamo progresista como consecuencia de la escasa presencia de mujeres en la candidatura y que la necesidad del partido exigía en estos momentos un esfuerzo de los varones en beneficio de las mujeres, sacrificio que se le exigía y que, en su momento, tendría su recompensa. Tras este preámbulo, finalmente le espetó que, en consecuencia, debería posponer sus pretensiones para otra coyuntura más oportuna. A medida que Paquito avanzaba en su argumentación la cara de Nano iba palideciendo, sin que mejorara su color con el encendido ardor que su primo puso con el argumento progresista, que escuchó dejándole enmudecido. A Paquito le conmovió el silencio de Nano y participó del dolor que estaba sufriendo su primo, no en vano compartían la misma sangre, aunque en política ya se sabe que estos sentimientos quedan muy mitigados. Tras intentar un último esfuerzo para animarle, le transmitió el encargo de encontrar tres mujeres que pudieran formar parte de la candidatura recordándole que, si tenía éxito en su búsqueda, el partido sabría agradecérselo. Se esforzó en poner en el abrazo de despedida un plus de presión para que notara su cercanía en aquellos duros momentos. Nano se limitó a musitar un gracias en todo menor y se marchó cabizbajo sin mirar hacia atrás.
Había decidido responder a los anhelos de su vocación política y a su misión de salvador de la clase trabajadora asumiendo el alto precio de lo que, hasta ahora, había supuesto su mayor blasón: su hombría. Si el cambio de sexo tenía que ser el precio que el destino le exigía para ser fiel a sus ideales en beneficio del bien común, había decidido asumirlo.
Con tan triste figura y disimulo entró Nano en casa que nadie se percató de su presencia, se arrellanó en la descalzadora del dormitorio y quedó sumido en un profundo desconsuelo en el que le asaltaron recuerdos de sus primeros felices escarceos en la política en los últimos momentos del pasado régimen. ¡qué emoción cuando le detuvieron por pegar carteles del partido¡ ¡qué gloria de héroe y mártir, tras abonar la multa de 5.000 ptas. que le fue impuesta y que abonó el partido, por supuesto. Mati le sacudió de los hombros a la vez que le decía ¿cuándo has venido, no te he oído entrar ¿llevas mucho tiempo aquí? Pero, qué te pasa? Te has quedado dormido, estas un poco pálido. Por cierto, hoy tenías la importante reunión con los del partido. ¿Has tenido esa reunión y cual ha sido el resultado? Nano quedó abrumado por la catarata de preguntas que le hacía su mujer y, sobre todo, buscó fuerzas en lo más profundo de su interior para encontrar el modo y manera de exponer a su esposa una versión del resultado de su encuentro con el primo que disimulara la enorme frustración que había encajado para su proyecto. En consecuencia, no transmitió a su mujer la entrevista en los términos reales porque no deseaba ofrecer una imagen de derrotado a su mujer. Sobre todo, porque al hacer de su proyecto político un objetivo familiar, no se consideraba con fuerzas para renunciar al mismo con la crudeza que las circunstancias lo habían desmantelado.
Tras encerrarse en un mutismo solitario que se prolongó largamente, que les pareció insondable a la familia, apareció al tercer día con el semblante iluminado, y con gran solemnidad, le comunicó a su esposa la sublime decisión que había tomado. Había decidido responder a los anhelos de su vocación política y a su misión de salvador de la clase trabajadora asumiendo el alto precio de lo que, hasta ahora, había supuesto su mayor blasón: su hombría. Si el cambio de sexo tenía que ser el precio que el destino le exigía para ser fiel a sus ideales en beneficio del bien común, había decidido asumirlo.
Su voz se tornó trémula cuando declaró con marcado énfasis su intención de ofrecer su virilidad en el quirófano, a modo de ara del sacrificio, con un ritual semejante a los que hacían a los dioses los antiguos pueblos bárbaros.
Tras un breve silencio, se oyó tonante la exclamación de Mati, su amada esposa: Nano, tu estás loco.
Sabes que he aceptado que tienes vocación política, que incluso te he animado en múltiples ocasiones y que he renunciado a que entregaras al partido muchos momentos que podríamos haber disfrutado juntos. Hemos coincidido en que nuestro nivel de vida no podría mejorar salvo que lograras un puesto político, como única manera de sortear tu deficiente nivel de estudios, que te impiden progresar conforme a tu ambición. Pero nunca pensé que esta opción te llevara a renunciar a lo que nos une y diferencia a ambos, lo que ha proporcionado el fruto de nuestro amor, nuestro hijo Chuchi. Te has planteado qué va a decir tu hijo, nuestras amistades, nuestros padres, etc. No lo puedo entender ni imaginar.
Creo que tengo la solución Nano, porque esta que propones no es aceptable por mi por las razones que no se te escapan. La solución es que cambies de partido. Tengo entendido que hay partidos que han aceptado la ideología de género en forma radical, he oído hablar de la ley trans y, aunque no he entendido mucho, creo que por este camino vamos a encontrar la solución. El futuro está en manos de partidos que han superado esta dialéctica y consideran que el sexo debe ser optativo y circunstancial. Nano, apúntate al partido que, me parece llamarse, QUEREMOS, o algo parecido, (querer, es poder) y tienes resuelto nuestro problema y nos ahorramos el quirófano y todas las incomodidades. Tu mantienes intacta tu vocación política y además puedes adoptar en cada momento la decisión que más te interese. Qué sería de los hombres si no estuviéramos las mujeres para sacaros de los aprietos en que os metéis. Os ahogáis en un charco de agua.
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