“Era muy joven y estaba tan aterrorizada. La niña no entendía por qué estaba allí y no podía entender lo que le decían. Entonces una mujer, Kapo, tomó un palo y la golpeó en la cara”.
Después de siete años de intenso trabajo, la exposición ‘Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos’, cuyo título refleja claramente su intención de recordar, estará abierta al público desde el pasado 1 de diciembre, hasta el 17 de junio de 2018, en el Centro Arte Canal de Madrid, siendo precisamente esta ciudad, el lugar elegido para el estreno mundial de esta muestra, que viajará posteriormente a seis ciudades europeas más y siete Norteamericanas. El objetivo de la exposición es dar a conocer “cómo un lugar así pudo llegar a existir y, a la vez, lanzar una advertencia universal de los peligros derivados del odio y la intolerancia”…y que no conviene olvidar.
Y es que no está tan lejano, ni en tiempo ni en circunstancias en las que el hombre se puede encontrar actualmente. En unos momentos en que las atrocidades de ISIS contra etnias y religiones que no son la suya, son una realidad, esta exposición nos sirve para reflexionar sobre la falta de apoyo a estas víctimas pese a no haber la falta de información que había en aquella época y como los dichos populares son ciertos: “el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”.
Auschwitz no solo fue el mayor campo de concentración y exterminio nazi, sino también el más letal de todos ellos: más de 1.100.000 personas fueron asesinadas tras sus alambradas.
Convertido en el símbolo de los horrores cometidos por la Alemania nazi, pasear hoy sus restos, objetos e historia, tiene la finalidad clara de advertir de los peligros derivados del odio, la intolerancia y el antisemitismo y nos confrontan, asimismo, con los límites de la barbarie humana.
La exposición, por primera vez más de 600 objetos originales procedentes de los campos nazis alemanes, tras ser sometidos a exhaustivos procesos de conservación, se podrán observar durante las 2 o 3 horas estimadas de duración del recorrido. Más de 20 instituciones, museos y coleccionistas privados de España, Israel, Alemania, Austria, Estados Unidos, Polonia, Países Bajos, Reino Unido y Canadá han colaborado al ceder piezas para esta exposición, convirtiéndose así ert en un emotivo y riguroso recorrido por uno de los capítulos más oscuros de la historia de la humanidad .
La muestra está organizada en España, por el Canal de Isabel II, Musealia y el Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau, gracias a un equipo multidisciplinar de expertos liderados por el historiador doctor Robert Jan van Pelt, junto al equipo de comisarios, conservadores, archivistas e investigadores del Museo Estatal de Auschwitz – Birkenau, custodio y gestor de los restos del antiguo campo nazi alemán de concentración y exterminio, hoy patrimonio de la Unesco.
Destacan piezas como un barracón original del subcampo Auschwitz III – Monowitz, una mesa de operaciones empleada por el equipo del Doctor Mengele, pertenencias y uniformes de víctimas, o un vagón original del modelo empleado para las deportaciones, situado este último en la explanada de entrada a la exposición.
La muestra está abierta a todo el mundo que quiera visitarla y está recomendada para mayores de 12 años, pero es de destacar el interés en los más jóvenes ya que, tanto los organizadores, como la Comunidad de Madrid, han querido que estuviera muy dirigida a centros escolares, puesto que son los jóvenes los que tienen el futuro en sus manos. Ofrece así la posibilidad de que los alumnos de estos centros puedan visitarla de modo gratuito con la finalidad de ayudar a prevenir y que estos horrores no vuelvan a ocurrir, facilitando a los alumnos una reflexión sobre el origen de la violencia y la importancia de la defensa de los derechos humanos, y sobre todo, la comprensión mutua entre pueblos y culturas, y sobre todo: “el respeto”. En esta línea, los organizadores piensan que resulta imposible comprender el mundo moderno en su amplitud sin antes haber adquirido un profundo conocimiento sobre la historia de la Segunda Guerra Mundial y sobre todo, las atrocidades realizadas en el mayor campo instaurado por la Alemania Nazi en Europa: Auschwitz.
Como no podemos olvidar que lo más importante fue el sufrimiento de las personas, las víctimas de Auschwitz adquieren el total protagonismo, no sólo aquellos nombres conocidos cuyas historias conocemos incluso a través de películas, sino historias sencillas y desconocidas como la niña Czeslawa Kwoka,.. Toda vida humana tiene valor.
Hagamos un poco de historia…
El 13 de diciembre de 1942, soldados nazis invadieron el condado de Zamosc, Polonia, desalojaron cerca de 300 aldeas y enviaron a las más de 116.000 personas que habitaban estas tierras a los campos de Zwierzyniec, Auschwitz o, entre otros, Majdanek.
Esta operación supuso la puesta en marcha del “Generalplan Ost” o Plan General del Este, cuyo cometido era deportar y exterminar a 50 millones de eslavos, con el fin crear un “Lebensraum” o espacio vital alemán, donde habría de instalarse una colonia agraria formada por civiles arios.
En uno de estos transportes se encontraba Czesława Kwoka, la asustada y golpeada niña retratada en la imagen inferior
Nacida el 15 de agosto de 1928 en la pequeña aldea polaca de Wólka Zlojecka, Czesława creció en el seno de una familia católica, hasta que el 13 de diciembre de 1942 fue transportada junto a su madre a Auschwitz y convertida en prisionera del campo nazi alemán.
“Era muy joven y estaba tan aterrorizada. La niña no entendía por qué estaba allí y no podía entender lo que le decían. Entonces una mujer, Kapo, tomó un palo y la golpeó en la cara”, contaría años después Wilheim Brasse, el reo polaco a quien los nazis confiaron la tarea de fotografiar a aproximadamente 40000-5000 recién llegados al campo de concentración, inexorablemente condenados a muerte.
“Antes de tomar la fotografía, la niña se secó las lágrimas y se quitó la sangre del corte en el labio. Siendo sincero, sentí como si me estuvieran golpeando a mí mismo, pero no pude interferir. Hubiera sido fatal para mí”.Wilheim Brasse, fotógrafo y prisionero de Auschwitz
Tan solo unos meses después de su ingreso en el campo, el 12 de marzo de 1943, Czesława Kwoka moriría, convirtiéndose en una de los aproximadamente 230.000 niños y niñas asesinados en Auschwitz.
Por su parte, Brasse ignoraría en enero de 1945 la orden de la SS recibida de destruir inmediatamente todas las fotografías tomadas a los prisioneros y otra documentación relativa, con un fin: conservar y mostrar al mundo las evidencias de las atrocidades cometidas en Auschwitz y evitar que, pese al intento de sus asesinos, vidas como la de la joven niña Czeslawa Wólka nunca caigan en el olvido.
Para cual está la memoria de la humanidad..
En este sentido, la organización quiere recordar a todas aquellas personas que tienen previsto acudir durante los próximos días, la conveniencia de adquirir sus tickets con anterioridad en la propia taquilla del recinto o la web www.auschwitz.net, a fin de no quedarse sin aforo disponible.
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