¿Quién no se siente atraído por el ideal de la autenticidad? Un valor que nos hace ser coherentes con quien somos, con las propias ideas e ideales, con el estilo de vida elegido, aunque esto suponga renunciar al postureo presuntuoso o de pura conveniencia, o asumir los riesgos de pensar y actuar con independencia de lo “políticamente correcto”.
Sí, se puede ser auténtico en el mundo del espectáculo, del cine y de la cultura
Desde luego, a mí me atrajo el título de la mesa redonda “El arte de ser auténtico”1 organizada por la Asociación Pinoalbar Alumni, y allí estuve. El encuentro reunió a profesionales referentes en el mundo de la comunicación, las artes, la educación y la cultura, con el objeto de debatir sobre el significado de la autenticidad y compartir sus experiencias vitales.
Al hilo de unas intervenciones y otras, quedó claro que la autenticidad significa ser fiel a uno mismo, tanto en el papel que nos toca vivir en el entorno más cercano, como en el que se va forjando en nuestro ámbito profesional o social.
La autenticidad significa ser fiel a uno mismo, tanto en el papel que nos toca vivir en el entorno más cercano, como en el que se va forjando en nuestro ámbito profesional o social
Por ejemplo, el bailarín y coreógrafo Javier (Poty) Castillo comentó que siempre le ha acompañado la “misión” que se ha configurado en su familia de ser el «quitapenas», puesto que el mismo día que él nacía, enterraban a su hermano de nueve años… De hecho, su madre le dio curiosamente el mismo nombre de su hermano fallecido.
José María Irisarri, expresidente de Vértice y fundador de Globo Media y Onza Partners, la productora de la laureada serie “El ministerio del tiempo”, matizaba cómo la forma de vivir la autenticidad evoluciona al enriquecernos con nuevas experiencias vitales y otros conocimientos, como por ejemplo, el enfoque sostenible de la gestión empresarial que descubrió cuando cursaba el MBA.
Gari Durán, Doctora en Historia y Geografía, exsenadora por Mallorca y columnista en los periódicos El Mundo y El Español, defendió la importancia de la transparencia para mostrar la realidad sin esconderla tras las apariencias. Como buena conocedora de la historia de tierras de Castilla, puso como ejemplo la actitud de ciertos hidalgos que mantenían su estilo de vida, ocultando sus penurias económicas a los ojos de los demás.
También abogó por la coherencia en la defensa de nuestras convicciones aunque eso suponga recibir críticas, acometer cambios o renunciar a un estatus profesional, y por la necesidad de implicarnos como ciudadanos en esa defensa.
La moderadora de la mesa redonda recordaba cómo la fidelidad de Gari a sus convicciones llevó a esta exsenadora a romper la disciplina de voto.
Educar a los hijos en la autenticidad, todo un arte
En el evento participó también Rosa Pich-Aguilera, instagramer 2 con 50.800 seguidores y autora del libro “¿Cómo ser feliz con 1, 2, 3… hijos?». En sus intervenciones defendió que se puede formar a los hijos en el valor de ser auténticos cuando los padres viven esa autenticidad, como ocurre también al educar en otros valores. Invitó a educar de forma que los hijos forjen una fuerte personalidad, que les facilite ser coherentes con sus convicciones allí donde estén.
Las redes sociales y los medios de comunicación muestran lo que es perfecto, lo que agrada. Ocultan lo feo, lo negativo, lo que provoca dolor, alejándose así de la realidad, de la verdad. Esta madre de familia numerosa invitó a compensar la presión que reciben los hijos para vivir pendientes de su apariencia, enseñándoles a pensar en los demás antes que en sí mismos.
En este punto hago un inciso para recomendar la lectura del artículo de Juan Meseguer “Tres virtudes para la Generación Yo” 3, que recoge esta idea de educar a los hijos para que pasen «del yo al nosotros” y el consejo de sustituir los mandatos ligados a la casuística, tan desgastantes, por conversaciones pausadas donde vayan aprendiendo a razonar éticamente.
Solo enseñando a los hijos a pensar, podrán tener independencia de criterio. Aunque esto no basta, según advierte Meseguer al referenciar el libro de Rusworth Kidder “Good Kids, Tough Choices” con la siguiente cita:
Sin la valentía para defender los propios valores cuando alguien los pone a prueba, en la práctica no hay mucha diferencia entre tenerlos o no. El coraje es el catalizador; sin él, no hay más que teorías bonitas (Rusworth Kidder escritor e investigador del Institute for Global Ethics)
Las personas auténticas están satisfechas y felices
Volviendo al evento sobre la autenticidad, los ponentes afirmaron que la autenticidad requiere «aceptarse y quererse como cada uno es» y todos coincidían en que les hace vivir más satisfechos, les hace personas más felices.
Como dijo Poty Castillo, una actitud que muestra autenticidad puede suponer un plus para la imagen personal. De hecho, piensa que es lo que atrajo a la marca Nescafé para elegirlo en 2011 como la imagen de Nescafé Clásico en América.
El artista reflexionó sobre las ideas comentadas y concluyó que la persona auténtica es la que evita tres actitudes: autoengañarse o «contarse una milonga» para creerse que hace las cosas por una causa más noble que la real, el postureo tan común en nuestro país, que llega incluso a «crearse un personaje», y buscar el halago fácil.
En cualquier caso, ser auténtico y mostrar con claridad las propias convicciones en el mundo del espectáculo, de la política o de la cultura es todo un reto, pues en la mayoría de los casos supone recibir críticas y ser rechazado de forma injusta. Manifestar abiertamente las convicciones religiosas también supone coraje. En el evento Irisarri testimonió que así lo hacía en el día a día de su trabajo y también he visto esa actitud cuando me he asomado en Twitter al TL de @PotyCastillo.
Ser auténticos nos lleva a vivir más satisfechos, a ser personas más felices
La autenticidad, un ideal más allá de la fidelidad a uno mismo
Llegó el turno de preguntas de los asistentes y una de ellas nos dejó a todos meditabundos: ¿La autenticidad tiene que guardar relación con la verdad y el bien? Ciertamente, contestaron los ponentes, uno puede ser un auténtico… canalla.
El artículo de Manuel Fontán “La ética de la autenticidad” 4 trata sobre el libro del mismo título del profesor de filosofía en la Universidad McGill, Charles Taylor. Éste explica por qué el solo hecho de ser fiel a uno mismo, no da valor a un ideal o estilo de vida. «A la hora de decidirnos por algo tan serio como una forma de vivir, la igualación de todas sólo vale si los estilos de vida carecen a priori de cualquier significado. Y esta situación no es que sea mala porque lleve al relativismo: es rotundamente falsa«.
Las elecciones vitales, argumenta Taylor, solo son valiosas si se recortan contra horizontes valiosos. Si la fidelidad a nosotros mismos se relaciona con la verdad y el bien, el ideal consiste en ser “coherente con un orden superior”, un orden que jerarquiza las elecciones y, por tanto, legitima o no las opciones.
Si la autenticidad se relaciona con la verdad, el ideal consiste en ser “coherente con un orden superior”, un orden que jerarquiza las elecciones y, por tanto, legitima o no las opciones (Charles Taylor, profesor de filosofía de Universidad McGill)
Más allá del yo, la autenticidad como valor requiere de esas exigencias éticas de la verdad y del bien, que no son ajenas a la libertad de cada uno. Antes al contrario, cada persona configura libremente su propia identidad tomándolas como guía, de forma que su vida tenga el sentido y el valor que ha elegido darle.
Referencias
1 Vídeo de presentación de la mesa redonda “El aRte de ser auténtico” de Pinoalbar Alumni
2 Instagram de Rosa Pich @comoserfelizconunodostreshijos
3 Artículo de Juan Meseguer en Aceprensa “Tres virtudes para la Generación Yo”
4 Artículo de Manuel Fontán en Aceprensa “La ética de la autenticidad”
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