Si Einstein hubiera nacido mujer, es probable que nunca le hubiéramos conocido. O que los méritos de sus descubrimientos se los hubiera llevado algún colega científico o incluso su marido. Porque en aquella época, las mujeres no podían acceder a la universidad y las que hicieron importantes descubrimientos científicos, fueron invisibilizadas.
De esta idea parte la iniciativa #NoMoreMatildas, que ha puesto en marcha la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), con el apoyo del Parlamento Europeo. Su objetivo es visibilizar, apoyar y dar voz a investigadoras y universitarias.
El proyecto, que fue lanzado hace apenas un mes, está teniendo una excelente acogida, gracias al respaldado de escritoras, científicas, instituciones y medios de comunicación, en un compromiso por visibilizar el papel tan necesario de la mujer en nuestra sociedad. Ya sea en el campo de la investigación científica, o en el de las humanidades, como la literatura, el cine o el arte.
La parte novedosa del proyecto, es que incluye material didáctico para trabajar en los colegios y complementar los todavía escasos referentes femeninos en los libros de texto. Si bien las editoriales van introduciendo poco a poco más información sobre las aportaciones concretas de mujeres científicas, todavía en el imaginario colectivo sigue pesando la idea de que “la ciencia es cosa de hombres”.
La iniciativa es tan original como necesaria, porque aúna Mujeres, Ciencia, Igualdad y Educación. Cuatro pilares fundamentales en una sociedad que busca evolucionar, inspirar y fortalecer a sus ciudadanos, empezando por los niños y adolescentes, que son su motor de cambio y de futuro.
El Efecto Matilda
La historiadora Margaret W. Rossiter puso nombre al “Efecto Matilda” en honor a Matilda Joslyn Gage, activista norteamericana de los derechos de las mujeres. Define la discriminación que han sufrido muchas científicas a lo largo de la historia. Bien porque se les han negado sus aportaciones o porque la autoría de sus descubrimientos fue otorgada, e incluso premiada, a sus compañeros varones.
Para visibilizar el trabajo de las mujeres científicas, ya en los años 70, se estableció la Association for Women in Science en EE.UU. En Europa se logró en los 80, donde a las iniciativas de los países nórdicos y el Reino Unido, siguió una apuesta de la Comunidad Europea que culminó en 1999 con el «Grupo de Helsinki». Su objetivo era examinar la situación de las Mujeres en la Ciencia en 30 países. El plan de acción para promover la igualdad de género en la ciencia, incluyó la elaboración por un grupo de expertos del informe ETAN, publicado en el año 2000.
En España, AMIT nace en 2001 con el propósito de desarrollar leyes que incluyan la igualdad de género en campos como la investigación y la formación académica. Es por ello que hoy, 20 años después, tenemos una legislación que persigue dicha igualdad. Pero pese a ello, las cifras siguen siendo descorazonadoras para las científicas, pues la brecha de género sigue existiendo.
Por eso es necesario que inspiremos y descubramos desde las aulas a brillantes investigadoras, como la química británica Rosalind Franklin, que descubrió la estructura del ADN. La bióloga estadounidense Barbara Mcclintock, que descubrió los genes saltarines. La actriz Heidy Lamarr, que además fue inventora y precursora del WIFI. O la bioquímica española Margarita Salas, que estudió virus y moléculas aplicadas a la medicina, biotecnología y criminología.
Carmen Fenoll, presidenta de AMIT, piensa que “la consecuencia de esta falta de imágenes de mujeres en la historia de la ciencia, es que hace que otras mujeres, niñas y jóvenes, perciban que la ciencia es cosa de hombres. Además, la sociedad, las familias y las escuelas dudan de la capacidad de las niñas para dedicarse a la ciencia, haciendo que terminen dudando de sí mismas. Y aquellas que logran sobreponerse a estos obstáculos, se encuentran con entornos académicos hostiles, todavía plagados de estereotipos y sesgos inconscientes contra ellas, que dificultan su progreso de un modo sutil pero efectivo.
Fenoll añade que “Muchas abandonan y otras se quedan estancadas y nunca consiguen desarrollar su potencial. Por eso solo ocupan en torno al 20% de las plazas de mayor nivel profesional en la investigación y su participación en el liderazgo y la toma de decisiones en ciencia sigue siendo anecdótica. Con esto se cierra un círculo pernicioso de invisibilidad que está siendo muy difícil de romper, pese a los innegables avances legislativos conquistados en los últimos años”.
Más referentes femeninos en los libros de textos
El proyecto de AMIT propone videos divulgativos, biografías desconocidas y cuentos que reivindican una mayor presencia de las científicas y sus aportaciones en los libros de texto escolares.
Según diversos estudios de la Universidad de Valencia y la Complutense, apenas se dan un 7,6% de referentes femeninos en libros de texto de la ESO, respecto a los varones y un 12% en las citas de trabajos académicos. Además, el porcentaje de mujeres en carreras científicas es inferior al 50% (28,5% según la Unesco). Pero lo más preocupante, es el descenso en áreas clave para el desarrollo tecnológico de la sociedad. En ingeniería informática, en España las mujeres representaban más de un 30% del alumnado en los años ochenta y hoy apenas llegan al 12%. En matemáticas, en el año 2000, el porcentaje era de un 60% y en 2018, ha bajado al 37%.
Por ello, #NoMoreMatildas invita a pensar, a través de tres biografías imaginarias, cómo hubiera sido la vida de Albert Einstein, Alexander Fleming y Erwin Schrödinger, en caso de haber sido mujeres. Los cuentos no están a la venta, pero se pueden descargar en www.nomorematildas.com.
El cambio, desde la educación
Desde AMIT, creen que hablar de estas científicas ahora puede cambiar muchas cosas. “Para empezar, se trata de una reparación histórica: les debemos a estas mujeres un reconocimiento por su trabajo. Además, incluir a las científicas nos permite tener un conocimiento más real sobre la historia de la ciencia. Pero por encima de todo, que la sociedad conozca a todas estas mujeres excepcionales puede ayudar a que más niñas y jóvenes consideren la ciencia como una opción de carrera para sí mismas. Y también para combatir el machismo con el que todavía convivimos como sociedad”.
Sin duda un buen punto de partida para trabajar con niños y adolescentes en casa o en los colegios. Una divertida forma de descubrir otros referentes femeninos no tan conocidos. Una fuente de inspiración para despertar en las niñas una posible vocación científica. Y una oportunidad para derribar estereotipos sobre género desde edades tempranas.
En definitiva, una ocasión para valorar a las mujeres, en las aulas y en la vida. Para empoderarlas desde pequeñas y enviarles un mensaje de unidad: Todos (hombres y mujeres) somos complementarios y podemos llegar a ser igual de capaces. La suma de nuestros conocimientos y habilidades personales, dará mejores resultados en los avances para conseguir un mundo más equilibrado, igualitario y humano.
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