¿Conciliación familiar y laboral?. ¿Educación consciente y respetuosa? Cómo hacerlo y no morir en el intento es el reto más grande con el me he topado desde que soy madre.
El estrés, la falta de tiempo, el vivir proyectada fuera del presente condiciona la forma de educar a nuestros hijos. Esta es una de las reflexiones más valiosas que he recibido de la filosofía de Disciplina Positiva. Harta de leer y acudir a charlas sobre la educación, siempre me pasaba lo mismo, en momentos que más necesitaba esos consejos nunca me acordaba, tomando decisiones aprisa que a priori ya sabía que no me iban ayudar, ni a mí ni a mi hija. ¿Pero dónde quedaban esos conocimientos adquiridos si luego a la hora de la verdad no hago uso de ellos?. Esto me mortificaba porque además me generaba sentimiento de culpa…
Aprendí que todos esos conocimientos quedaban “secuestrados” por la parte más primitiva de mi cerebro cuando me encuentro sometida a estrés. Nuestro cerebro primitivo, también llamado “cerebro reptil” interpreta que estamos en peligro y desencadena un sistema de alerta que nos conecta directamente con la supervivencia, es decir, con tres tipos de conducta, la lucha, la huida y la paralización. Claro, esto condiciona mucho nuestras decisiones, sobre todo, porque la parte más inteligente de mí (el lóbulo prefontal), donde se encuentran nuestras funciones ejecutivas que nos definen como humanos ¡¡¡¡está desconectada cuando estamos en modo supervivencia ¡¡¡¡… Ahora entiendo todo.
Sabía desde hace tiempo las repercusiones que tiene el estrés en nuestra salud en general pero descubrí, que además afecta a mi conducta y a mi manera de educar. El día a día genera situaciones que “gota” a “gota” van colmando el vaso de nuestra serenidad, hasta que la última gota desborda y entonces, sin más remedio, nuestro cerebro cocodrilo secuestra nuestra sensatez y nos hace prisionero. Llegado a este punto, no hay retorno, la única manera de conseguir que el vaso no se desborde es vaciarlo de vez en cuando a través del autocuidado.
El autocuidado debe ser la base de la educación de nuestros hijos, porque nosotras somos el pilar que sustenta todo. Muchas veces estamos pendientes de atender y cuidar las necesidades de los nuestros y nos olvidamos de nosotras mismas, pensamos que no tenemos tiempo para dedicarnos, pero esto es solo por la falta de costumbre o porque nunca supimos lo vital que es. ya que somos personas de valor incalculable para nuestros hijos y nos merecemos querernos, amarnos, atendernos y cuidarnos.
¿Cómo podemos planificar nuestro autocuidado? Podemos hacer una lista de cuidados en cuatro diferentes planos, en el físico, en el emocional, en el mental y en el espiritual. Proponernos hacer algo de nuestra lista cada día y al final de la semana, revisar qué grado de autocuidado hemos tenido.
Me gustaría aportarte algunas ideas de aplicaciones prácticas de autocuidado que más me han ayudado personalmente, que puedes adaptar a tu realidad y a tu estilo de vida.
En el plano físico, el más sencillo pero que requiere planificación y no postergarlo, algunos ejemplos pueden ser: atender a nuestras revisiones médicas, nutrirnos bien, hacer deporte, beber suficiente agua, dormir lo suficiente, etc.
En el plano mental, nos planteamos el cuidado de nuestra cognición y de nuestra salud mental, como pudiera ser, leer un libro, ir a un museo, tomar unas pequeñas vacaciones, escuchar música relajante, estar en contacto con la naturaleza.
Aprender algo nuevo (música, idiomas, etc.) es muy estimulante, desafía tu mente. Sorpréndete y déjate sorprender. Es muy útil plantearse actividades que generen algo de incertidumbre, algo que se salga de lo cotidiano, cómo cambiar el camino para llegar a casa, vamos, salir de tu círculo de confort, atreverte a hacer cosas nuevas. Yo este año aprendí a patinar sobre hielo, todo un reto para mí porque me daba un miedo horroroso desde pequeña …
Aprender algo nuevo (música, idiomas, etc.) es muy estimulante, desafía tu mente.
Cambia tu pensamiento interior, límpialo, deshazte de críticas, reproches, miedos irracionales, sarcasmos, etc. hacia ti misma, sustitúyelo por afirmaciones positivas, frases de auto-ayuda, mantras, oraciones que te alejen de un lenguaje interior tóxico.
Un gran tonificante cerebral y para mí imprescindible, la risa. Hay que reírse cada día. Lee chistes, cuéntalos, compártelos… En mi casa hemos creado una caja donde escribimos anécdotas graciosas que nos han pasado a nosotros o a familiares y amigos. De vez en cuando, la sacamos, releemos y nos reímos a pierna suelta ¡¡¡.
Otra herramienta poderosa es no hacer nada… ¡¡¡ Sí, sé que vais a pensar que estoy más que loca !! … ¿Con todo lo que tenemos que hacer, que ni siquiera da tiempo a resoplar?. Pues sí, no hacer nada, dar paso al vacío, a la nada … soñar despierta. Es una actividad que estimula circuitos neuronales que favorecen la creatividad. Visualiza, sueña y disfruta con ello, entonces y solo entonces, te encontrarás con esos momentos “ajá” que lo solucionan todo, esas ideas increíbles que dan la solución inesperada.
En el plano emocional, puede ayudar mucho escribir un diario de gratitud, en donde expresar agradecimientos a los demás, a Dios, al Universo, a la vida y muy importante, hacia nosotras mismas. Un repaso del día de cómo me he sentido, qué me ha hecho sentir así …. Es decir, que necesidad cubierta o no cubierta había detrás de ese sentimiento. Generalmente detrás de un sentimiento “negativo” (por denominarlo de alguna forma) siempre hay una necesidad no cubierta (reconocimiento, sinceridad, comprensión, etc..), descubrir cuál es, a veces requiere introspección, pero aporta mucho, lo recomiendo. Si escribirlo te supone un esfuerzo adicional, hazlo mentalmente antes de acostarte, a mí me funciona. Me ayuda a nivel personal y cómo madre. Muchas veces vivimos situaciones con nuestros hijos que nos enfrentan a emociones y a necesidades personales de las que no somos conscientes pero supeditan e influyen en nuestra conducta y en nuestras decisiones, esto hay que tenerlo en cuenta cuando educamos. Por poner tan solo un ejemplo a modo de clarificar: ¿Por qué me enfurece tanto que me desobezca o que me rete mi hija? ¿Por qué sobre reacciono ante esto? ¿Cómo me siento cuando esto pasa? ¿qué necesidad mía hay detrás de todo esto en realidad?…tal vez me sienta irritada, defraudada, triste ….porque lo que necesito es la seguridad de saber que todo va salir bien, de que está todo bajo control, de que soy buena madre…Pero ¿tiene esta necesidad algo que ver con la propia acción del niña que me provocó el enfado? En realidad, no. Llegado a este punto, nos podemos dar cuenta de que aplicamos medidas correctivas a nuestros hijos que no guardan directa relación con la necesidad del niño o la niña, sino más bien de la nuestra…
Dentro de este mismo plano emocional, revisar tu propio sistema de valores, conectarte al supravalor, o valor rector que da sentido a tu vida, clarifica y ayuda a conectarte a tus objetivos prioritarios y a tu misión educativa como madre, nos conecta con el ¿para qué educamos?. Es entonces cuando descubres que nos preocupamos en exceso por detalles que en realidad no son importantes ni vitales para la felicidad nuestra y de nuestros hijos.
La empatía es otro factor importante en el bienestar emocional. Encontrar ese “alguien” que verdaderamente te ofrece ese gran regalo que es la empatía, alguien que te escucha sin juicios, sin consejos, sin reproches. Algo bien distinto a la “simpatía”, relacionada con las típicas frases que en vez ayudar te hunden en la miseria, tales como… “no es para tanto, podría ser peor”, “lo mío es más grave”, “tú lo que tienes que hacer es…”¿te suenan?..¿pero alguna vez te ha dado consuelo alguna de estas frases?. A mí no y estoy segura que a nadie. Apostemos por las relaciones auténticas, son escasas pero más reconfortantes. Aprender a ofrecer empatía también es un excelente ejercicio.
La empatía es otro factor importante en el bienestar emocional.
No puedo dejarme en el tintero, el dar y el recibir abrazos, porque el tacto es el primer lenguaje, es el primer sentido que se activa en la vida intrauterina y el último que se desconecta cuando morimos ¿por algo será, verdad?. Nos tocamos y abrazamos cada vez menos. Lo sustituimos por palabras o por gestos pero no son más que sucedáneos. Cuando abrazas a alguien de corazón, también abrazas su alma. Es un bálsamo para nuestro ser emocional.
Por último, y esto es una visión mía muy particular pero que tiene fundamentos científicos, rodéate de cosas bellas, artísticas. Visita museos, monumentos arquitectónicos y naturales, cuida el entorno en el que te mueves. En ocasiones no somos conscientes que el ambiente que nos rodea. ¿Por qué te preguntarás? Estas representaciones estéticas producen un impacto enorme para el bienestar emocional. Te invito a comprobarlo.
Para terminar, nuestra faceta espiritual también precisa de autocuidados. Muchas veces la dejamos atrás, sobre todo por las prisas del día a día, pero alimentar el alma es esencial para nuestro bienestar. Rezar, meditar, estar en silencio, realizar actividades contemplativas, colaborar de forma altruista en la ayuda a los demás, etc… son tan solo algunos ejemplos.
Te animo a realizar tu propia lista y a ponerla en práctica poco a poco, revísala de vez en cuando y ves añadiendo actividades. También hacer una lista a parte de las “50 pequeñas cosas que me hacen feliz” para tener un retén de ideas de autocuidado “exprés”. Resulta sorprendente porque las primeras 10 son muy fáciles de rellenar pero llegar a las 50 no lo es tanto, requiere atención plena a las pequeñas delicias cotidianas que nos ofrece la vida y que nos pasan desapercibidas, escuchar el canto de los pájaros, un café en absoluta soledad, escuchar tu canción favorita, respirar, bailar, …..
Gracias al autocuidado podemos pensar claramente, hacer uso de aprendizajes y experiencias que nos ayuden a decidir cómo educar a nuestros hijos de forma más coherente. Somos personas de valor incalculable para nuestros hijos y nos merecemos querernos, amarnos, atendernos y cuidarnos.
Susana Barriga
www.educatumente.com
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