Capítulo I
El olor a bosque y a conejo asándose lentamente a las brasas envolvían la concentración de Theo Kaczynski. Nada alteraba la pacífica vida del asesino, salvo su atormentada mente. Meticuloso y obsesionado por la perfección trabajaba en su próxima bomba. Ajeno a los movimientos del FBI en San Francisco, y seguro de que nunca jamás lo encontrarían en su cabaña. Theo era matemático y además un genio, quizá esa mente privilegiada logró controlar de algún modo su locura, sin embargo, cuando el odio se apoderó de él, la máquina de la venganza pareció encenderse sin botón posible para volverla a apagar.
La bomba 16
Aquel día Jack miraba al techo, sumido en recuerdos y planteamientos obsesivos. Jugueteaba con una pelota de béisbol, arriba, abajo, arriba, abajo, arriba, abajo. Desaseado, barbudo, tirado en el sillón la mayor parte del tiempo. Samantha le observaba discretamente. Ella callaba, le conocía bien, pero esta vez era distinto, su Jack había desaparecido.
— ¡Papá, papá! Ven, mira lo que sale en la tele — KC, el hijo mayor de Jack sacudía a su padre
«El empresario Carter Cacahuet muere por una explosión causada por un paquete bomba en su despacho de Illinois, hasta el momento se desconocen más detalles. Todo apunta a un nuevo atentado de «Unabomber». Informa CBZ News.»
En ese instante suena el teléfono.
— Jack, ¿Te has enterado? — Era Carrie — Sí, sí, ¿Crees que ha sido él? — — Afirmativo. Acabamos de recibir los datos del envío postal: Bahía de San Francisco, oficina de Correos 420, un paquete de 20 cms de alto por 70 de ancho, como siempre. Ha sido él, esta información nunca se ha filtrado a la prensa, no puede ser un imitador — — ¿Qué sabéis de la víctima? ¿Qué nexo nos puede conducir a Unabomber? — — Hasta el momento poco, un empresario rico... — Jack aprieta los labios, cierra los ojos y corta súbitamente a Carrie — Averigua si su trabajo tenía algo que ver con algo industrial, maquinaria, ordenadores, satélites, ¡Lo que sea! Es fundamental averiguar el nexo y... anota esto: Busca en el manuscrito si aparece algo relacionado con lo que hacía este empresario. Te dejo, adiós Carrie, gracias. Te llamaré —
Jack salió corriendo de su casa, arrancó la moto y marchó a toda velocidad. Samantha le vio y ni hizo ademán por llamarle. Ella sabía a dónde iba. A la cabaña. Desde que Jack fue apartado del caso, cada vez que Carrie le llamaba entraba en un estado de neurosis, según él, -era «un estado creativo»-, y buscaba aislarse… como «Unabomber». A veces desaparecía cinco días y Samantha quedaba sola, con tres niños. Por las noches, lloraba.
La vida de Fitgerald, -descifrando lo aparentemente indescifrable-, quién y cómo era “Unabomber”, se fue al garete. Aquello se convirtió en un duelo invisible y psicológico entre asesino y agente. La lucha desgarradora entre el bien y el mal.
La cabaña
Jack era analista y su proceso mental era claro, pero lento. Con el manuscrito de «Unabomber» entre sus brazos, pensaba. La trampa que el FBI puso a Kaczynski en San Francisco fue acceder a una petición de «Unabomber»: Publicar su manuscrito en un periódico y él dejaría de enviar bombas para siempre. «¿Deberíamos ceder a lo que pide un terrorista o no?» -se debatía con pasión en la unidad del Jefe Olson-. Finalmente la Fiscal General les autorizó a publicarlo en un solo diario, pensando que Unabomber picaría en el anzuelo.
Jack necesitaba una y otra vez recrear personas, recuerdos, párrafos, datos, imágenes y buscar los detalles en su mente. Era su método, atar múltiples datos inconexos entre sí para obtener certezas. Visualizó a Glorie, gracias a ella Jack descubrió el Idiolecto. Aquello fue la chispa que le condujo al perfil de Unabomber y a desarrollar el «Método del lenguaje forense en criminología». La filóloga le explicó que el idiolecto es el modo particular que cada individuo tiene de hablar una lengua, de escribirlo. El idiolecto viene determinado por circunstancias personales, sociales, geográficas, etc.
De repente, excitado, dio un brinco, ¡Claro! ¡Cómo no lo había visto antes!
— Carrie, ponme con el Jefe, por favor — — Jack, no va a querer hablar contigo — — Insistele... — — Olson al habla, te doy un minuto Jack — — Señor, él no vive en la Bahía de San Francisco, estábamos equivocados. Él nunca se enteró de la publicación, sino ¿Por qué puso la bomba de hace dos días? ¿Nos engañó o no se enteró de la publicación? - El Jefe Olson permanecía en silencio — ¿Señor, señor? ¿Está usted ahí, me oye? — — ¡¡SÍ,JACK, TE OIGO!! prosigue — — Recuerde... Unabomber valora la lealtad, dice que es un hombre de palabra, ¿Por qué incumplir el pacto? ¡PORQUE NO SE ENTERÓ! — — Vale Jack, te quiero ver aquí mañana a las once — — Pero señor... — — !A LAS ONCE! — y colgó
¿Qué guiaba a Jack? ¿La soberbia de querer atrapar a toda costa y demostrar que no era un agente de segunda clase y ganar reconocimiento humano? o ¿Su obsesión aumentaba porque cuanto más conocía del “Unabomber”, más certeza tenía de lo peligroso que era dejarle en libertad?
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