Ya desde los inicios del siglo pasado, en un contexto en el cual el sentimiento religioso impregnaba con intensidad multitud de creaciones artísticas, se iniciaban al mismo tiempo los primeros ensayos fílmicos que recogerían las esencias y el significado de un personaje tan capital para la Iconografía cristiana como es la Virgen María.
Podremos observar a través de las siguientes referencias cinematográficas la perceptible evolución de las diferentes representaciones que han ido retratando una figura esencial y fundamental para el sentimiento religioso más íntimo de los cristianos, y muy especialmente para los católicos, en diferentes entornos sociales, culturales e incluso políticos a lo largo de todo el mundo. Es una evolución que ha ido transcurriendo de forma paralela a las nuevas formas de pensar y de expresar las creencias religiosas más personales, y sirviéndose de un altavoz tan directo y poderoso como es el medio audiovisual, primero en la gran pantalla, y luego a través de un canal de comunicación de masas tan eficaz como es la televisión.
María en los comienzos del cine
Usualmente sus primeras apariciones cinematográficas solían reflejarse en un discreto segundo plano, sobre todo en aquellas obras que retrataban, con mayor o menor fidelidad a los Evangelios, la Pasión y Muerte de Cristo. Es el caso de algunas obras imperecederas del Séptimo Arte, y aún en el entorno del Cine silente, como es el caso de la obra maestra de D. W. Griffith, “Intolerancia”, en la cual se recogen varios episodios que recrean diferentes momentos ilustrativos del fanatismo y la intransigencia de la humanidad. Es esencialmente en el episodio sobre la Pasión del Señor, en la que con brevedad, pero enorme fuerza emerge la figura magna de la Virgen, la cual se nos muestra como un epítome de los valores imperecederos como son el amor y la fe, valores que se constituyen en la esperanza más tangible para el futuro del ser humano y su convivencia en sociedad.
Una más que destacable y relevante visión de María es llevada a cabo con una singular fuerza y majestuosidad por el director de Cine alemán Robert Wiene, uno de los referentes fílmicos del movimiento expresionista alemán en la estimable “I.N.R.I.” (1923) en la que alternando espacios temporales, se incluye el pasaje de la Pasión de Cristo, con una espléndida caracterización de la Madre de Dios a través de la actuación de una de las grandes damas del Cine alemán de entreguerras, la actriz Henny Porten.
Sensibilidad y respeto
Fue esencialmente a partir de la introducción del famoso Código Hays a comienzos de los años 30 en Estados Unidos cuando la visión de la religión, y especialmente el tratamiento restrictivo sobre aquellas visiones consideradas irreverentes o poco respetuosas con la fe, impondrían una especial percepción de los retratos que la gran pantalla ofrecía sobre los personajes de Cristo o la Santa Virgen. Una legislación que involuntariamente frenaría las apariciones del personaje de María durante estos años y provocaría que su tratamiento en las producciones del Hollywood clásico fuese casi anecdótico por parte de la industria americana.
Posiblemente la más significativa aparición del personaje de María durante este periodo sería en la célebre “La Canción de Bernadette” (1943) que narra el misterio de la aparición de la Virgen en la localidad francesa de Lourdes en el año 1858. Esta basada en la célebre novela del escritor Franz Werfel, un autor cuya inspiración para su relato partiría de sus experiencias en Lourdes, siendo prófugo del régimen nazi por su condición de judío. Fue tal el impacto de las historias que escuchó por parte de los habitantes de la localidad, que prometió recogerlas en un libro si lograba escapar con vida. Algo que conseguiría ya en los Estados Unidos, convirtiéndose su novela en todo un best-seller. La narración del milagro se ofrece a través del protagonismo por parte de la niña testigo de la aparición mariana, Bernadette Soubirous, que da nombre al film, y que está encarnada por la actriz Jennifer Jones, una de las más célebres estrellas femeninas de los años 40 y 50 en un papel que la lanzaría al estrellato y cuya actuación fue premiada con el Oscar de la Academia de Cine. Las escenas dónde aparece María, breves pero rodadas con especial sensibilidad y respeto, recogen un personaje interpretado en su imagen y su voz por la actriz Linda Darnell, no acreditada en los títulos, que más tarde sería una imagen habitual del Film Noir de los años cuarenta.
Una legislación que involuntariamente frenaría las apariciones del personaje de María durante estos años y provocaría que su tratamiento en las producciones del Hollywood clásico fuese casi anecdótico por parte de la industria americana.
El Mensaje de Fátima (“The Miracle of our Lady of Fatima”) (1952). En esta ocasión nos encontramos con una producción norteamericana que relata la célebre aparición mariana sucedida en la localidad lusa de Fátima. Se trata de una sobria y a la vez elegante puesta en escena de este singular y trascendental episodio en la iconografía católica del S. XX., en la cual el personaje de la Virgen, pese a no ser mostrado físicamente en pantalla, impregna todo el visionado de la película mediante los testimonios y emociones de los personajes a los cuales el acontecimiento de su aparición convierte en protagonistas e igualmente mensajeros de la Gracia otorgada por María. Al mismo tiempo, sin duda podemos destacar que en el singular contexto de la época de su rodaje, en plena Guerra Fría, este film tiene una singular y soterrada segunda lectura política, al apreciarse una notable crítica al Gobierno portugués de la época de la aparición (1917), que era notoriamente izquierdista y anticlerical.
En busca de una realidad cercana
El Evangelio según San Mateo (“Il Vangelo secondo Matteo”) (1964). Una de las obras más personales y sinceras que han recreado jamás la vida de Jesús de Nazaret, basándose libremente en el Evangelio que da título al film, fruto de la mente y el talento del genial, y en muchas ocasiones polémico director italiano Pier Paolo Pasolini. Se trata de una visión austera, casi desnuda, pero al mismo tiempo enormemente poética nacida de la profunda emoción estética que el realizador sintió al leer fragmentos del texto atribuido a San Mateo. Se trata de un Jesús joven, con ínfulas casi revolucionarias, exaltando valores que su figura encarnaba tales como la misericordia, el perdón, y el anhelo de justicia en el mundo. Todo ello tratado con una enorme sensibilidad y naturalidad pocas veces vistas con anterioridad en el Cine, circunstancia que le valió a esta joya del Séptimo Arte, el reconocimiento del Vaticano a través de su publicación oficial “L’Osservatore Romano” con motivo de los 50 años de su realización como “la mejor obra cinematográfica sobre Jesús”. Un logro excepcional del tratamiento fílmico de la figura icónica del Mesías, que alcanza asimismo al retrato de su madre, María. Una encarnación igual de fascinante, tanto en su aspecto juvenil, como sobre todo en la composición del personaje de una María casi anciana, encarnada por la propia madre del realizador, Sussana Pasolini, que no era una actriz profesional, como la mayoría de los intérpretes amateurs elegidos para esta obra magna, galardonada en su día con el premio del Jurado en el Festival de Venecia. Se trataba de una tradición que respondía a las más profundas esencias del movimiento Neorrealista italiano, lo cual aportaba una sensación única de verosimilitud y autenticidad perseguida desde sus orígenes por este influyente movimiento cinematográfico de la primera mitad del Siglo XX.
Jesús de Nazaret (1977). Una de esas producciones nostálgicas para una generación de espectadores, fruto del poderío económico y creativo de la RAI (Radio Televisión Pública italiana) y la NBC norteamericana. El siempre discutido pero entusiasta Franco Zeffirelli, aborda en una mini-serie para la pequeña pantalla un trabajo ambicioso sobre la vida de Jesús, en los que como siempre el papel de la Virgen, tiene un rol esencial e imprescindible. La peculiaridad en esta obra recae en la imagen de una María casi adolescente, con una ingenuidad y jovialidad más acentuada que en otras ocasiones, en lo que quizás el mayor éxito fuese sin duda la actriz argentina Olivia Hussey (nacida como Olivia Osuna), intérprete católica que como curiosidad interpretaría años después a otro icono femenino ligado a la fe, el de la madre Teresa de Calcuta. En la elección de un papel tan relevante, en la que se barajaron actrices de la talla de Irene Papas, el director volvió sus ojos a la actriz argentina, con la que ya había trabajado casi siendo una niña en su célebre versión de Romeo y Julieta para el Cine. Fue una imagen casi imperecedera para muchos católicos, aquella que une en una iconografía muy especial la imagen de María al rostro fresco y singular de Hussey y la majestuosa de Cristo en el rostro magnético del actor británico Robert Powell.
La peculiaridad en Jesús de Nazaret recae en la imagen de una María casi adolescente, con una ingenuidad y jovialidad más acentuada que en otras ocasiones
La provocación también ha estado presente
Yo te saludo, María (Je vous salue, Marie) (1984) (Francia). Sin duda, una de las más polémicas producciones cinematográficas que satirizan a la fe católica, convirtiéndose en posiblemente el más osado acercamiento a la capital figura de la Virgen María. En esta controvertida obra dirigida por el director francés Jean-Luc Godard, uno de los máximos representantes de la Nouvelle Vague, movimiento artístico que defendía la aspiración de una absoluta libertad creativa, incluso transgresora si hiciese falta en su caso para conseguir los objetivos perseguidos por el director/autor, se nos ofrece un radical acercamiento a la hipótesis de una María distinta a los cánones y estándares ofrecidos con anterioridad. Estamos ante una María contemporánea, como otras tantas jóvenes de su tiempo (finales del siglo pasado), con sus mismos problemas cotidianos y vulnerabilidades, muy alejada de la iconografía católica de tan esencial personaje para los creyentes. Fue una película extraordinariamente polémica en su tiempo, la primera mitad de los años ochenta, por la visión excesivamente libérrima y considerada por muchos casi blasfema en relación con la imagen tradicional de María. El máximo exponente de esta visión crítica no sería otro que el Papa Juan Pablo II, al afirmar de forma reiterada la profunda herida que su visionado podía producir a la sensibilidad de los creyentes y por su tratamiento irrespetuoso de la figura de la Madre de Dios. Un ejercicio cinematográfico sumamente arriesgado en la que se nos muestra una visión desacralizadora de la Virgen, desde una perspectiva innovadora, naturalista, y que rompía con ideas preconcebidas respecto al tradicional dogma mariano.
La mujer más influente del mundo
La presencia excepcional y continuada del símbolo de María en el mundo, no se podría entender sin la existencia de ese íntimo vínculo sentimental tan profundo y atrayente que su personaje ha aportado a generaciones de creyentes, e incluso agnósticos o ateos. Una figura cuyo reflejo e notable influencia en las distintas sociedades y civilizaciones, no deja de crecer a lo largo de los años. Y es que ninguna otra mujer ha sido tan glorificada a lo largo de la Historia como ella, entre otras muchas facetas por ser un símbolo universal y eterno del amor maternal, así como del sacrificio y de la dignidad humana. Una relevancia que se expande más allá de la confesión cristiana, pues no en vano en el Corán, el libro sagrado del Islam, la persona de María ocupa un lugar de extraordinaria importancia, no siendo sorprendente en el seno de la fe islámica el reconocimiento inequívoco e implícito del dogma de La Inmaculada Concepción a través de algunos versículos de dicho texto sagrado. Se trata de una circunstancia que difiere con el tratamiento y la imagen que una parte del Protestantismo cristiano tradicionalmente ha tenido acerca de la Madre de Dios. Una visión que contrasta con la percepción de los católicos para los cuales la referencia de la Virgen María es un epicentro emocional dentro de sus profundas creencias, y la devoción mariana algo íntimamente arraigado en su fe. Una concepción distinta a la que perciben buena parte de la rama protestante del Cristianismo, al otorgarle a esta figura una importancia menor, basada en algunos casos en su escasa presencia en algunos Evangelios. Un reflejo último de esta forma de enfocar el personaje de María que se plasmaría en algunas de las grandes producciones cinematográficas del Siglo XX, buena parte de las cuales, sobre todo las dirigidas a las grandes masas, tenían un origen anglosajón, esencialmente norteamericano.
No podríamos olvidarnos de este curioso y bienintencionado drama televisivo protagonizado por el notable actor Martin Sheen acerca de la aparición mariana en la localidad Bosnia de Medjugorje. El catolicismo militante del célebre actor aporta credibilidad a este loable intento de narrar con pasión y apariencia de convicción este extraordinario suceso acontecido en 1981 en la antigua Yugoslavia. Es sin duda, un enfoque singular, en la que a pesar de que el protagonismo de las apariciones de la Virgen tienen un lugar secundario, respecto a las auténticas tribulaciones que padeció el párroco de la localidad, el padre Jozo, toda la atmósfera mística que aporta su presencia condiciona extraordinariamente todo el entramado argumental de este film.
Mary, Mother of Jesús (1999), Una singular producción dirigida expresamente a la Televisión, pero que tuvo un breve paso por la Gran Pantalla. Una de sus mayores peculiaridades fue la identidad de su principal impulsora y productora, Eunice Kennedy, hermana del malogrado Presidente de EE.UU., John Kennedy, ambos pertenecientes a una familia referente de muchas cosas en la cultura americana, pero singularmente representante de la fe católica en Norteamérica. Aunque no de forma fidedigna al tenor literal de las Escrituras, en este film se ofrece una imagen de María esencial para el posterior y trascendental desarrollo personal y vital de su Hijo, Jesucristo, incluyendo el notable pasaje de la aparición del Mesías resucitado ante su Madre. Este episodio tan excepcional, dado que no aparece recogido en ninguno de los Santos Evangelios, sin embargo sí responde a una longeva tradición ya recogida en los versos del poeta cristiano Sedulio, de la cual se hizo eco igualmente la eminente figura de San Ignacio, quién siguiendo la lógica de que siendo María a través de la Anunciación el cauce de su ingreso en el mundo terrenal, también ella estaría llamada de forma postrera a recibir en primera persona el mensaje de la extraordinaria noticia de la resurrección de su Hijo.
La Pasión de Cristo (2004). Sin duda, uno de los mayores fenómenos fílmicos con una enorme acogida de público e impacto social y mediático de la década pasada. Película cuyo guión fue inspirado en las visiones de la beata Ana Catalina Emmerick, se ofrece una visión alternativa a la tradicionalmente ofrecida en los Evangelios sobre la relación de la Virgen con su Hijo, un vínculo que llega a su momento más excepcional durante los momentos de agonía de Jesús durante la Crucifixión, en la que la tristeza y la angustia de su alma se expresa con extraordinaria fuerza. En esta obra de Mel Gibson, el papel típicamente secundario al cual Hollywood con frecuencia había relegado a la figura de María desaparece, llegando a ser esencial la relevancia de su figura en esta película para comprender su visionado, convirtiéndose en uno de los mayores logros de este trabajo. Su presencia constante a lo largo de todo el metraje aporta sensibilidad y humanidad, cualidades que se convierten en un necesario contraste a las terribles torturas físicas y humillaciones a la que Cristo es sometido, y que especialmente en esta obra son ofrecidas al espectador con una crudeza y realismo que en contadas ocasiones se han llevado a la pantalla. Las emociones de María, su dolor y compasión por todo el sufrimiento del cual es objeto su Hijo, aunadas a la dignidad de su figura son un gran logro de este film al cual aporta su talento y gran caracterización la actriz rumana Maia Morgenstern, intérprete teatral de gran prestigio en su país de origen, pero bastante desconocida en su momento para el gran público hasta el estreno de este más que notable ejercicio cinematográfico.
Natividad (“The Nativity Story”) (2006). En esta película norteamericana rodada ya en pleno Siglo XXI, se nos ofrece posiblemente uno de los tratamientos más sensibles y acertados que abordan la historia y figura esencial de María, respetando asimismo aquellos valores intrínsecos y profundos de aquellos espectadores que al mismo tiempo profesan la religión cristiana y aquellos otros que se acercan a esta obra desde un punto más alejado de la fe. Es sin duda la hermosa y creíble historia de amor entre María y José uno de los grandes aciertos de este interesante ejercicio artístico, e igualmente hay que destacar su enfoque singularmente poético, siempre insinuando sutilmente las emociones y vicisitudes que la Virgen va atravesando desde el iniciático momento de la Anunciación del Señor hasta la escena del parto. Una historia de sacrificio, compromiso, y fe de una joven cuya historia y la de su hijo cambiaría para siempre la historia de todos nosotros. Una obra que además tuvo la oportunidad y el honor de ser la primera película cuyo estreno mundial fue acogido por el Vaticano.
María de Nazaret muestra la evolución de la personalidad de la Virgen desde el final de su infancia, su juventud y su madurez, como un ser humano con sus inevitables fragilidades pero igualmente desde la perspectiva de su inmensa dignidad y su Santidad.
María de Nazaret (2012) (Italia). Seguramente una de las escasas producciones en la que la figura central y capital está ocupada en toda su extensión por el personaje de la Virgen María. En esta obra se nos representan las circunstancias y hechos que transcurren desde el acontecimiento de la Asunción de María hasta el postrero epílogo de la resurrección del Señor. Siendo un trabajo excepcionalmente respetuoso con el evidente contenido religioso que se revela a lo largo de su metraje, incluye fragmentos que no están recogidos en las Escrituras, pero que no resultan contradictorios con su mensaje. Pero sin duda lo más excepcional de su visionado lo podemos apreciar durante aquellos momentos y escenas costumbristas que acontecen durante la vida de María, San José y los entrañables y familiares pasajes que transcurren durante la infancia de Jesús. Un delicado acercamiento a su figura que recoge la evolución de la personalidad de la Virgen desde el final de su infancia, su juventud y su madurez, mostrándola como un ser humano con sus inevitables fragilidades pero igualmente desde la perspectiva de su inmensa dignidad y su Santidad.
Y es que en pleno Siglo XXI, en un universo azaroso, y lleno de cambios que convierten en obsoletos muchos de los mensajes y creencias que nos rodean, la huella que la devoción por la figura de María ha dejado en todo el mundo y sigue marcando en la actualidad, con esperanza y fe el devenir de muchas personas, no deja de asombrar por su capacidad de atracción y de seducción. Una simple muestra de ello es que una publicación tan global como National Geographic dedicara su portada recientemente a la Virgen María, a la cual considera como “La mujer más poderosa del mundo”. Un ejemplo de cómo una figura tan universal como es la de María sobrepasa fronteras, creencias religiosas e impregna indeleblemente con su legado las más diversas manifestaciones artísticas del ser humano.
Finalmente, y cómo una singular e interesante aportación nacional que asume un enfoque diferente a esta figura central del Cristianismo, no podemos olvidarnos de “Tierra de María” (también conocida como “Mary’s Land”), producción española muy reciente, del año 2013, en la que a medio camino entre la comedia, el drama y el más género documental se nos muestran diversos testimonios que personas que han experimentado en diferentes circunstancias encuentros sobrenaturales relacionados con la Virgen María. Un singular ejercicio artístico, que de la mano de su director Juan Manuel Cotelo recoge el proceso de transformación espiritual y vital de diferentes seres humanos después de haber sido testigos de distintas apariciones marianas en varios rincones del planeta. Entre estas apariciones, sin duda, es la relativa a Medjugorje la que capitaliza buena parte del metraje e interés de esta modesta producción más cercana al docudrama que a una película convencional que curiosamente se convirtió en un éxito de taquilla en nuestro país.
Ha sido una pequeña muestra de cómo diferentes artistas e intelectuales quisieron plasmar a lo largo de diferentes épocas a través de sus trabajos, su personal percepción y a menudo sus propias y más íntimas convicciones morales acerca de un personaje cuya figura, incluso más allá del terreno estrictamente religioso, sigue y seguirá cautivando gracias al espíritu siempre joven que muestra su mensaje cautivador y fascinante. Un mensaje único y excepcional de compromiso, generosidad, entrega, y de esperanza en el futuro.
Al día de hoy, sin embargo, queda pendiente el reto cinematográfico del protagonismo fílmico que se merece María como la mujer más atrayente e influyente de la historia de la humanidad. Y para conseguir esa visión más cercana a su persona, tendría que producirse en la protagonista, la misma transformación que sufrió Jim Caviezel al realizar su papel de Jesucristo en La Pasión de Mel Gibson. Sólo entonces será la verdadera película sobre la Virgen.
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