Debería ser un derecho estar bien informado. Pero partimos de la base de que muchos medios de comunicación, suelen estar supeditados a intereses políticos, económicos o empresariales. Además de ser un elemento informativo, sobre todo en tiempos de crisis, pueden convertirse en una gran herramienta para manipular la información, la percepción y las conductas de la población.
Orson Welles y los medios de comunicación masiva
El 30 de octubre de 1938, los ciudadanos estadounidenses entraron en pánico, al creer que estaban siendo atacados por una invasión alienígena. Sorprendente pero cierto. El artífice del experimento, fue el director de cine Orson Welles. Para demostrar la capacidad de persuasión de los medios, retransmitió por radio una adaptación de la novela de ficción “La Guerra de los mundos”, de H.G. Wells. Ocurrió a pesar de la advertencia de que se trataba de una dramatización. El realismo de las interpretaciones y la ausencia de pausas publicitarias, hizo que gran parte de la audiencia creyera que la noticia era verídica.
Unos años después, el director, volvía a poner de manifiesto el poder de los medios de comunicación en su película “Ciudadano Kane”, cuyo personaje estaba basado en el magnate de la prensa William Randolph Hearst.
Globalización y “fake news”
Por su parte, el escritor Mark Twain, pensaba que era “mucho más fácil engañar a los hombres que convencerles de que habían sido engañados”. Por eso el título de este artículo apela a la responsabilidad ciudadana en el difícil, pero cada vez más necesario deber de estar bien informados para no ser manipulados.
Durante años, trabajé en una agencia de comunicación donde elaborábamos dossiers de prensa para diferentes empresas. Leíamos los periódicos generalistas y especializados todos los días. Recuerdo que cuando ocurrieron los atentados del 11 de septiembre de 2001, estaba en San Francisco. La misma información e imágenes se repetían una y otra vez en los noticieros de todas las cadenas. No fue hasta que llegué a España y leí todos los periódicos, cuando me di cuenta de la dimensión real de lo ocurrido. Después de esto, decidí impartir talleres de análisis de medios, porque es cuando suceden acontecimientos a nivel mundial, cuando más información se genera y más necesario es estar alerta.
Un mundo globalizado e interconectado a través de las redes sociales, es el perfecto caldo de cultivo para generar información, sobreinformación y desinformación a partes iguales. Y esto, como todo, tiene su lado positivo y negativo. Positivo, porque es más fácil que nunca conseguir todo tipo de información para profundizar, pero para ello hay que estar bien atento y dedicarle tiempo. Negativo, porque también es más fácil viralizar fake news, manipular, opinar y fomentar conductas basadas en ciertas emociones, como el miedo colectivo.
Estrategias de manipulación mediática
El escritor francés Sylvain Timsit describió en 2002 las “10 estrategias de manipulación mediática masiva a través de los medios de comunicación”. Su intención era dar a conocer las herramientas psicosociales que permiten alejar a la población de lo que realmente importa, consiguiendo una sociedad poco crítica y cada vez más sumisa.
- La estrategia de la distracción: desviar la atención del público de problemas importantes, con informaciones superfluas, mientras las élites políticas y económicas deciden ciertos cambios.
- Crear problemas para solucionarlos: provocar una situación que cause una reacción en el público cuando lo que se busca es que demande soluciones para que acepte las medidas a tomar.
- Comunicación gradual: lograr la aceptación de una medida inaceptable, transmitiéndola lentamente.
- La estrategia de diferir: presentar una decisión como “dolorosa pero necesaria” y preparar a la población para asimilar la idea de cambio, aplicándola en el futuro.
- Infantilizar al público: Si se trata a los ciudadanos como si fueran niños, es más fácil obtener una respuesta infantil y poco madurada.
- Utilizar la emoción antes que la reflexión: apelar al aspecto emocional del individuo, detiene el análisis racional y crítico de una situación. También permite acceder al inconsciente colectivo para utilizar el miedo y la incertidumbre e implantar ideas, deseos o cambiar comportamientos.
- Mantener al público en la ignorancia: lograr que los ciudadanos sean incapaces de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control.
- Aceptar la mediocridad: fomentar los programas de televisión superficiales o los partidos de futbol a todas horas y convertirlos en líderes de audiencia, para que el público no demande otros espacios más instructivos o culturales.
- Promover la culpabilidad: hacer que el individuo crea que no está capacitado y sólo él es culpable de sus propias desgracias. Esto desencadena pasividad y falta de acción.
- Conocer a los individuos mejor que ellos mismos: el sistema ha conseguido conocer a los ciudadanos mejor que ellos mismos, analizando sus comportamientos en redes sociales, compras en internet, formas de ocio… y esto hace más fácil ejercer poder y control sobre ellos.
Visión global y espíritu crítico
Afortunadamente, cada vez existen más medios y comunicadores independientes, pero son difíciles de encontrar, tienen menos seguidores y a menudo son silenciados por los propios interesados.
Por ello, es fundamental tener una visión global. Fomentar el autoconocimiento y el espíritu crítico desde la escuela, para no limitarnos con la información que nos llega. Si solo escuchamos un canal de televisión, leemos un único periódico o nos creemos lo que nos llega a través de las redes sociales, nuestra visión siempre estará sesgada.
En un mundo complejo y confuso, es cada vez más necesario hacer un ejercicio de responsabilidad ciudadana. No opinar a la ligera o de forma visceral. No compartir noticias sin contrastar. Aumentar nuestra capacidad de búsqueda, análisis y reflexión. No caer en la sobreinformación, que solo nos llevará a la desinformación. No convertirnos en ciudadanos pasivos, instalados en la queja y pasar a la acción. En nuestro poder está cambiar las cosas.
La manipulación del individuo es la forma más eficaz para que nada cambie y todo siga igual. Por eso, el deber de estar bien informados, para no ser manipulados, es una búsqueda necesaria que empieza en nosotros mismos y acaba en una transformación individual y colectiva.
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