Hoy es el día del cáncer de mama, abro el ordenador dispuesta a escribir estas líneas, y me aparece un artículo de Andy Stalman, el título es El futuro es de la mujer. Comienza el mismo hablando del papel, cada vez más sobresaliente de las mujeres conocidas o desconocidas, que salgan en los medios o no.
Me gusta esto de desconocidas por que las personas desconocidas son la gasolina del cambio, por muy conocida que sea la chispa del motor, si no hay gasolina, el coche no anda.
Concluye el artículo diciendo “la suma de los datos y realidades (unas desconocidas y otras famosas) nos deja una sola certeza; que la fuerza, la energía y, en concreto, el instinto femenino es lo que nos empuja hacia el futuro. Indudablemente el futuro es de la mujer.”
A mí me gusta hablar de esencia femenina más que de intuición. En esta palabra aunamos las características que, de forma genérica nos identifican, sea intuición, coraje o mil cosas más… y gracias a las cuales aportamos algo diferenciador. Está demostrando por ejemplo, que la mujeres son el motor de cambio en los países subdesarrollados, invierte en educación de las niñas y sus familias, comunidades y países, en última instancia, cambiarán. Si las mujeres no avanzan, la sociedad no avanza.
Una historia de muchas, pero no una más…
Esta fuerza y coraje fueron los que llevaron, hace ya un par de años, aunque me duela ver lo rápido que pasa el tiempo, a una amiga muy querida a luchar por sus hijos con gran valentía hasta el final de sus días. Se fue con 49 años casi recién cumplidos pero dejando un ejemplo de lucha difícil de igualar. No se si sus hijos serán algún día conscientes de todo lo que su madre hizo por ellos, de cada esfuerzo mental y físico por estar a su lado, por ayudarles con los deberes, porque la tuvieran cerca y estar en sus vidas a pesar de ese cáncer de mama que, en su caso, la fue minando poco a poco. Su sufrimiento no era nada si podía estar con ellos en sus últimas procesiones de semana santa juntos, en su último viaje juntos, en su último trabajo de curso juntos, en sus últimos deberes, las últimas tutorías…preocupada por el final de curso, al cual ya no pudo asistir, y los deberes que se entregarían ya sin ella. Preocupada por darles valores con los que enfrentarse a la vida y que ella, sin ser perfecta y sin darse cuenta, iba transmitiendo con su ejemplo.
Indudablemente su final habría sido menos doloroso si se hubiera preocupado más de su estado, porque ella se preocupaba de todos. Días antes de morir me pedía ayuda para una persona a la cual apenas conocía, y muy mal tenía que estar si no contestaba los WhatsApp con sentido del humor.
Para sensibilizar en el día del cáncer de mama, la doctora María Die Trill, psicooncóloga nos habla hoy en una entrevista para ABC del miedo, Pitu tuvo miedo, pero no por ella, ni siquiera miedo a lo que se iba a encontrar, sino por sus hijos, todavía pequeños, y a los cuales no quería abandonar. Había asumido su camino, y si se aferraba a la vida, era por su responsabilidad de madre. Su motor era el amor …
Quizás ella no fue normal, no fue egoísta, no para con su enfermedad y su bienestar y aunque triste, no he podido encontrar mejor símbolo de la esencia femenina como recuerdo para el día del cáncer de mama, tan especial para la mujer.
Es un símbolo de cómo funciona el mundo en muchos lugares apartados gracias a las mujeres, casi todas ellas desconocidas y cuya labor, fuerza, amor y entrega…aunque parezca a veces que se va quedando en el camino, es la semilla para lo que viene después… y sin semilla no hay frutos.
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