La 65 edición del Festival de San Sebastián ha dejado más aplausos que silbidos. Ha sido una notable edición en la que, además de un correcto palmarés, hemos visto buen cine español y se ha colado –no por las rendijas- sino por la puerta grande el cine que se va a distribuir por las plataformas digitales. Si no has podido estar en Donosti estos días te damos las cinco claves para entender lo que se ha cocido en el último festival de cine importante del año.
Un palmarés arriesgado y –bastante- acertado
Nada de inclasificables películas chinas, ni documentales iraníes… la Concha de Oro fue para una película americana, The Disaster Artist, dirigida e interpretada por James Franco. Una cinta cien por cien comercial que narra el arriesgado rodaje de una película de culto: The Room.
Es cierto que a la película le falta sutileza y elegancia y le sobra el recurso a la repetición pero, con todo, hablamos de un ingenioso guion, unas convincentes interpretaciones, una aguda disección de la frivolidad que envuelve el séptimo arte y también ¿por qué, no? un canto a la amistad.
La otra gran ganadora fue Alanis, se llevó dos premios importantes -mejor directora y mejor actriz protagonista- pero no terminó de convencer a la crítica. Por una parte, por culpa de un guion algo simplista y, por otra parte, por su superficial reflexión sobre la prostitución. Seguro que hay mujeres que ejercen la prostitución de manera libre y con pleno convencimiento personal…pero son minoría y no reflejar en una película sobre la prostitución a esa otra mayoría sometida al chantaje, al abuso y la extorsión es, como poco, frívolo.
Buen cine español
Se llevó pocos premios, pero el cine español que vimos en el Festival roza el notable. Handía consiguió el premio especial del jurado. Un premio merecido para una película –como su nombre indica- grande. Handía es un cuento, una leyenda vasca sobre el cariño entre dos hermanos, uno de ellos es un gigante.
Detrás de esta cinta está el equipo de Loreak, otra película vasca que ya nos sorprendió muy positivamente y que fue recogiendo loas y premios en los festivales por los que se paseó. Handía tiene otras hechuras de producción. Es una película más –sirva de nuevo la redundancia- grande y a la que solo le sobra metraje y alguna reiteración para ser más grande aún. Con esto y un poco más de elegancia en algunos pasajes que rompen la magia del cuento, estaríamos hablando de una película redonda.
El final de Handía es soberbio: pura justicia poética
Por otra parte, Manuel Martín Cuenca, el director de Caníbal, presentó El autor, una película basada en un relato corto de Javier Cercas. La cinta es una tremenda crítica del autor sin talento, de aquel que no tiene nada que contar y que decide estrujar unas vidas ajenas… que tampoco dan para mucho.
La interpretación de Javier Gutiérrez –hacía tiempo que no me enfrentaba a un personaje tan tóxico- es ejemplar. Y el final es soberbio: pura justicia poética. Algo a lo que, desgraciadamente, ya no estamos acostumbrados.
Fuera de concurso pudimos ver Morir, un crudo retrato de la irrupción de la muerte en la vida de un joven matrimonio que dirige Fernando Franco y que es un prodigio de sensibilidad y realismo.
Los veteranos, bien, gracias
En el festival pudimos ver algunas de las últimas películas de cineastas consagrados. Es el caso de Inmersión de Win Wenders. El veterano director alemán abrió la Sección Oficial de esta nueva edición de San Sebastián con una película en la que destaca una convincente pareja protagonista interpretada por Alicia Vikander y James McAvoy y un planteamiento interesante sobre el diálogo interreligioso. Como no podía ser de otra manera, tratándose de Wenders, la película tiene una magnífica fotografía.
Otro que no defraudó fue el maestro Koreeda que presentó El tercer asesinato. El gran director japonés se aleja de sus tradicionales historias familiares para adentrarse en este caso en un thriller jurídico que tratará de resolver el caso de un asesinato cometido por un hombre que ya fue condenado por otro delito y que además se declara culpable.
El resultado es una película ágil en su desarrollo, con ritmo -máxime teniendo en cuenta que estamos ante un ejemplo de cine oriental- y con la misma hondura antropológica que tiene el resto de la filmografía de Koreeda.
Perlas de otros festivales
Una de las ventajas de ser el último festival A del año es que puedes llevar a tu programación los premios de otros festivales. En San Sebastián pudimos ver la Palma de Oro del Festival de Cannes (The Square) y el Oso de Oro del Festival de Berlín (En cuerpo y alma).
The Square es una película sueca dirigida por Ruben Östlund y que cuenta las desventuras de un maduro, inteligente y valioso profesional que tiene que montar una exposición -llamada The Square– en el Museo de Arte Contemporáneo.
La cinta es un conjunto de gags hilarantes y acertados sobre una gran cantidad de aspectos criticables de nuestra sociedad: desde la dictadura de los políticamente correcto hasta los escándalos farisaicos de los que solo quieren vender.
Estamos ante una cinta interesante, ingeniosa y muy acertada en su crítica pero que tiene un problema grave de acumulación de temas y de denuncias. La película dispara contra tantos frentes que el espectador termina por sacar la bandera blanca. ¡Qué bien le hubiera venido a The Square un tijeretazo de 50 minutos.
Por otra parte, En cuerpo y alma es una película húngara que cuenta la historia de amor entre un rudo y maduro propietario de un matadero y una inteligente y casi autista joven inspectora de sanidad.
También aquí nos encontramos con una película que empieza muy bien, imitando sin rubor el cine de Kaurismäki, pero que derrapa después, con un final bastante burdo y difícil de digerir para un espectador de mediana sensibilidad.
El requisito es la calidad, no el modo de exhibir. José Luis Rebordinos
Netflix, por la puerta grande
Y, por último, hay que hablar de Fe de etarras. Y no por la polémica de su cartel –que sólo sirvió para hacer crecer el interés de la cinta- ni por la calidad de la propuesta –es una comedia más que aceptable- sino porque la entrada de Netflix en San Sebastián ha sido uno de los temas más interesantes de esta edición.
El director del Festival, José Luis Rebordinos se mostró tajante a la hora de defender que se programaran en el Festival productos audiovisuales… aunque no se vayan a exhibir en las salas grandes.
El requisito es la calidad, no el modo de exhibir. Algo que –pese a las críticas de los más puristas- tiene bastante sentido a estas alturas del partido, cuando una gran parte de los espectadores ve el cine en su casa.
Al margen de la plataforma, Fe de etarras, la última película de Borja Cobeaga, es una comedia tan divertida como negra. El cineasta vasco cuenta el final de un comando etarra coincidiendo con el mundial de Sudáfrica. Defiende Cobeaga que una de las armas para destruir el terrorismo es el humor. Es la clave de lectura de una película con algunos gags impecables y que refleja de una manera muy clara la sinrazón y estupidez de cualquier terrorismo. Ana Sánchez de la Nieta
¿Qué te pareció este artículo? Deja tu opinión: