Tras la jornada electoral de Andalucía, echo de menos un importante valor: la humildad. Y eso me hace preguntarme, ¿es la soberbia uno de los elementos que definen el perfil del político de los últimos años?
Con casi cuarenta y seis navidades, todavía no he conseguido oír o leer a algún político que diga tras un recuento electoral, siento muchísimo haber perdido la confianza de tantas personas y desde mañana trabajaré con mi equipo en averiguar qué he hecho mal, porque quiero enmendar mi error.
Si ese día llega, lo tengo claro, lo voto, y no me importarán ni las siglas en las que milite porque me demostrará que es una buena persona.
Me llama la atención que nuestros cuarenta años de democracia suenan aún a adolescencia, y que al igual que nuestros hijos e hijas cuando están en esa edad, ven justas las cosas cuando lo malo le ocurre a otro e injustas, cuando les ocurren a ellos mismos.
Los políticos solo piden que gobierne la lista más votada cuando es a su opción o color político, en cuanto ven peligrar el sillón del poder.
Con lo grandioso que sería escuchar a esas personas que nos representan pedir perdón, reconocer sus errores ante esos ciudadanos defraudados, y de los que tan sólo se acuerdan cada cuatro años, como ese amigo que todos tenemos que tan solo llama para pedir un favor y ni siquiera te pregunta ni cómo te va.
La baja participación y el voto a la formación política VOX han marcado una situación, en la que el pueblo Andaluz ha gritado a algunos de los partidos con mayor representación como el Partido Popular, PSOE y Podemos (ahora llamados Adelante Andalucía) el título de la canción de Orozco que antecede a este párrafo: “Devuélveme la vida”, y que os invito a escuchar mientras continuáis leyendo este post, que hoy quiere rendir homenaje a esa humildad que tanto echamos de menos muchos ciudadanos.
Ver en un balcón a un señor que ha perdido 7 representantes y que se autoproclama líder de un supuesto cambio, o la imagen de una señora que habiendo perdido 14 diputados culpa a los votantes de otro partido, al que han calificado de ‘ultraderecha’ porque haya sacado 12 parlamentarios por primera vez en la historia de Andalucía, y recalca el duro mensaje que la culpa de todo la tienen las personas que decepcionadas con 40 años de mentiras de su formación política, decidieron ejercer su derecho a la abstención o de dar su confianza a otras formaciones políticas, me hace sentir asco y repulsa.
¿Tanto cuesta ser humildes y reconocer los errores? ¿Tan difícil es para la clase política? ¿Acaso cuando los partidos forman a sus líderes no les enseñan el valor del servicio público?
Y qué decir del uso partidista de la palabra democracia, otro claro ejemplo de la falta de humildad en la clase política. Si ganan los partidos de izquierdas, el mensaje es que las urnas han hablado y hay que respetarlas, pero si en su lugar es la parte más conservadora la que obtiene la mayoría, entonces hay que convocar a las masas para mostrar la repulsa porque en ese caso se pone en peligro la democracia.
Y así podríamos hablar de la bandera, de la memoria histórica y hasta del nivel escolar de los niños andaluces, porque desde que tengo uso de razón, siempre ha sido igual, aunque en los últimos años la falta de humildad se ha establecido como un sello propio de todo aquel que se dedica a la política.
Y mientras escribo me acuerdo de otra canción, que sonaba mucho y que ahora bien podríamos aplicar a los casi 40 años de gobierno socialista en Andalucía, y es que hay gente que lo que quiere es vivir en paz, y avanzar hacia un futuro mejor para sus hijos y sus nietos. Gente que solo desea su pan y tener la fiesta en paz.
Y casualmente los que se abanderaban en las notas de esta canción, son los que hoy han llamado a los jóvenes andaluces a ocupar las calles, volcando su ira a chavales inocentes en lugar de reconocer su fracaso en las urnas y trabajar para recuperar la confianza perdida.
En algunas ciudades, se han producido detenciones e impuesto multas a pobres chavales que, con su falta de humildad y sus ansias de cambiar el mundo, son seducidos por las izquierdas más radicales para crear agitación social, pero oiga los fascistas son otros, y los anti constitucionalistas y anti democráticos también.
En fin, seguimos con las mismas historias, ¿superaremos estos complejos algún día?¿Volverá a ser la humildad un valor apreciado por la clase política?
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