La primera mujer nombrada Ministra en nuestra joven democracia, Soledad Becerril, afirmó recientemente: «No soy partidaria de las cuotas obligatorias». Opinión opuesta a la de Carmen Calvo, vicepresidenta del Gobierno, e impulsora de la nueva Ley de Igualdad laboral.
La cuota obligatoria de mujeres en los Consejos de administración empresarial, no convence a todos. ¿Por qué?
Dos políticas de largo recorrido. Ambas con experiencia de liderazgo al más alto nivel. Sin embargo, difieren de forma drástica en un asunto que en principio no admitiría discusión.
Un ejemplo televisivo
La exitosa serie danesa «Borgen» ilustra el tema en varios episodios. Sin duda, los países escandinavos siempre han sido pioneros en la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres.
Dinamarca aprobó el sufragio femenino en 1908, con peculiaridades, como que la mujer debía ser mayor de 25 años y que pagara impuestos. Y en 1915 lo aprobó de forma definitiva, sin restricciones para las mujeres.
En «Borgen«, la imaginaria e idílica Primera Ministra, Birgitte Nyborg, sufre un problema familiar y toma una baja temporal, para cuidar de su hija enferma. Algo sin precedentes en la historia política danesa.
El hecho, intrascendente para cualquier trabajador, torna en un problema nacional. ¿Puede una mujer aspirar a ser Primera Ministra? ¿será viable conciliar la vida familiar en determinados puestos de relevancia?
La serie soluciona con elegancia y valentía el trance. Pero en ningún momento plantea la cuestión de fondo: ¿puede un Primer Ministro, dejar temporalmente su cargo para atender una situación familiar grave? La respuesta es sencilla: Sí… porque cuenta con una mujer que asume la responsabilidad familiar. ¿Entonces? ¿una Primera Ministra no cuenta con un hombre para atender la familia?
Cambio de mentalidad
El intríngulis de las cuotas obligatorias, con el fin de que los Consejos de administración se conformen por igual, en número de hombres y mujeres, no se resuelve con sanciones, sino con un cambio de mentalidad y de actitudes.
Para Ewa Widlak, experta en materia de igualdad en el mundo de la empresa, las cuotas obligatorias no resuelven el problema de raíz.
«En conciliación. Muchos lo consideran un tema femenino, y es una equivocación. Es un tema que hoy plantean tanto los hombres como las mujeres. Si una empresa no ofrece planes de conciliación, su empleado buscará otra»
En los Foros de mujeres
Carmen Calvo afirmó en el Women to watch de julio pasado, «Ninguna empresa puede funcionar sin la cualificación, sin el punto de vista y sin el poder de las mujeres».
Lo de la cualificación, obvio, para hombres y mujeres. Lo del punto de vista… cuestionable, porque puntos de vista complementarios, enriquecen cualquier realidad. Pero… ¿Lo del poder de las mujeres?
¿Da a entender la Ministra de Igualdad, que apuesta más por el autoritarismo que por la autoridad moral? Si no, no se entiende la afirmación, o quizá… subyace un complejo de inferioridad. Todo es posible.
También afirmó la vicepresidenta Calvo: «Es cuestión no sólo de justicia sino también de inteligencia» – (12 de julio de 2018 – Women to Watch).
De justicia, en primer lugar, es comenzar por el abc de la igualdad laboral y salarial, «cuota obligatoria» sin resolver en España.
De inteligencia es dejar que las personas, hombres y mujeres, alcancen libremente y por méritos propios el nivel laboral que ambicionen o les apetezca.
Todo ello indica que no se ha producido un cambio de mentalidad real, sino la obstinación por imponer visiones ideológicas.
Realidad personal y actitudes
Lo que quizá no advierten quienes ahora dominan el panorama mediático y propagandístico, es la realidad de la vida que discurre por otras orillas y éstas conforman las actitudes.
Las actitudes revelan a la persona, descubren y señalan su esencia.
Recuerdo una conversación con un amigo,-profesor de Universidad-, del área de Humanidades. Divertido, me contaba cómo en un curso al profesorado les mostraron gráficas, donde uno de los aspectos evaluados era el de la ambición personal y profesional.
Si la gráfica mostraba de 0 a 10 el grado de ambición, profesores de áreas económicas, empresariales, creativas, etc. Aparecían del 7 en adelante, y los de humanidades, por lo general, en 0, -1, -5.
Esto revela que los profesores de humanidades, por poner un ejemplo, ¿no aspiran a la excelencia docente? Ni mucho menos.
Muestra a la persona, a sus ideales, a su motivación, a sus intereses, a lo que les nutre y desean compartir. En unos el peso estará en «el ser» y en otros, en «el tener».
Dicho de otro modo, habrá personas que buscarán el poder por ambición personal, y otros que lo rechacen por sus prioridades, o por su carácter y también, por sus posibilidades reales.
Sin olvidar, que habrá trabajadores con infinitas aptitudes que nunca serán descubiertos por su talento, ni potenciados. Quizá un carácter discreto lo esconda, o todo lo contrario, un temperamento ruidoso. Pero este es otro tema.
Da la impresión de que la sociedad recibe mensajes propagandísticos recurrentes. Aspirar al poder, en cualquier ámbito, porque sí y por razón de sexo, y si eres mujer ¡ay, como no espabiles y saques pecho! ¡Mujeres al poder!
Dos mujeres inteligentes y libres
Recurro a dos mujeres indiscutibles en su desempeño profesional. Ofrecen reflexiones inteligentes para personas… ¿Inteligentes? ¿normales? ¿libres?
Ambas dejaron huella: Hanna Arendt y Montserrat Caballé.
Preguntada la Caballé, ¿qué opinión le merece que aún haya mujeres que sufran discriminación, ganen menos que los hombres…?
MC: «Bueno, yo creo que eso es un complejo del hombre, lo he creído siempre… El hombre tiene complejo de superioridad, no todos naturalmente…»
Sobre la violencia machista:
MC: «El machismo de hoy en día está formado en primer lugar por la falta de respeto y educación. Lo más importante, la raíz en el ser humano es la educación, para que el ser humano saque la bestia que lleva dentro ó se la coma.»
La pensadora y profesora de Teoría política, Hanna Arendt, en una entrevista en el año 1964, afirmaba que a ella no le gustaba que las mujeres fueran jefes, que no iba con ella. También decía «igual puedo estar equivocada». Ante la insistencia en el tema del feminismo por parte del entrevistador, ella misma concluía:
«Mire, yo siempre he hecho lo que he querido, nunca ha sido un problema para mí».
En definitiva, los inteligentes prescinden de cuotas obligatorias, porque son libres.
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