Si realmente somos iguales, quiero que me traten como igual. Sin cuotas. ¿No consiste en eso “la igualdad” realmente?.
Ayer leí en Expansión un artículo sobre las políticas de algunos países miembros de la UE en referencia a la imposición de cuotas para el nombramiento de mujeres en puestos directivos.
Sólo leer la palabra «cuotas» me pone en guardia. Algunos países como Francia y Noruega se han marcado un objetivo del 40%, mientras que Italia y Alemania tratan de alcanzar un 30%. Sin embargo David Cameron ha conseguido duplicar el número de mujeres consejeras en las grandes empresas del FTSE100 desde el año 2011, llegando a representar el 25%, sólo con recomendaciones.
Me surge la duda de que harán con esta imposición si surge el caso de una empresa en la cual el porcentaje de mujeres directivas por méritos propios sea de un 60%. Situación en la que ya se encuentran muchas. Seguramente los hombres demandarán igualdad. Tenemos por ejemplo el caso de Perú donde, según datos de la ONU la industria lechera está liderada por mujeres.
En el mismo periódico citan a un directivo español de la City de Londres, cuyo nombre y empresa no figuran, quien explica que aunque contratan a un 50% de mujeres en los puestos junior para que haya más que puedan ascender, estas no llegan a la cúpula a pesar de ser buenas trabajadoras. Habla de dos posibles causas, la falta de networking (entendido como quedarse a tomar una cerveza después del trabajo etc.) y una segunda causa que indicaría que según parece se venden peor que los hombres cuando aspiran a un puesto de trabajo.
En mi opinión, parece una explicación bastante simplista, ya que implicaría que los jefes no son muy inteligentes, puesto que no saben detectar cual persona es la que más aporta a la empresa, la que se toma la cerveza y además se pone flores, o la que trabaja. Porque en palabras de este señor, “son buenísimas”( se refiere a las mujeres que trabajan en su empresa). ¿Le han preguntado cuántas continuaron en ese trabajo? ¿Cuántas no han querido asumir más responsabilidad a cambio de poder tener algo de vida personal?,¿cuántas veían imposible atender a sus hijos? o ¿cuál es la mentalidad de estos jefes?.
El mismo periódico hace un análisis del hipotético aumento de la productividad si se incorporase de forma masiva la mujer al mundo laboral. Considerando que sería una mano de obra casi imposible de asumir, obviando además la realidad de las tasas de desempleo, así como del gran porcentaje de mujeres que actualmente están en esta situación o cuantos hombres tendrían que dejar su trabajo para asumir a esas mujeres, entre cosas que se me ocurren sobre la marcha y que dejan sin validez a esa estimación.
Como mujer no necesito cuotas y no las quiero, valemos por nosotras mismas como personas, ya que si realmente somos iguales quiero que me traten como igual. Quizás lo que haya que hacer es reeducar a esos directivos que opinan que si haces “ese tipo” de networking vales más, y que además no saben ver lo que las mujeres podemos aportar.
¿Cuál será la razón de que la mujer no esté en ciertos puestos? ¿Qué pintará en todo esto la conciliación laboral?
Puestos a fijar objetivos, propongo varios :
- Planes de formación para los directivos que seleccionan puestos de trabajo, por que según parece no lo tienen claro.
- Formación en colegios, familias y empresas, encaminada a valorar a las personas, sin distinción de sexo. No necesitamos campañas de marketing para cuotas, pero sí para exaltar el valor real de la mujer y lo que aportamos: somos multitareas, gestionamos recursos escasos asiduamente, tomamos decisiones sobre la marcha, solucionamos conflictos, transmitimos valores, no tenemos horarios, somos perseverantes, creativas, tenemos talante conciliador, gran capacidad de dar…
- Igualdad salarial, a mismo puesto y esfuerzo, igual salario. Esta no es sólo una reivindicación del mundo del arte.
- Políticas que ayuden a una real y efectiva conciliación laboral y familiar con medidas más flexibles tanto por la empresa como por parte de la mujer trabajadora. Además del uso real de las nuevas tecnologías para este fin. Las madres no se suplen con guarderías.
- Reivindico opciones que solventen el problema económico que surge en la vejez de la mujer por esa falta de retribución económica, muchas se han pasado la vida cuidando a otros y su fin es terminar en situaciones de pobreza.
- Y en consonancia con el punto anterior reivindico el valor el papel de la mujer madre, que decide libremente renunciar durante una temporada a su puesto laboral y cuidar de su familia, a pesar de pertenecer a una generación de mujeres formadas. Con el plus de que la total implicación en la formación de sus hijos, supone una gran aportación a la sociedad. Renunciar o posponer las aspiraciones laborales por los hijos enriquece a la familia ya que, al estar más formadas podemos ayudarles más, acompañarles con más armas en una sociedad cada vez más compleja. Es una renuncia a ti por un ellos, pero esta decisión no quiere decir que dejes de vivir por mucho que sea este el mensaje de la sociedad: si no trabajas, no existes.
Este planteamiento viene provocado por la falta de valor real que se da a la familia. Si pensáramos que nuestros hijos son los futuros ciudadanos del mundo, ¡que mayor colaboración con la sociedad que acompañarles en su crecimiento!.
Se intenta cuantificar la aportación económica de la mujer a la sociedad, pero no se cuantifíca lo que esta dejaría de recibir si todas las mujeres trabajasen. Con esto no pretendo decir que todas nos tengamos que quedar en nuestras casas, pero si que debemos decidir libremente encontrando el equilibrio. Se puede aportar a la sociedad trabajando dentro y fuera de casa.
- Reivindico el derecho a elegir libremente y sin presión de la sociedad.
El éxito no tiene por que ser el mejor puesto, ni el mejor pagado. Consiste en llegar a la meta propuesta e incluso puede estar en el camino, como nos dicen tantas frases.
Las mujeres estamos más formadas que nunca. Pero no somos más libres que antes, en nombre de una falsa libertad, nos sometemos a muchos condicionantes sociales.
Emma Goldan, feminista extrema, criticaba a finales del siglo XIX a los movimientos feministas de aquella época. Decía que sus abuelas (las mujeres del S.XVIII) estaban más cerca de ser libres que todas las profesionales de aquella época. Simplemente por que se daban sin límites.
Elige tu camino, pero sé coherente, que es lo más difícil.