Hay tal cantidad de mensajes en las redes, que muchas veces no nos paramos a leernos. Esta mañana nos llegó uno por whatsApp que no puede dejar indiferente a ningún lector. No es solo el valor de una gran definición de la palabra nostalgia, que también es un regalo, sino la experiencia de un médico que escucha y atiende a un paciente y la sabiduría de los niños, en este caso enfermos. Alguien muy sabio ya dijo que el que no se hiciera como un niño, no entraría en el Paraíso.
Nuestra mayor libertad humana es que, a pesar de nuestra situación física en la vida, ¡siempre estamos libres de escoger nuestros pensamientos! V.Frankl
Después de dos años de duro tratamiento y con solo once años, una niña que ya está en el cielo da una enorme lección a los políticos y a los defensores de la eutanasia. Como dijo Víctor Frankl, nos diferencia el sentido que damos a nuestra vida, y no se refería precisamente a una decisión trivial, ni es una definición de un libro, su decisión también fue en fase terminal.
¡Buscar el sentido en el final de los días hace a la persona más libre, incluso de la enfermedad!
Como oncólogo con 29 años de experiencia profesional, puedo decir que he crecido y cambiado debido a los dramas de mis pacientes. No conocemos nuestra dimensión real hasta que, en medio de la adversidad, descubrimos que somos capaces de ir mucho más allá. He visto el drama de mis pacientes, pequeñas víctimas inocentes del cáncer. Con el nacimiento de mi primera hija, empecé a sentirme incómodo viendo el sufrimiento de los niños. Hasta el día en que un ángel pasó a mi lado. Se llamaba Laura y tenía 11 años. Estaba agotada por dos largos años de tratamientos diferentes, manipulación, inyecciones y todos los problemas que implica la quimioterapia y la radiación. La vi llorar muchas veces; también vi el miedo en sus ojos. Un día llegué al hospital temprano y encontré a Laura sola en la habitación. Le pregunté dónde estaba su mamá. Todavía hoy no puedo contar la respuesta que me dio sin emocionarme profundamente. "A veces mi mamá sale de la habitación para llorar a escondidas en el pasillo. Cuando muera, creo que mi mamá va a tener nostalgia, pero yo no tengo miedo de morir. No nací para esta vida!" " ¿Qué es la muerte para ti, cariño?" le pregunté. Ella respondió: "Cuando somos pequeños, a veces nos vamos a dormir a la cama de nuestros padres y al día siguiente despertamos en nuestra cama, ¿verdad?" "Así es", dije. (Me acorde de mis hijas, que en ese momento tenían 6 y 2 años, y con ellas pasaba eso). Laura me contestó: "Algún día voy a dormir y Dios vendrá a buscarme. Me voy a despertar en su casa." Me quedé asombrado, sin saber qué decir. Me sorprendió la madurez con la que el sufrimiento había acelerado la espiritualidad de esa niña. "Y mi mamá tendrá nostalgia", dijo. Emocionado, sosteniendo apenas las lágrimas, pregunté: "¿Y qué es la nostalgia para ti, cariño?" "La nostalgia es el amor que queda", me contestó. Hoy, a los 53 años, reto a cualquiera a dar una definición mejor, más directa y más simple de la palabra "nostalgia": Laura se fue hace algunos meses, pero me dejó una gran lección que me ayudó a mejorar mi vida, a tratar de ser más humano y más cariñoso con mis pacientes, a repensar mis valores. Cuando cae la noche, si el cielo está claro y veo una estrella, imagino que es Laura. Gracias, angelito, por la vida que tuve, por las lecciones que me enseñaste, por la ayuda que me diste. Que bueno que exista la nostalgia. ¡El amor que queda es eterno!. Dr. Rogério Brando, oncólogo.
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