¿Cuántas veces hemos oído esta frase? y que difícil es …
“La satisfacción está en dar, y no en recibir” no sé quién sería el promotor de la misma, pero cuanta razón tenía.
A veces “morimos“ por un determinado objeto, sea libro, zapatos, ropa…sobretodo esto último. Parece que nos va la vida si no tenemos «ese” trapo más que guardar en el armario y que no sabes cuando vas a poder estrenar.
Un reciente estudio americano nos revela que en sus armarios entra una prenda nueva cada 5,2 días. El ritmo de consumo es realmente vertiginoso. Una vez conseguido, ya está, no pasa nada, no te sientes mejor, no estas más realizada, tu vida sigue siendo la misma, y por supuesto, ¡no eres más feliz!
La mayoría de los mensajes que nos llegan son: piensa en ti, reserva tiempo para ti, si es más mejor, cuídate…tú, tú y después sigues estando tú.
Porque para estar perfecta, hiperfomada y realizada como nos quiere imponer la sociedad, tienes que pensar en ti, y solo en ti. El tiempo, en una sociedad tan acelerada como la nuestra, es un bien escaso, y por tanto la eficacia de su administración, estará en función de nuestras prioridades, de lo que ponemos delante.
Sin duda, si nuestro corazón nos pide amar, tendremos la necesidad inmediata de dar. Esto no es fácil ya que exige una renuncia, cuando damos algo de nuestro tiempo sobre todo, y no digo sin esfuerzo, ya que seguramente implique que hayas ido corriendo el resto del día, nos sentimos mejor. Si después de una lucha interior nos hemos dominado el genio y hemos regalado una sonrisa al de enfrente, a pesar de que nos esté gritando, o hemos sido capaces de dedicar un rato para ayudar a alguien, nos sentimos mejor. Y que mal nos sentimos cuando no nos dominamos, cuando decimos “no” egoístamente por no complicarnos la vida, o no hemos sido capaces de ayudar a alguna persona necesitada que se nos ha puesto en el camino.
Pues es así de sencillo, no debemos justificarnos con la vida tan complicada que tenemos, es engañarnos, solo es organizarse mejor.
Pese a que colaborar con una ONG está de moda, ayudar a los demás no es una cuestión de corporativismo social, es algo que nos hace creer, proyectarnos en hacia fuera de nosotros y si no se siente, no servirá de nada por que el ímpetu decaerá ante los fracasos y problemas que, sin duda surgirán.
Dar es una necesidad del ser humano, de empatizar con los que necesitan algo, con los que sufren, de sufrir con ellos, y en definitiva, de justicia social.
Si recibimos de la sociedad, tendremos la obligación de contribuir a hacerla un poco mejor, más justa.
Y hay muchas formas… algunas muy sencillas.
«Existe la inmensa alegría de vivir, y de ser justos, pero ante todo, existe la inmensa alegría de servir» Gabriela Mistral