Tina Kiefer, profesora de comportamiento organizacional en la Universidad de Warwick en el Reino Unido, realizó este estudio donde los participantes tenían una instrucción sencilla: “Dibujen a un líder eficiente”, y los resultados fueron prácticamente siempre los mismos: hombres y mujeres por igual casi siempre dibujan a un hombre.
¿Por qué sucede esto? Tenemos diversas creencias y prototipos sobre cómo debe de ser un líder que se han instalado a lo largo de nuestra vida. Cuando las personas estamos expuestas de manera sistemática a líderes que encajan en un perfil determinado, seremos mucho más propensos a ver a los líderes que tienen ese mismo perfil en el futuro. Así funciona el ciclo del “sesgo de confirmación” que se retroalimenta a sí mismo. Es decir, tendemos a buscar aquella información que avale lo que ya pensamos. En este caso sobre el liderazgo.
¿Cómo se puede superar este problema respecto a los estereotipos creados sobre el liderazgo? Según Tina, para ayudar a la gente a ver a más mujeres como líderes, es necesario exponer a más mujeres en puestos de liderazgo reales. Es decir, si queremos potenciar el liderazgo femenino, debemos darle visibilidad.
Es obvio que las barreras al liderazgo femenino siguen en pie. La investigación “Elevando a las mujeres al liderazgo”, realizada en Estados Unidos en 2017 por la consultora en Recursos Humanos Lee Hecht Harrison con HR People and Strategy, señala que en la mayoría de las empresas la alta gerencia sigue dominada por los hombres, e inclusive es difícil que las mujeres sean visualizadas como materia prima para llegar a la cúpula.
El trabajo en equipo se hace indispensable para conseguir cambiar el prototipo que existe en la sociedad sobre mujer y liderazgo. El liderazgo no entiende de sexo, el liderazgo potencia y facilita la diversidad entre hombres y mujeres, razas, generaciones, etc. Ahí está la riqueza, en la diversidad, la que nos permitirá avanzar e innovar hacía un nuevo mundo.
“Las empresas y la sociedad necesitan buenos líderes, da igual que sean hombres y mujeres”
Cuando pido a los asistentes a conferencias o formaciones que piensen en quién es o ha sido su mejor manager, la inmensa mayoría eligen a aquellos que destacaban en valores, empatía, escucha, acompañamiento, positivismo, etc. Casi nadie elige a sus mejores jefes por la experiencia que tenían en el puesto determinado o por sus conocimientos. Y si mi pregunta es: ¿cuál es el o la mejor líder que recuerdas? Curiosamente, en muchas ocasiones, nombran a sus madres como grandes ejemplos de liderazgo.
¿Qué significa esto? Que como líder te recordarán por cómo les hiciste sentir y por cómo cubriste sus necesidades, no lo harán por tus títulos académicos. El líder del siglo XXI no es el que más sabe, sino el que mejor gestiona a las personas y su talento.
Por todo ello, es indispensable definir el nuevo modelo de liderazgo. El nuevo rol de mujer y líder, necesita un cambio, una nueva perspectiva que pase del tener al ser, que valore la empatía y la gestión del cambio como claves en el liderazgo. No es tan importante lo que has hecho, sino lo que eres capaz de hacer.
Nuestro entorno empresarial vive un momento de cambio sin precedentes. Las empresas requieren un estilo de liderazgo adaptado a la realidad. Necesitan líderes muy orientadas a la innovación, que desarrollen la inteligencia colectiva, que sean disruptoras y potencien la diversidad.
¿Recordáis la tradicional competencia de Impacto e Influencia?, pues bien, la líder del S.XXI no solo debe tener capacidad de influir, sino que lo debe hacer a nivel social y en red, además de ser referente en Socialnetworking: La habilidad para establecer conexiones y generar espacios de conexión e interacción en los que el talento se conecte para generar valor.
Y no nos olvidemos que las personas siguen a personas, a mujeres y hombres que posean capacidades de:
- Autoliderazgo: es imposible liderar si no somos capaces de liderarnos a nosotras mismas.
- Comunicación efectiva: la mayoría de los conflictos en las organizaciones vienen dados por una comunicación inadecuada o ineficiente. Es la base para generar crecimiento, confianza, compromiso, etc.
- Inteligencia emocional: más del 90% de los resultados están fuertemente influidos por la forma en la que gestionemos las emociones. La inteligencia emocional es lo que distingue a un líder de un gran líder.
- Vulnerabilidad: mostrarse vulnerable, es mostrarse humano, y esta, es la habilidad que nos permite conectar con los demás y generar confianza. Implica pedir ayuda cuando se necesita, aceptar nuestros errores cuando se comenten y detectar nuestras debilidades para aprender de ellas y de los demás.
- Desarrollo de personas: mostrar interés genuino por los demás, por hacer grandes y desarrollar profesionalmente a sus equipos, capacitarles, compartir retos, acompañarles a ser mejores personas…
El primer paso hacia el liderazgo, es el autoconocimiento. Detectar cuál es tu situación actual, y a partir de ahí trabajar en el desarrollo de estas competencias, que más que competencias es una actitud, una forma de relacionarnos e interpretar el mundo. Para generar un cambio profundo es fundamental que ese cambio venga desde tu interior. Existen disciplinas como el Coaching que pueden acompañarte en este apasionante camino hacia el liderazgo.
Pero lo más importante, si no eres buena persona no habrá liderazgo, nadie te seguirá.
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