Dice un dicho popular: «El trabajo ennoblece al hombre». Y pienso que eso es cierto, pues cada persona trabajadora, aporta a la sociedad su granito de arena para que todo funcione y el país crezca y produzca.
Pues creo yo que el secreto de todas esas personas es que aman el trabajo que hacen y por lo tanto, disfrutan realizándolo
Pero ¿Cuántos de nosotros hacemos nuestro trabajo disfrutando con él? A veces nos encontramos con profesionales que además de ejercer su profesión a la perfección, aportan al trato con las personas que atienden un «algo especial» que nos hace decir de ellos: «Esta persona está enamorada de su profesión» o «Lo suyo es vocacional», ¿verdad que os ha pasado?
Pues creo yo que el secreto de todas esas personas es que aman el trabajo que hacen y por lo tanto, disfrutan realizándolo.
Conozco personas que el ir a trabajar supone para ellos un verdadero martirio. Siempre quejándose, y la mínima ocasión ya están pidiendo una baja o achacan cualquier cosa para no tener que aparecer por el trabajo. En el lado opuesto, también conozco a otras, a las que el trabajo les produce muchas satisfacciones y se sienten orgullosas por ello.
Pienso que ahí está la diferencia. Disfrutar o no, es el secreto para que el trabajo no sea para nosotros una carga, sino una inmensa alegría primero por poder trabajar, y segundo por poder prestar un servicio a nuestro país para engrandecerlo.
Sé que a veces es cansado y rutinario, pero desde esa rutina y ese cansancio, debemos amarlo, pues ello nos ayudará a disfrutar más de nuestros momentos de descanso.
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