El optimismo es una forma positiva de captar la realidad. El optimismo es el arte de vivir con esperanza. Ser una persona positiva es algo que se aprende, pero no es fácil. Es algo que lleva tiempo. El psiquiatra Enrique Rojas define el optimismo como “una actitud caracterizada por la tendencia a descubrir más lo positivo que lo negativo y a ver o esperar lo mejor, a pesar de las apariencias”.
Pero ¿cómo podemos aprender a pensar en positivo?, ¿qué hacer para que en nuestra manera de ver las cosas y a las personas se destaque más lo bueno que lo malo? Se trata de una educación de la mirada psicológica que descubre lo negativo y lo positivo de cada circunstancia o de cada persona, pero sabe quedarse más con lo segundo, y eso le lleva a pensar que aquello puede y debe cambiar.
No olvidemos que nuestra primera aproximación a la realidad es afectiva. Por ejemplo, decimos: me gustó aquel sitio, esa persona no me cayó bien, etc. Dicho de otro modo: los sentimientos influyen en nuestra forma de pensar. Cuando nos sentimos bien, vemos las cosas de otra manera. Hay parte de nuestro cerebro que regula las emociones y modifica la forma de organizar nuestras ideas.
Por debajo de los acontecimientos negativos, se esconde siempre un aspecto positivo. Esto se comprueba también en las personas. A veces estamos como pegados a un muro y nos falta perspectiva y visión de conjunto, no vemos más allá. Algo parecido nos pasa cuando nos quedamos en lo inmediato o en el corto plazo. El cortoplacismo no ayuda a ser más positivo. Hay que tener en cuenta el medio y largo plazo.
Hay que aprender a crecerse en las dificultades. Hay dos notas fundamentales propias del pesimista: el derrotismo, que no es otra cosa que adelantarse en lo negativo, pensar que las cosas saldrán mal; y el victimismo, creer que uno siempre sufre daños y es perjudicado y que las cosas son así.
El optimista no se viene abajo cuando las cosas se ponen difíciles o no salen como él esperaba. Enseguida se esfuerza, insiste, vuelve a empezar, se levanta, es el empeño por no darse por vencido. Lo dice Unamuno en su “Diario íntimo”: “No darse por vencido, ni aún vencido, no darse por esclavo, ni aún esclavo”.
La vida es como la navegación a vela. El pesimista se queja del viento. El optimista espera que cambie. Y el realista ajusta las velas. Y tú, ¿Eres optimista? ¿Puedes mejorar en algo que te haga ser más positivo?
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