En los momentos de incertidumbre y desesperación por los que pasamos la a lo largo de nuestra vida, sentimos (o al menos lo pensamos) que se nos van cerrando puertas, y no encontramos la salida a esa triste e incierta situación cuando se da.
Todo lo vemos negro, las esperanzas se nos agotan y solemos abandonarnos a la tristeza, sin que nos queden ganas de seguir luchando.
¿Nos hemos parado a pensar que es posible que haya varias salidas para un solo problema? Tal vez creamos que solo hay una solución, y andamos ofuscados dando y dando vueltas alrededor de la misma (pensando que es la más acertada) y no vemos otras alternativas, otros caminos, que sin haber reparado en ellos, también nos ayudarán a que solucionemos nuestro problema.
Os voy a poner un ejemplo de mi propia vida. Hace ya un tiempo, trataba yo con un grupo de personas que me hacían sentir incómoda cuando ellos aparecían, pues notaba una actitud poco sincera conmigo y con el resto de mi grupo. Los demás también habían notado la misma intranquilidad cuando ellos aparecían y después de comentarlo entre nosotros decidimos averiguar los motivos de nuestra incomodidad. Intentamos solucionarlo de mil maneras.
Ser más amable de lo normal con ellos, ganarnos su confianza, hablar con ellos y un montón de estrategias más, para intentar recuperar la paz que ellas nos habían hecho perder.
Al final llegamos a la conclusión que después de haber intentado todo, no habíamos solucionado nada, así que volvimos a revisar el asunto que tanto tiempo nos estaba haciendo perder, y decidimos dejar de ver y tratar con esas personas y seguir con nuestro trabajo.
El resultado, ya os lo podéis imaginar. Todo volvió a la normalidad, y de esas personas nunca más se supo.
El problema se solucionó tal vez de una manera demasiado drástica, pero al menos pudimos encontrar la paz tan ansiada por todos nosotros.
Mi consejo hoy es: «No perdáis nunca la esperanza, porque todo en esta vida tiene solución»
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