Cuando vemos una escultura hecha de piedra o mármol, nos damos cuenta de la de golpes de cincel que ha tenido que dar el escultor para poder ver terminada su obra.
El acabado es majestuoso, pero en su principio, esa escultura, era un bloque de mármol o granito, sin ninguna definición.
Nosotros somos los escultores de nuestra propia vida, y debemos ir haciendo nuestra propia escultura interior a golpe de cincel.
Cada golpe, nos irá limando los salientes y defectos que afean nuestra vida. Si somos grandes escultores y nos conocemos bien, el final será una gran obra, sin aristas, bella y bien formada, a la cual todos podrán admirar.
Alex Carrel dijo un pensamiento sencillo, pero lleno de luz. Dijo: «El hombre, toda persona, no puede hacerse sin sufrimiento, pues es, a la vez, el mármol y el escultor».
Si amigos, demos un golpe de cincel cada vez, e intentemos que sea dado con el mayor tino posible, como si de esculpir un diamante se tratara, con la mayor acierto, sea cual sea la obra que hagamos, ya que al hacerlo, estamos también esculpiendo nuestra vida. No nos olvidemos que somos, como dijo Carrel, mármol y escultor al mismo tiempo, y que ese tallado aunque nos a va ser un poco dificultoso, al final nos hará conseguir lo que nos hemos propuesto.
¿Qué te pareció este artículo? Deja tu opinión: