El pasado 20 de marzo se celebró el Día internacional de la Felicidad. Este día fue nombrado así por la Asamblea General de la ONU y se celebra desde el 2013.
Se trata de sensibilizar a la población, de hacer una llamada de atención para tomar conciencia sobre la pobreza mundial, de proteger nuestro planeta y de reducir la desigualdad entre hombres y mujeres.
Así, toma como objetivo la ONU reconocer “la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno”.
Sin embargo, a modo personal y haciendo una reflexión sobre el asunto, cuando veo marcado en el calendario el día internacional de la felicidad, me planteo si realmente es acertada tal nominación según como lo señala la ONU.
La felicidad viene de dentro, nada tiene que ver con el exterior
Si te sientes feliz o no, esto depende de nuestros pensamientos, nuestra actitud, las emociones internas. Ser capaz de valorar los pequeños detalles del día a día, gestos, el estar presentes y conscientes de nuestro ser. Y esto está al alcance de todos.
Si buscamos la felicidad más allá de nosotros, o pensamos que nuestra felicidad depende de otros, de lo que tengamos o dónde vivamos o qué comamos… mal vamos. La felicidad es un estado de ánimo, una sensación.
La alegría surge de manera espontánea y natural, con lo más simple de la vida.
La naturaleza es sabia
Tenemos la suerte de que nuestro cuerpo trabaje para que seamos felices porque segregamos cuatro hormonas que se encargan de ayudarnos. Y no trabajan solo el día internacional de la felicidad, si no a diario.
- Endorfinas, son las encargadas de hacernos sentir bien. Disminuyen el dolor, nos producen euforia y refuerzan nuestro sistema inmunológico.
- Oxitocina, también conocida como hormona del amor. Muchas la conocerán por el momento del parto o lactancia, pero esta hormona a nivel neuronal nos ayuda con nuestras relaciones personales. Aspectos tan importantes como la confianza también nos hace sentirnos bien.
- Serotonina, conocida como la hormona de la felicidad. Este neurotransmisor nos ayuda con nuestra autoestima, a regular nuestras emociones, a lograr un estado de bienestar y relajación.
- Dopamina, responsable de la motivación y del placer. Muy importante para regular el sueño, el comportamiento y saber recompensarnos.
Por tanto, siguiendo con mi reflexión, el día internacional de la felicidad merece estar marcado los 365 días del año en el calendario mundial. Tenemos que ser conscientes de ello, ayudar a nuestro organismo a conseguir el equilibrio para que estas hormonas realicen su trabajo.
- Realizar ejercicio, procura efectos antidepresivos
- Comer alimentos sanos, poco o nada procesados, y mucha agua.
- Tomar el sol, con moderación, la vitamina D es muy importante
- ¡Ríete! Tan solo el gesto de sonreír envía al cerebro hormonas que calman el nivel de estrés o ansiedad.
La felicidad depende de nosotros mismos. Hay personas que aún no la conocen, se encuentran en un estado de ánimo bajo y nosotros podemos ayudarles a tomar conciencia. ¿Estás de acuerdo?
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