Si… existe: otra forma de pensar, otra cara de la moneda…existe !!!.
Está tejida, diseñada por nuestros pensamientos, y por nuestro lenguaje.
Culturalmente, biológicamente, psicológicamente, estamos diseñados para pensar con más rapidez en lo malo, qué en lo bueno, por lo heredado, por nuestros primeros años de vida, por esas conversaciones que escuchábamos en casa qué nos fueron programando, por esas primeras experiencias adolescentes.
De pronto fuimos creciendo con la creencia y el mandato del sacrificio (exacerbado), asociado a lo complejo, a ese estigma de que todo cuesta. Nuestra brújula Interior fijó su aguja por el camino del miedo imaginario.
Por ello el pensamiento positivo, la mirada esperanzadora, ese aire de nuevos vientos, es una construcción intelectual y emocional. ¨El observador¨ frente al hecho, se relaciona con él según el lugar donde se pare, la visión será según la altura de la colina -dice el dicho- .
Aquí, en ese punto es donde entra la otra mirada…la que se eleva, la que sube el nivel de standard.
¨El observador¨ frente al hecho, se relaciona con él según el lugar donde se pare, la visión será según la altura de la colina -dice el dicho- .
Ahora más que nunca, en estos tiempos que corren, debemos mantener nuestra hidalguía a flor de piel, saber que en la vida siempre van a suscitarse hechos, algunos dependerán de nosotros, otros no, pero en lo que dependa de nosotros, en ese lugar donde decidimos sentirnos fuertes, atravesando miedos nos «transformamos».
Es sabido que el 100 por 100 en todo, no existe. Ni siempre somos del todo responsables, ni siempre lo sabemos todo. En el relato del 80/20, en donde el 20 es afuera y el 80 es la parte interior. Está claro que no es lo que sucede lo que determina la situación, sino desde qué lugar emocional tomamos desiciones ante lo que sucede.
Creemos, y cuando creemos, creamos, y nos volvemos inteligentes, respetuosos, sabios. Darnos cuenta que siempre hubo movimientos en nuestro planeta y en nuestra vida, que ya existieron otras pandemias, otras guerras, otras lunas oscuras que pudimos superar, como humanidad.
Está en nuestra sangre, en nuestra genética, es la herencia de nuestros ancestros, la denominamos supervivencia, superación.
Como especie, el poder de adaptación nos trajo hasta aquí, pero cómo individuos es igual, es la manera rápida de adaptarnos a los cambios, es nuestro nivel de pensamiento, son las decisiones que tomamos y nuestro principio de coherencia (lo que pienso, digo y hago), lo que nos mantendrá en el camino más luminoso.
Sabemos que ver es mirar más interpretar y que nuestro mundo interpretativo está plagado de creencias, juicios, relatos que nos contamos, lo que experimentamos, y todo ello conforma el prisma de nuestra mirada. ¿Cómo será el nuevo observador post pandemia?, ¿qué aprendizaje nos quedará?, ¿cómo capitalizaremos la experiencia de ser actores en primera persona de un evento universal?
Parafraseando al gran emperador Julio César, hay que quemar las naves y encarar el bosque a paso firme, con nobleza.
Todas estas preguntas en sociedad nos marcaran un mapa, pero en lo personal, en ese espacio íntimo en que sólo uno tiene la llave, ¿la pregunta poderosa será la misma, o iremos más adentro?
Porque hay un gigante silencioso en el fondo, en el interior, con la respuesta exacta a la pregunta que haremos… y la respuesta es humildad, virtud qué tiene la valentía de hacer que nos aceptemos distintos, otros pero los mismos, reflexivos pero activos, sin soberbia pero sólidos.
Desde la humildad volveremos con la convicción más arraigada de querer ser mejores. Las declaraciones, dice Rafael Echeverría, son actos lingüísticos, ellos mueven el mundo, tienen energía y vibración, pero sin acción, no hay nada. Por ende, si queremos una nueva mirada debemos declararla y ponerla en marcha hacia un mundo mejor.
Parafraseando al gran emperador Julio César, hay que quemar las naves y encarar el bosque a paso firme, con nobleza.
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