Hace tiempo me contaron una historia. Según me dijeron está basada en un experimento científico. No lo sé a ciencia cierta, pero aun así te la voy a contar, porque como metáfora es muy válida. Cuenta la historia que…
Si ponemos una rana en una olla de agua hirviendo, inmediatamente intenta salir. ¡¡El agua está demasiado caliente y es una amenaza clara para ella y su supervivencia!! La rana, que es muy lista, ha detectado algo peligroso para ella y no tarda ni 5 segundos en salir de ahí.
Pero si ponemos la rana en agua a la temperatura ambiente, y no la asustamos, se queda tranquila. En el agua disfruta mucho. Si vamos subiendo la temperatura poco a poco, de forma muy gradual, la rana no hace nada. La temperatura pasa de 21 a 26 grados y sigue sin hacer nada, e incluso parece pasarlo bien. A medida que la temperatura aumenta, la rana está cada vez más aturdida, y finalmente no está en condiciones de salir de la olla. Al final, aunque nada se lo impedía, la rana se queda allí y se cuece, muriendo.
Es una historia que impresiona, ¿verdad? En ella, yo veo reflejadas muchas de las cosas que nos pasan. A veces tenemos cosas que claramente no podemos aguantar. Y como las detectamos de manera muy clara, inmediatamente saltamos y salimos de esa situación. Puede ser una persona que te ataca, puede ser un trabajo que tienes que sacar para mañana mismo y que ha pasado a convertirse en urgente e importante. Puede ser una situación de conflicto con un cliente, en la que sabes que no has hecho algo bien y en la que inmediatamente tratas de rectificar. O puede ser una enfermedad grave de un hijo, por la que tienes que tomarte dos días para acompañarle en el hospital.
Son situaciones que, claramente te hacen tomar una decisión y te llevan a la acción. ¡¡Sales de esa olla inmediatamente!!Hemos nacido para la felicidad y tenemos en nuestro interior un “radar” que nos dice si vamos por buen camino o no.
Sin embargo, detecto en el ser humano otro tipo de situaciones, mucho más tenues, más progresivas, que se van generando “gota a gota” y que nos van afectando gradualmente, sin que nos demos cuenta… hasta que es demasiado tarde. Puede ser, por ejemplo, una persona que está continuamente diciéndose cosas negativas a sí mismo. Gota a gota: su autoestima cada vez está más mellada. Puede ser una persona que va fallando en los pedidos a clientes. Gota a gota, el cliente está cada vez más insatisfecho. Puede ser una persona que se centra demasiado en el trabajo, sale todos los días muy tarde y llega a casa a las 9 de la noche. Gota a gota, su familia está cada vez más alejada de él. Puede ser una persona que está olvidando cuidar su cuerpo, no cuida su alimentación, no hace deporte. Gota a gota, su salud cada vez se resiente más.
Son “gota a gota”, no avisan, como los grandes acontecimientos. Y como no avisan, muchas veces no somos conscientes de cómo nos están afectando… hasta que es demasiado tarde. Hasta que llega un momento en que entro en depresión por haberme tratado tan mal; hasta que el cliente me abandona y se va con la competencia; hasta que mi mujer se harta de sacar adelante sola la familia y me deja, o mis hijos ya no me reconocen; hasta que un día mi corazón dice basta y me da un infarto…. Eran muchos gota a gota que no supe reconocer. ¿Te suena algo?
Cada uno de nosotros tenemos en nuestro interior la capacidad de detectar y escuchar esas pequeñas señales que nos van diciendo: “Cuidado, este camino no va bien, creo que hay algo que tienes que revisar”. Hemos nacido para la felicidad y tenemos en nuestro interior un “radar” que nos dice si vamos por buen camino o no. Y también tenemos la capacidad de, cuando nuestro radar nos dice que algo no va bien, tomar la iniciativa y generar cambios mediante la reflexión y la acción (que, por cierto, ambas son las dos caras de la moneda del Coaching: reflexión y acción).
Vamos a ser más listos que la rana. Detectémoslo a tiempo y salgamos de la olla. ¡¡Así seremos mucho más felices y nos irá mucho mejor!!
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