Nuestra vida, nuestros días está cargados de luces y sombras ¿Verdad?
Días radiantes ( aunque haga mal tiempo) en que nada se nos resiste, porque estamos tan llenos de energía, que somos capaces de comernos el mundo. Pero ¿Cómo nos sentimos cuando esa euforia se va, cuando esa la luz se apaga?
Nos hundimos en un pozo, nos adentramos en un túnel en donde todo está oscuro y no vemos ni la más mínima luz para salir de él ¿No es cierto?
Si os dais cuenta, nuestro caminar diario se parece bastante a un año cualquiera nuestra vida. ¿Que como? Veréis: A lo largo del año hay muchos días de sol y otros que aparecen triste, nublados, en que la lluvia nos quita las ganas de hacer la mitad de las cosas que habíamos proyectado.
Pues bien, si seguimos con esa comparación, habremos podido comprobar que hay muchos más días de sol que lluviosos y nublados. Siempre pensamos que el agua pasará, y el día siguiente amanecerá radiante, y así poder seguir con la actividad y energía que nos dan los días luminosos.
Cuando la sombra del desaliento nos invada, pensemos en positivo y confiemos en todo va a cambiar, que toso es pasajero y busquemos esa pequeña luz que nos indique en dónde está el final de la oscuridad por la que estamos pasando.
No nos dejemos invadir nunca por el desaliento, pues esa es la única manera de salir de cualquier situación de tristeza y desesperanza.
Seamos confiados y sepamos con certeza que todo pasará, así afrontaremos cada día con el equilibrio que se merece, sin importarnos si hace sol o está nublado.
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