Casi todos conocemos a personas perfeccionistas que con frecuencia se empeñan en sacar sobresaliente a toda costa, quien se pasa horas maquillándose antes de salir de casa, el que tarda un siglo en preparar las maletas, se trata de una ama de casa que limpia y relimpia sin descanso, etc. El perfeccionismo en psicología se define como la creencia que tiene la persona convencida de que debe alcanzar la perfección en todo lo que hace. Son designados como Perfeccionistas desde la Psicología y como Anancásticos desde la Psiquiatría.
El perfeccionismo puede generar insomnio, estado de ánimo bajo y ansiedad de manera más o menos transitoria, pero también puede ser un factor de riesgo y mantenimiento de una serie de procesos tales como la depresión, el trastorno obsesivo-compulsivo, los trastornos de ansiedad, etc.
El libro “El síndrome del perfeccionista” del Dr. Álvarez Romero (ed. Almuzara 3ª edición), aborda con profundidad y claridad este problema tan común y devastador y, especialmente, su detección y sus posibles soluciones. Va dirigido a médicos y psicólogos, padres y educadores, profesores e investigadores y, muy especialmente, a las personas afectadas, conscientes o no, y a sus allegados.
Algunas pautas de comportamiento para superar este síndrome son, por ejemplo, tener en cuenta que: equivocarse es natural y de humanos, marcarse unos tiempos realistas. en todas las actividades, ajustar los niveles de exigencia y prioridades, concretar unas metas realistas y alcanzables, vivir el momento presente como si no existiera otro y no estar con la imaginación en lo próximo que se va a hacer.
También es importante que cada cosa que se realiza se haga procurando disfrutarla. Cuando se tome una decisión descartar lo que proceda debido a lo elegido. El orden, la limpieza, la puntualidad son medios -para ser feliz, para ayudar a los demás- y no fines en sí mismos.
El perfeccionista debería aprender a hacer alguna cosa “no bien del todo” a propósito. La puntualidad existe para que se la salte a veces. Dejar sin concretar intencionadamente algunos de sus planes previstos. En su horario dejar “huecos”, no actuar durante todo el día contra reloj, etc.
En el trato con los demás, debe dedicar tiempo a los amigos sin pretender hacer algo concreto, mantener conversaciones en las que pueda haber distintos puntos de vista y mostrar la opinión sin imponerla. También ayudaría delegar en los demás, ciertas responsabilidades y confiar en que las llevarán a cabo correctamente.
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