¿Sabían que los golpes de calor matan más personas que huracanes, inundaciones, tormentas, tornados y temblores juntos?
Apenas nos encontramos al inicio del verano boreal y ya se han informado casos de temperaturas extremas en América, Asia y Europa.[1] Asimismo, durante este año en la Ciudad de México se han roto récords de temperaturas máximas registradas en un día, se informó el mayo más caluroso en el país y debido a estas elevadas temperaturas, a la segunda semana de junio en México, se han registrado 125 decesos y 2.308 casos de golpe de calor.
Así pues, se puede observar que a medida que la temperatura ambiental aumenta el riesgo de presentar un golpe de calor incrementa. Incluso se estima que para 2050 los casos de golpe de calor aumenten 2,5 veces de manera anual debido al cambio climático. A la vez, es importante mencionar que el golpe de calor se clasifica en dos grupos según la actividad: 1) golpe de calor relacionado al esfuerzo físico, el cual se presenta en pacientes que se encuentran haciendo actividades físicas, y 2) golpe de calor sin esfuerzo, que sucede en pacientes que no realizan actividad física, comúnmente se presenta en adultos de edad avanzada, pacientes con enfermedades o que estén consumiendo alcohol.
Definición, presentación, abordaje diagnóstico y manejo
En ese sentido, el golpe de calor se define como elevación de la temperatura corporal por arriba del rango normal (36 a 37,5 ºC) debido a pérdida en la capacidad del cuerpo de regular la temperatura. De manera normal el cuerpo tiene la capacidad de disipar el calor, principalmente mediante evaporación, sudoración y vasodilatación. Sin embargo, en ambientes con niveles de humedad elevados el mecanismo de evaporación se pierde, lo que ocasiona elevación de la temperatura corporal central habitualmente asociada a disfunción del sistema nervioso central.
Al elevarse la temperatura corporal aumenta la demanda de oxígeno y de procesos metabólicos. Todos los órganos pueden verse afectados por el cambio de temperatura, incluso ocasionando falla orgánica múltiple y coagulación intravascular diseminada, lo que se traduce en mortalidad de 21% a 63%.
El golpe de calor se define como elevación de la temperatura corporal por arriba del rango normal (36 a 37,5 ºC) debido a pérdida en la capacidad del cuerpo de regular la temperatura.
Clínicamente los pacientes presentan temperatura central elevada, incluso rebasando los 40º C (la temperatura debe medirse con termómetros rectales o esofágicos). Esto se relaciona con diversas alteraciones del sistema nervioso central, como del habla y en el comportamiento, así como irritabilidad, mareo, letargia, náusea, convulsiones y coma; también se pueden presentar taquicardia, taquipnea e hipotensión.
Los pacientes que presentan más riesgo de presentar un golpe de calor son aquellos en extremos de la vida, quienes presentan obesidad o poca capacidad funcional, embarazadas, quienes realizan ejercicio en zonas de mucho calor o los que se encuentran en zonas sin aire acondicionado o en zonas aisladas. Otros pacientes con riesgo elevado pueden ser aquellos con diabetes, con enfermedades cardiovasculares, quienes consumen alcohol o drogas ilegales y los que utilizan algunos fármacos, como diuréticos.
El diagnóstico debe ser clínico y se puede complementar con laboratorios e imágenes. Se deben solicitar radiografías de tórax para descartar edema pulmonar, electrocardiograma para descartar arritmias, laboratorios que incluyan biometría hemática, pruebas de coagulación, creatinina, pruebas de función hepática, troponinas y estudios para descartar rabdomiólisis.
El manejo del golpe de calor requiere de diagnóstico y atención tempranas, buscando el enfriamiento del cuerpo de manera rápida. Esto se puede realizar mediante evaporación y convección, en donde se rocía al paciente con agua tibia y se colocan ventiladores para soplar sobre la piel húmeda. Otros métodos de enfriamiento pueden ser la inmersión del paciente en agua helada o colocar compresas de hielo en axilas, cuello e ingle, aunque estas maniobras no son tan bien toleradas por los pacientes. En estos casos no se deben usar fármacos antipiréticos, como paracetamol o ácido acetilsalicílico.
Después del enfriamiento deben valorarse las complicaciones y dar tratamiento dirigido. En casos donde se requiera protección de la vía aérea se debe considerar la ventilación mecánica invasiva.
La importancia de la prevención
Debido a la gravedad de esta patología y el aumento en las temperaturas, es de gran importancia buscar medidas para prevenir los golpes de calor. Comparto algunas acciones para lograr esto:
- Utilizar ropa liviana, holgada y de colores claros.
- Protegerse del sol, utilizar bloqueador solar, sombreros y lentes de sol. Aplicar el bloqueador cada dos horas.
- Mantenerse hidratado. Evitar bebidas que puedan deshidratar, como café o bebidas alcohólicas.
- Limitar las actividades al aire libre en las horas más intensas del calor.
- Buscar zonas con sombra, ventilación o aire acondicionado.
- En caso de encontrarse con niños o adultos de edad avanzada es importante ofrecerles constantemente líquidos.[3]
Es nuestra responsabilidad como médicos transmitir estas medidas de prevención a la población, para así poder evitar la morbimortalidad por los golpes de calor.
Por la Dra. Jesica Naanous Rayek.
Especialista en medicina interna, egresada como médica cirujana de la Universidad Anáhuac México Norte y actualmente forma parte del grupo médico del Centro Médico ABC en la Ciudad de México, México. Apasionada por la enseñanza y poder transmitir sus conocimientos. ( Instagram, Facebook y TikTok)
Fuente: Medscape
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