Aunque debería hablar sobre tendencias en bodas, decoración o moda , prefiero dejarme llevar por algo que tiene que ver con lo más preciado que tenemos sin ninguna alusión a signos externos de cualquier categoría, sino de aquello que no es efímero, que no se esfuma y además no entiende de limitaciones si se cultiva bien: La belleza interior.
Amo la belleza, las cosas bonitas y bien hechas, por lo tanto no puedo evitar sacar el mejor partido a todo aquello que me rodea y ver el potencial de belleza en aquello que se puede mejorar. Pero si hablamos de belleza interior, detectamos que es bella por sí sola, sin trajes ni adornos, que deslumbra y se reconoce al instante. Hablo de la esencia de una persona, aquella que perdura a pesar del paso del tiempo, las transformaciones, evoluciones o circunstancias que tenga en su vida.
Hoy no he podido resistirme a escribirle a una amiga de la más tierna juventud, con la que no contactaba desde hace años para decirle, tras ver su foto en facebook, lo preciosa que estaba, porque han pasado ya unos cuantos años desde nuestras andadas y real y objetivamente luce mejor que nunca. Lo hice por puro impulso, sin esperar nada a cambio, sin embargo, fue una gran sorpresa recibir de inmediato noticias suyas, pasamos por la admiración recíproca y acabamos con una cita, en el aire, para un cafelito y así contarnos proyectos e ilusiones en este mundo cambiante, donde algunos tenemos la osadía de reinventarnos. A pesar del tiempo pasado, la esencia de su gran persona perdura y su actitud la irradia por los cuatro costados y esa, amigas y amigos míos, es la belleza interior que fluye sin artilugios, siendo la mejor carta de presentación ante el mundo.
«La belleza y la fealdad son un espejismo porque los demás terminan viendo nuestro interior». Frida Kahlo
Mi deseo para vosotros es que coleccionéis y cultivéis momentos felices para embelleceros.