La enfermedad de Alzheimer es la forma de demencia que se presenta de forma más común entre las personas mayores. Esta enfermedad neurodegenerativa afecta primero las partes del cerebro que controlan el pensamiento, la memoria y el lenguaje, pero va empeorando.
Aunque suele aparecer después de los 60 años, la edad avanzada y tener antecedentes familiares se considera factores de riesgo.
Actualmente o existe tratamiento que cure la enfermedad, si bien investigaciones llevadas a cabo en el CNIC han abierto una línea preventiva con el uso de anticoagulantes orales.
Según el Instituto Nacional de Envejecimiento de EE.UU., son señales de alarma:
- Tener dificultad para recordar cosas.
- Hacer la misma pregunta una y otra vez.
- Tener problemas para pagar las cuentas o para resolver operaciones sencillas de matemáticas.
- Perderse.
- Extraviar o perder objetos o ponerlos en lugares extraños.
Siendo otras señales que pueden aparecer más adelante:
- Olvidarse cómo cepillarse los dientes o peinarse
- Estar confundido en cuanto al tiempo, las personas y los lugares.
- Olvidarse de los nombres de cosas comunes, como un escritorio, una casa o una manzana.
Las personas con deterioro cognitivo leve (DCL) producido por la edad, pueden presentar una señal temprana de Alzheimer, sin embargo esto no significa que tengan que desarrollar todos la enfermedad. Estas personas pueden cuidar de sí mismas y realizar sus actividades normales. Los problemas de memoria del DCL pueden incluir:
- Deambular lejos de su casa.
- Perder objetos a menudo.
- Olvidarse de ir a acontecimientos o cita
- Tener más problemas para encontrar palabras que otras personas de la misma edad.
El Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) diseñó un curioso experimento con la intención de probar si con un anticoagulante oral se podría prevenir la pérdida de memoria manteniendo la circulación cerebral más fluida y las arterias «limpias».
La respuesta ha sido afirmativa. El medicamento ha logrado retrasar la aparición de la enfermedad y disminuir otras síntomas conocidos. Un año después del tratamiento no han experimentado pérdida de memoria, ha disminuido la inflamación cerebral, el daño vascular y se han reducido los depósitos de la proteína beta amiloide, señal típica del alzhéimer.
Los resultados de estudio, publicados en JACC ( la revista de la Asociación Americana de Cardiología) añaden una prueba más de la relación entre cerebro y corazón en las enfermedades neurodegenerativas. Para Valentín Fuster, director del CNIC y autor principal de la investigación, «este será el reto de la próxima década», añadiendo, «lo importante es que este trabajo inicia un campo de investigación en la enfermedad de alzhéimer que se tenía completamente olvidado», aunque de momento solo se ha demostrado su eficacia en ratones.
Hasta ahora la investigación contra este problema neurodegenerativo se había centrado más en el cerebro, en evitar la formación de placas de beta amiloide y la destrucción de neuronas que originan la enfermedad. «El propio Alois Alzheimer, al describir la enfermedad a la que dio nombre, fue quien propuso en 1906 que el alzhéimer era una problema vascular, no del parénquima cerebral. Esto que se dijo hace más de un siglo se había olvidado totalmente», insiste Fuster.
La investigación se puso en marcha con ratones modificados genéticamente para desarrollar un alzhéimer humano de forma precoz. Para poder evaluar su pérdida de memoria, habían sido entrenados en un tablero con una única vía de escape donde guarecerse. Cuando los ratones estaban sanos eran capaces de recordar dónde encontrar refugio, pero a medida que la enfermedad evolucionaba perdían esa memoria espacial, menos en los casos que se les trataba con el anticoagulante. Un año después de tratamiento, los ratones medicados mantenían su memoria y su circulación cerebral no disminuía, según comprobaron en resonancias magnéticas y otras pruebas de imagen. Los investigadores habían observado también que esta terapia, además de disminuir la inflamación cerebral, reducía el daño vascular y los depósitos de beta amiloide.
Puede ser que en unos años se pueda evitar la aparición de esta enfermedad con el simple gesto de tomar un anticoagulante con el objeto de mantener la circulación cerebral fluida. Pero la recomendación médica aún no es esa. Los anticoagulantes salvan vidas, aunque como la mayoría de los medicamentos poseen efectos secundarios y habrá que esperar nuevas investigaciones y conclusiones antes de que esto sea una recomendación formal y segura.
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