Según un nuevo estudio publicado en JAMA Network Open, la angustia psicológica entre los padres primerizos es mayor en aquellos cuyas parejas dieron a luz a nacidos muertos o a nacidos con anomalías congénitas importantes o que inducen un aborto temprano, en comparación con los padres cuyas parejas tienen un bebé sano.
Diseño del estudio
El estudio de cohortes a nivel nacional incluyó datos de un registro nacional danés recopilados entre 2008 y 2017 de casi 20.000 padres primerizos sin antecedentes de tratamiento psiquiátrico.
Los hombres que vivían con las mujeres embarazadas fueron identificados como padres, pero los investigadores no verificaron el vínculo exacto.
Los padres que experimentaron embarazos sanos y a término se compararon con aquellos que vivían con mujeres que luego presentaron resultados adversos, definidos como muerte fetal, tamaño pequeño para la edad gestacional, malformaciones congénitas, aborto inducido y espontáneo o parto prematuro.
Los investigadores utilizaron datos sobre las prescripciones de medicamentos psicotrópicos, la psicoterapia, una visita a un psicólogo o un contacto con un hospital psiquiátrico hasta un año después del final del embarazo como indicadores de resultados psiquiátricos «adversos».
Resultados
Los padres de hijos nacidos muertos tenían un riesgo 23 veces mayor de recibir tratamiento no farmacológico que aquellos que tenían bebés sanos (hazard ratio ajustadas [HRa], 23,10; intervalo de confianza del 95 %, 18,30-29,20) y un riesgo nueve veces mayor de recibir una prescripción de hipnóticos (HRa, 9,08; intervalo de confianza del 95 %, 5,52-14,90).
Los padres cuyas parejas se sometieron a un aborto inducido temprano (antes de las 12 semanas) tuvieron un mayor riesgo de tomar hipnóticos (HRa, 1,74; intervalo de confianza del 95 %, 1,33-2,29) y ansiolíticos (HRa, 1,79; intervalo de confianza del 95 %, 1,18-2,73) durante el primer año.
Los padres cuya pareja se sometió a un aborto después de las 12 semanas de gestación tenían casi cinco veces más riesgo de tener una sesión de terapia que los padres de bebés sanos (HRa, 4,46; intervalo de confianza del 95 %, 3,13-6,38). Aquellos con bebés que presentaban malformaciones congénitas importantes tenían un riesgo un 36% mayor de recibir terapia (HRa, 1,36; intervalo de confianza del 95 %, 1,05-1,74).
Conclusiones
Los autores del estudio señalaron que «esto resalta la necesidad de aumentar la conciencia sobre los efectos psicológicos que sufren los padres después de resultados adversos en el embarazo y la necesidad de sistemas de apoyo más sólidos».
Fuente
El estudio fue dirigido por el Dr. Mikkel Zöllner Ankarfeldt, farmacoepidemiólogo del Centro de Investigación y Prevención Clínica del Hospital Frederiksberg (Frederiksberg, Dinamarca), y recibió apoyo económico del mismo hospital.
Limitaciones
Los investigadores definieron a los «padres» como hombres que cohabitaban con una mujer embarazada y, por lo tanto, pueden haber sido identificados incorrectamente como el progenitor. Tampoco disponían de contexto sobre los embarazos, lo que podría haber afectado al estado psicológico del padre. Algunos de los medicamentos psicotrópicos estudiados también se utilizan para problemas no psiquiátricos como las alergias. No se registraron conversaciones con un médico de atención primaria sobre síntomas leves que no dieron lugar a una prescripción o la derivación a un especialista, por lo que, en los resultados del estudio, se pudieron haber subestimado cuántos padres experimentan angustia psicológica. No se evaluaron los factores de estilo de vida.
Declaración de intereses
Los autores no informaron otros conflictos de intereses relevantes.
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