El llamado sector de los trabajadores por cuenta propia, adscritos al RETA (Regimen Especial de Trabajadores Autónomos), tiene una idiosincrasia especial, en situaciones normales y cómo no, también en situaciones especiales como la de la pandemia. Veamos un poco en qué consiste para entender su situación.
Los trabajadores autónomos son trabajadores que no tienen un jefe, ellos son su propio jefe, son personas que se auto imponen ellos mismos, una jornada laboral (normalmente superior a las 10 horas diarias), al margen de echar algún que otro sábado y domingo en cuestiones accesorias como son labores administrativas y de gestión, al margen del propio trabajo diario. Son personas que hacen de trabajadores a ratos y de empresarios a otros ratos, son personas que invierten, arriesgando su propio capital en aras del negocio, en medios de locomoción, herramientas, utillaje, stock de mercancías, locales, etc. etc. e incluso, en muchas ocasiones procurando empleo a terceros, que también se puede considerar una inversión, por aquello de los pasivos laborales que se crean al tener un trabajador en plantilla durante años, si llega el caso de un despido, como puede ser el momento actual.
Todo ello, dirán algunos, que redunda en una remuneración más alta que el sueldo de los trabajadores que ellos pagan (en el caso de tenerlos). Cierto es, y merecido lo tienen. Si no, ¿de qué otra manera lo intentarían?, ¿qué motivación tendrían? Sería, sin lugar a dudas mejor el ceñirse a un sueldo en un trabajo por cuenta ajena, con jefe y sueldo asegurados y… además otras muchas cuestiones como veremos ahora. Pero, como siempre, las monedas no tienen solo una cara.
En tiempos normales y también ahora, en tiempos de crisis como la que tenemos ahora, resulta que estos trabajadores no tienen derecho a prestación por desempleo, no tienen derecho a que nadie les haga uno de los famosos ERTE’s para que se les siga pagando un salario, no tienen a nadie que les pague sus cotizaciones a la Seguridad Social, no tienen a nadie que les lleve sus negocios mientras ellos hacen teletrabajo, ni tampoco a nadie que les financie el parón al que se han visto sometidos.
Con los pies en la realidad del autónomo
En una estructura de un autónomo sencilla, como puede ser un transportista, o un fontanero, o un electricista, etc. etc. en el mejor de los casos, estos señores ahora no tienen trabajo, y por lo tanto no tienen ingresos, pero siguen teniendo que pagar sus pasivos, como son la letra del coche/furgoneta que usan para trabajar, el salario de algún ayudante (o por el contrario el despido con su consiguiente indemnización), los honorarios de la gestoría / asesoría que les lleva sus papeles, y por ultimo, para rizar el rizo, sus cuotas de autónomo, y sus impuestos.
En una estructura de autónomo más complicada, además de no tener ingresos por no poder trabajar, hay que seguir financiando stock de mercancías, como pueden ser los artículos que hay dentro de la tienda mas los que había en almacén para cubrir las ventas que se esperaban antes de la pandemia, el alquiler del local, los gastos del local, etc. etc..
Ninguna de estas dos descripciones está alejada de la realidad, es más aún, habrá muchos casos mas dramáticos y escandalosos para darnos a entender que estos llamados trabajadores autónomos no solo se les niegan los ingresos, sino que se les mantienen o aumentan los gastos en esta situación (y todo ello en diez días mal contados, sin casi posibilidad de reacción alguna).
Quizás, después de estas líneas escritas haya conseguido llevar al lector a un estado mental en el que se pregunte a sí mismo, y ¿cuál es la solución a estos problemas? Esa era mi intención. Y les voy a dar la respuesta: No hay solución.
Esa es la grandeza y la miseria de ser autónomo o como yo les llamo microempresarios, o como está de moda ahora: emprendedores, pero de los de verdad, de los que van a pecho descubierto, con el corazón en una mano, y con la voluntad en la otra, dispuestos a hacer lo que sea por llevar a su casa un futuro decente, una situación económica mejor que la que tenían, dispuestos a arriesgar su tranquilidad y su confort en pos de un sueño. No hay solución porque el riesgo es inherente a esta situación, en momentos de bonanza si la actividad y el trabajo son “ordenados” la recompensa normalmente existe, y si no hay bonanza se ven afectados por las inclemencias del tiempo.
Yo muchas veces pongo un símil que se entiende muy bien. Las empresas, mas o menos grandes se pueden asemejar a grandes buques, transatlánticos o cruceros, que prácticamente no se inmutan con temporales, en ellos van los empresarios y los trabajadores que tienen esas empresas, están resguardados y tienen ciertas garantías de seguridad en su trayectoria, confort y prestaciones laborales, tal y como un tripulante de unos de esos grandes barcos tiene seguridad en una travesía cualquiera. En cambio los autónomos son personas que al igual que las grandes empresas están también en el mar, pero en este caso embarcados en otro tipo de embarcaciones, mucho más pequeñas, capaces de virar, de cambiar de rumbo, de adaptarse a un temporal, pero vulnerables a las inclemencias del tiempo y por tanto susceptibles de naufragar, con lo que llevan dentro, normalmente el trabajo de una vida.
Esa es la grandeza y la miseria de ser autónomo o como yo les llamo microempresarios, o como está de moda ahora: emprendedores, pero de los de verdad, de los que van a pecho descubierto, con el corazón en una mano, y con la voluntad en la otra, dispuestos a hacer lo que sea por llevar a su casa un futuro decente, una situación económica mejor que la que tenían, dispuestos a arriesgar su tranquilidad y su confort en pos de un sueño.
En la actualidad hay sectores de actividad empresarial / autónoma que van a sufrir los efectos de la crisis en la que vamos montados en diferente medida y con diferente intensidad. Todo el mundo convendrá conmigo que no es lo mismo lo que sufrirá un autónomo que tenga un bar como el que tenga una tienda de alimentación, ni lo mismo lo que sufrirá el que tenga una tienda de moda, ni tampoco lo mismo el que sea un fontanero que el que tenga diez empleados en una actividad ligada a servicios de la hostelería o el turismo.
Y dicho esto, pregunto: ¿no merece la pena hacer una reflexión sobre qué se puede hacer para ayudar a estos señores, aunque no sea ninguna solución, pero sí una ayuda?. Yo creo que sí, y voy a hacer un ejercicio de pura lógica: ¿qué se puede hacer desde el gobierno?… y qué se ha hecho.
¿Cómo aliviar las cargas del autónomo?
A priori, lo que parece lógico es intentar ayudar a estos señores en aligerarles las cargas que tienen en la medida de lo posible, que son entre otras las siguientes:
- Carencia en el pago de impuestos directos e indirectos, estatales, locales y autonómicos, segmentando su alcance en función del sector y el epígrafe de la actividad en cuestión.
- Cargas sociales. Condonación de las cargas sociales durante el tiempo del Estado de Alarma, y en función del sector de actividad y del epígrafe de actividad económica el aplazamiento y fraccionamiento de las cargas sociales
- Cargas financieras. Decretar la carencia de cuotas de capital (no de intereses) en los préstamos solicitados por autónomos para la financiación de stocks, leasing de maquinaria y medios de locomoción, en definitiva de todos aquellos préstamos que se hayan pedido para financiar el negocio. El alcance se haría segmentando también por epígrafes de actividad económica de cada uno de ellos.
- Carencia de las rentas por alquiler de los locales y establecimientos afectos a los negocios, segmentando también por epígrafes de actividad, haciendo incluso extensible a los arrendadores que demuestren la necesidad de satisfacer préstamos hipotecarios para dichos inmuebles.
- Buscar una actuación similar a la del punto anterior, siendo las compañías suministradoras de luz, agua, gas y comunicaciones las que soporten la financiación de dichos suministros durante el período que se determine en función de la segmentación que se haga.
Todas las anteriores medidas podrían complementarse con medidas especiales de agilización de diversos procedimientos administrativos, poniendo a disposición de los autónomos unos teléfonos y sitios web que hagan de ventanilla única a la hora de llevar a cabo cualquier trámite con las administraciones públicas.
Estoy seguro de que a alguien se le puede ocurrir alguna cosa adicional o incluso mejorar las anteriores, y que duda cabe que la bondad de casi todas las anteriores medidas estará en función de lo buena que sea la segmentación buscando las distintas necesidades de cada epígrafe según los distintos sectores de actividad, distinguiendo, por ejemplo, lo que le hace falta a una academia de enseñanza, a un fontanero, pasando por un comerciante de textil, de lámparas, o a un restaurador, ganadero, o agricultor, pero a buen seguro que hay funcionarios suficientes en la administración española como para hacer un buen análisis de tal forma que haga posibles unas medidas justas, que pretendan conseguir el mantenimiento de un tejido productivo vital en este país, y mantener el poder adquisitivo de un segmento de la población que de otra manera se vería abocado a la pobreza, convirtiéndose a renglón seguido en demandante de empleo y de servicios de ayuda social, como no podría ser de otra manera, pues ellos también tiene derecho, no?
En lo referente a medidas, una breve reflexión, ¿qué medidas ha tomado el Gobierno? Pues de las anteriores, ninguna, excepto una tardía y reculando, que ha sido la de prometer la devolución a los autónomos la cuota de la seguridad social que que les ha sido cargada en cuenta en el mes de marzo. Del resto, ni hablar.
Aparte de lo anterior, existe otra cuestión, y es que tras presentar un montón de papeles, algunos complicados de conseguir en momentos de confinamiento y reducido funcionamiento de muchos departamentos administrativos, y es que se pueda pedir una especie de prestación por desempleo o inactividad de 660 euros. Un subsidio que le cuesta el dinero al resto de españoles, del tipo subsidio a los cuales cada vez estamos acostumbrados como método de compra de voluntades electorales, y que no tiene ni la mitad de efectividad en el drenaje de liquidez que sufren esta clase trabajadora en situaciones como esta.
Creo bastante más llevadero que todos (Banca, grandes Compañías Suministradoras, y Administración) aguanten el mismo nivel de “sufrimiento” que cada uno de estos subsectores de autónomos sufre.
Ni mencionar tiene, que el otro gran «logro» del ejecutivo ha sido el de facilitar prestamos ICO a los autónomos, que no es más que pretender que se endeuden más, siempre y cuando se les brinde el acceso a esos préstamos a base de aportar garantías suficientes, claro está.
Creo bastante más llevadero que todos (Banca, grandes Compañías Suministradoras, y Administración) aguanten el mismo nivel de “sufrimiento” que cada uno de estos subsectores de autónomos sufre y eso se consigue con el tipo de medidas propuestas, esas o similares, porque todos tenemos que estar a las duras y a las maduras con lo autónomos, en reciprocidad a cuando estos españoles sacaron a la Banca de sus pifias en 2008 y siguientes, que sean ellos los ayuden a sacar a esos mismos españoles endeudados ahora. Propongo que no se les regale nada, solo que no se les intente cobrar ahora, que se esperen a que puedan salir de ésta y vuelvan a recuperar, al menos en una parte significativa, los ingresos previos a esta situación.
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